Restaurante Valen&Cia en Valencia
Restaurante Valen&Cia
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
22,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
No cierra
Nota de cata PRECIO MEDIO:
32 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.3
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
6.9
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Opiniones de Valen&Cia
OPINIONES
18

De visita a Valencia fuimos a este local para quedar con unos amigos, reservaron ellos ya que viven cerca.
No se si será por mi estado (estoy embarazada), pero me resulto incomodo ya que casi no teníamos sitio, las mesas estaban muy pegadas y nos pusieron al lado de la cocina con el continuo abrir y cerrar de la puerta.
Pedimos unas tapas, empezamos con un "potito" de patata huevo y trufa, que estaba muy bueno, un steak tartar, bravas y Kebab, nos gusto casi todo, lo que no nos gusto mucho fue el kebab, estaba muy fuerte de especias,
Pedimos la carta de vinos, era graciosa, pero todas las referencias eran muy clásicas, con lo que le gusta a mi marido descubrir vinos nuevos se quedo un poco chafado, al final pedimos un rueda.
Servicio bueno, las chicas muy simpáticas.

Local que ya ha perdido la "intensidad" de asistentes ya que en fin de semana de fallas no estaba lleno (aunque fuera domingo noche). Mantiene todas sus características de desenfado, buen rollo y notas diferenciadoras. Ahora la carta de vinos ya no es un tablón de madera, pero es una representación de gran tamaño de una cassette de los años 60, un poco más manejable que la anterior. Por cierto hay bastantes vinos y bastante variedad.

Mesa para 4 en la entrada a la izquierda, que es una mesa que permite, si hay bullicio, aislarte un poco. Muy, pero que muy buen pan recien horneado. Parar beber: Jackobs Creek classic 2013, un chardonnay muy bien en nariz pero más suave en boca, con poco grados. También dos de agua: Solan de Cabres.

Al centro a compartir todo:
. hummus de garrofón con aceite de comino: muy suave, servido con 3 tostas.
. tartar de atún sobre una base de aguacate, higo, y alga wakame en versión normal y en versión deshidratada. con mahonesa de wasabi: buena presentación y conjunto de diferentes sabores.
. potito para cada uno: un conjunto muy recomendable; en un bote de cristal con base de puré de patatas trufado, hay huevo de caserío a meda cocción, crujiente de jamón y boletus
. tempura de verduras y pescaditos y gambas: muy buena, amplia ración, gambas de gran tamaño y verdura variada en tempura, nada aceitosas en cucurucho de papel de periódico (como la carta); acompañan salsa de soja y otra algo picante de chili dulce.
. sarten de huevos de caserío, patatas y torta del Casar: sobre una base de patata gratinada, el queso fundido y el huevo con careta frita: acaba siendo parecido al potito y eso le restó interés, además la patata estaba poco hecha.
. Grogon burguer especial x 2.: una buena hamburguesa de carne de vaca, con queso gorgonzola más las correspondientes verduras; se acompaña de patatas fritas en mesura y una buen mostaza y más normal el ketchup.

De postre, sólo uno: tarta de manzana con helado de vainilla. Buena ración y curiosa elaboración.

No hay ni aperitivo ni chupitos de la casa. Servicio profesional y correcto. Vino a buena temperatura, con cubitera y bien servido de inicio y luego a voluntad propia.

Saliendo en hora para ver el castillo, aunque la lluvia nos hizo buscar un taxi. Lástima.

Tras varias semanas intentando reservar, lo conseguí este sábado, lo que habla del gran éxito de público de este local.

Tiene un decoración moderna, desenfadada y cálida. Propia de un local de moda. Un poco ruidoso, pero sin molestar a la conversación. Muy animado.

Me parece más adecuado para ir en grupo que en pareja.

El servicio es joven, y a mí me pareció atento y entusiasta, en contra de lo que he leído en otras críticas. Quizá un poco desbordado por la cantidad de comensales presentes.

En cuanto a su cocina, tiene una carta que mezcla especialidades locales con japonesas o árabes. Muy "fusión". Propia de la modernidad que quieren darle. Se presta más a pedir platos para compartir por toda la mesa.

La verdad es que casi todo nos pareció original y bueno, bien resuelto, dentro de línea casi de tapas marca de la casa. No hay que esperar alta cocina ni propuestas de género. Cumple perfectamente su intención: comida desenfadada, ecléctica y variada.

Probamos un humus de garrofó, alcachofas con salsa de pimiento, chipirones con verdura a la plancha, chutney de pollo, sartén de huevo trufado con patatas y torta del casar, tataki de atún y lasaña de langostinos. Todo ello al centro para compartir, y todo más que correcto dentro de su línea.

De beber elegimos un Bobos del 2012, que me pareció magnífico. Suave y redondo. Lástima que solo les quedara una botella, y tuvimos que cambiar a un Tarsus Crianza 2011, que para mi gusto se quedaba corto al lado del anterior.

Probamos de postre un Coulant con corazón de dulce de leche y una tarta de manzana con helado de vainilla. Creo que este apartado es el más flojo de su propuesta: no acaba de convencer.

En conjunto fue una cena de amigos muy agradable, que, sin pretensiones, nos dejó buen sabor.

Recomendado para grupos que busquen un local animado, dentro de la modernidad. No defrauda.

