Indómito y "en pañales"...

Así es como se puede resumir mis sensaciones para una de las elaboraciones de Naluar Acediano.
En concreto, este Naluar 2012, segunda añada en el mercado de este Ribera del Duero.

Límpio, puro en color, picota oscuro brillante de capa media-alta. Lágrima fina y transparente.
La nariz nos recibe de forma tímida en la primera copa. Necesita algo de tiempo para "descerrajarse" de su envoltorio de cristal. Cuando se oxigena adecuadamente, asoman ligeras florecillas azules, ahumados y ese regaliz sequísimo y casi amargo en el conjunto.
Debe de ser esa poca vida todavía que tiene ( o digámoslo al revés), esa cantidad y cantidad de vida que puede llegar a alcanzar en buena condiciones. O, como bien dicen sus elaboradores, esa contundencia y potencia de su Tinto Fino, que parece que la fruta lucha por liberarse y explotar (tanto en esta fase, como en boca). Marcadas especias como la pimienta y alguna más, de trasfondo.
La boca continua por los mismos derroteros y hechuras que la nariz: bruta, abrupta, ruda. Este vino resulta todavía un embrión de Tempranillo en estado puro: a estas alturas, quizás la 2011 estaba más bebible y redondeada. Eso sí, a cambio, parece que este 2012 tendrá un recorrido en el tiempo mucho mayor. Es mi percepción.
Ataca y entra con una acidez brutal. Las papilas y el paladar lo notan más que de sobra. Si indagamos, saboreamos y volvemos al trago, tal vez adivinaremos algo de fruta, de nuevo los tostados y los ahumados que nos llevarán a un final largo y secante de buena persistencia.

Conclusión? Bueno...Pues como no tenemos más que dos añadas que disponer y comparar en el mercado, quien tenga un 2011, que comience a disfrutarlo ya y en adelante.
Quien adquiera este 2012, pues mejor quedarse con varias botellas de este tinto y comience a disfrutarlo en un par de años, observando su evolución.
A buen seguro que nos convencerá.