Comparto el comentario anterior - que da en el clavo todo - excepto por un detalle culinario : para poner de relieve las características organolépticas del Sauternes, suelo acompañar el foie con reducciones de vino de Madeira, zumo de naranja bigarade y dedos de piña pan de azúcar sartenados. Según dicen mis venerables anfitriones, es aún mejor.
En France, c'est un passage obligé : un Noël sans foie gras & un foie gras sans sauternes, c'est comme un tenon sans mortaise. Déboucher une bouteille de Château Lafaurie-Peyraguey 98 en 2014 est un crime pardonnable, parce que c'est le sauternes le moins spéculatif de tous & l'un de ceux qui vivent le plus longtemps : il possède un potentiel de garde d'au moins 75 ans mais, après la retraite, on dit que nos jours sont comptés.
D'une élégante robe topaze, sans grande épaisseur, peu gras mais d'une impressionnante densité & pureté, il étonne au nez par sa subtilité, sa complexité, sa profondeur &, en bouche, sa persistance est intense & interminable, bien au-delà de l'imaginable : son parfum correspond à son goût, à tel point que nous confondons odeurs & saveurs. Si vous désirez obtenir de plus amples détails, c'était une sorte de superposition de notes d'abricot cuit, d'ananas mûr à point, de tarte aux mirabelles, d'écorce de mandarine confite, de gants de cuir, de chocolat en poudre Van Houten & de raisins flétris.
Comparé aux grands de ce monde - Yquem, Climens, Coutet - il pourrait passer inaperçu, mais je le trouve beau & il m'émeut beaucoup, comme le petit pan de mur jaune de Veermer qu'évoque Marcel Proust à la fin de " A la recherche du temps perdu."
En Francia, es un paso obligado : una Navidad sin foie gras y un foie gras sin Sauternes es como una espiga sin cola de milano. Destapar una botella de Château Lafaurie-Peyraguey del 98 en 2013 es un crimen perdonable, porque es el Sauternes menos especulativo de todos y uno de los más longevos : tiene un potencial de guarda de por lo menos 75 años pero, después de la jubilación, dicen que nuestros días están contados.
De un elegante color topacio, sin gran sensación de grosor, poco graso pero con una impresionante densidad y pureza, en nariz asombra por su sutileza, su complejidad, su profundidad y, en boca, la persistencia es intensa e inacabable, más allá de lo imaginable : sabe a lo que huele, hasta tal punto que confundimos olores y sabores. Si deseáis más amplios detalles, era una especie de superposición de notas de albaricoque cocido, de piña en sazón, de tarta de ciruelas mirabel, de corteza de mandarina confitada, de guantes de cuero, de chocolate en polvo Van Houten y de uvas marchitas.
Comparándolo con los grandes de este mundo - Yquem, Climens, Coutet - pudiera pasar inapercibido, pero lo encuentro hermoso y me conmueve mucho, como el pequeño paño de muro amarillo de Veermer que evocaba Marcel Proust al final de " En busca del tiempo perdido." ( PVP : 28,70 € )