Seleccionada entre las botas más viejas de nuestras soleras, esta manzanilla se embotella directamente de la bota, "en rama". Es la única que nos ofrece cuatro sacas, cada una con sus matices y sus características organolépticas: primavera, verano, otoño e invierno. La perfecta combinación entre rotundidad y sutileza. Una saca que ha evolucionado muy bien en botella, más punzante que anteriores y un carácter salina con mayor grado, siempre potenciado por su recio carácter que le proporciona el velo en flor, ancha, directa y de longitud.

Pues a mi, si que me ha parecido soberbia, o más bien para no parar disfrutando bebiendo, un placer como casi todas las sacas de manzanilla en rama. Esta que habéis puesto en foto es la de primavera, la de invierno es un pájaro más negro, pero a la boca es muy luminoso. Color amarillo dorado y brillante. En nariz aromas intensos, puede ser que no tan punzantes, como era de esperar, pero recuerda a mar, especias y cereales. En boca presenta entra muy bien, es radiante, fresca, notas yodadas, largo y profundo. A mi me ha gustado, un placer.

Con lo que me ha costado conseguirla, con las altas expectativas que yo tenía... Lo cierto es que no las ha satisfecho plenamente.

En nariz es sobre todo donde me quedé "despagao". Fina, suave, algo parca, casi plana, no percibo esos deliciosos aromas punzantes y sí un ramalazo alcohólico.

En boca la cosa mejora ostensiblemente, fresca, untuosa, sápida, y aunque no tan punzante como esperaba, salen sabores iodados, frutos secos, aceituna rellena, con amargores y sutiles picores finales.

Se presenta en deliciosas botellitas de 375 cl, con un pajarillo distinto en función de la saca.

Tengo dos más, veremos si es problema de esta botella, de la saca... o mío, porque con la calidad y fiabilidad de los "recomendadores" y prescriptores de este producto, está claro que voy a ser yo si no se trata como espero de la botella o de la saca.