A la vista se presenta con un color cereza, ribetes y destellos de color cardenalicio, capa media a alta y una buena lagrima.
En la nariz tiene una buena intensidad, con fruta en abundancia madura, detalles de especiados y en conjunto mas detalles de la crianza, pero sin sobresalir.
En la boca buena acidez, los taninos la fruta, la madera y el alcohol bien integrados.
Equilibrado me ha resultado y no soy en dad “forofo” de esta bodega.
Sí señor, tengo que reconocer públicamente que durante mucho tiempo he sido un crítico con esta bodega, y mucho más desde que se marchó Tomás. Pero por la vinculación con Valladolid, el otro día teníamos este vino, y no sólo a mí, si no a todos los que lo disfrutamos nos encanto.
Entiendo que la madera esté algo protagonista, pero sin desmerecer en absoluto.
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