La verdad es que no me lo explico. Es un restaurante donde te atienden mal desde que te cogen el teléfono para hacer una reserva. La simpatía y el orden brillan por su ausencia.
Restaurante moderno, con decoración desordenada y sillas incomodas hacen que no sea una experiencia lo agradable que podía llegar a ser. La insonorización es pésima y no puedes mantener una conversación sin tener que levantar la voz y el servicio desagradable, parecían salidos de una “bronca familiar” y lo paga el cliente.
Sin embargo, la comida, el vino y las copas espectaculares. Esta cocina en otro entorno, en otro local y con otro personal sería de 10. Pese a todo, el local a reventar (debemos ser un poco “masocas”).

Sobre ruedas va este negocio que al parecer la gente "guapa" de la zona esperaba con los brazos abiertos. Año y medio de andadura y siempre lleno. Hasta en la acera (lo que los restaurantes suelen llaman terraza).

Una propuesta más de las de moda. De estilo ecléctico y desenfadado. Mezcla de sillas, cubiertos, mesa compartida incluida. La carta es tanto en formato, como en tamaño, el símil de un periódico donde figuran sus platos y "noticias".

Equipo numeroso y joven. Atento en la reserva y recepción, en especial el tal Óscar, el cual emigra enfrente al nuevo local que abrirán en breve. Otra prueba más de cómo les va.

Me decanté por el Potito. Un frasco de cristal que encierra huevo de caserío, patata trufada, boletus y crujiente de jamón. Me gustó. La verdad es que tiene todos los ingredientes para hacerlo.

Mis ojos fueron a parar a "No dejes de probar nuestros callos con garbanzos que son una auténtica maravilla. Desgrasados y depilados!" (literal). Una "noticia" que recogí, puesto que no es uno de los platos que figuran. Aquí sin embargo, pese a que también lo tenía todo para gustar, lo encontré sin la fuerza que requiere este plato. Falto de melosidad. ¡Oiga, pues échele grasa!

Mención para la chapata rústica que acompañó al par de platos. Cocida, crujiente... me sirvió de sopas para los callos en busca de esa falta de traba.

Dos copas de tinto distintas, una para cada plato. Al potito un Áster crianza 09, y para los callos, un Izadi crianza 08. Servidos en copas Schott Zwiesel de calidad.

De postre, Sorbete de naranja sanguina. Pues eso, naranja a tutiplen. Refrescante granizado natural muy conseguido.

¡Tienen carta de tés!. Un punto sin duda a su favor. Serán seis o siete referencias, pero que tomen nota otros. Me tomé un Power Tea. Té negro con jengibre, nuez moscada, cardamomo, mate, pimienta roja y clavo.

Junto con la cuenta te preguntan si quieres un chupito, al cual accedí. Un orujo de hierbas muy suave.

No hace falta enamorarse, eh... pero puede uno repetir perfectamente.

Buen.as hace unas noches fui a cenar.con mi pareja a este restaurante ubicado en una zona centrica de valencia..tiene una cocina bastante moderna y buenos platos una buena decoracion todo bien menos el trato delas dos camareras. Lo q pudo ser una buena cena se transformo en un amargue...ya q te vas a gastar 40€ por persona que menos que te traten bien n? N volveremos mas a este sitio.

Local diferente en cuanto a decoracion,excesiva para mi gusto,buena carta,buena comida en general bañada por un malestar recipocro con el servicio que por alguna extraña razon nos amargo la velada desde el minuto cero,malas caras,retirada de platos sin control,malas contestaciones..en fin..para no repetir ni de broma.

Queríamos cambiar de registro, a veces también apetece ir a sitios en los que lo estrictamente gastronómico no es exclusivamente el factor fundamental. Tenía curiosidad por conocer este sitio en el que no puedes reservar de un día para otro, algo estarán haciendo bien.

Muy lograda la decoración del local, multitud de objetos y detalles, que le quieren dar un punto diferente al de un restaurante tradicional. En mi opinión lo consiguen. Iba preocupado por encontrarme un ambiente excesivamente pijo y donde el postureo es lo único que importa, similar al de sus equivalentes en Madrid, no llega la sangre al río, hay un poco de todo. El restaurante es animado, y en parte es lo que buscábamos. La carta es interesante, ecléctica y con propuestas distintas a las habituales, a un precio bastante razonable, motivo probable de su éxito.

Cenamos bien, todo a compartir para dos:

*Coca de tomate seco, burrata y tapenade (4,80 €)
*Coca de morcilla de Burgos con puerro confitado (4,80 €)
Buenas opciones para abrir boca

*La sartén de patatas gratinadas, torta del casar y huevo de caserío trufado (7,50 €). Combinación ganadora si no presenta como masa de hacer tabiques, que no es el caso.

*Salteado de calamares, gambetas frescas, con salsa thay y verduritas de temporada (13,50 €). Muy buen calamar, para comerlo de una forma diferente.

*Lasaña de langostinos con mayonesa de crustáceos (13,50 €). Muy buena de sabor, un poco deficiente en ejecución, al cortarla quedaba un poco como una masa poco uniforme.

No tomamos postre y fuimos directamente a los cafés.

Acompañamos la cena con un Bassus pinot noir, no es un borgoña, pero un buen vino de Utiel-Requena (25 €). Carta correcta para el tipo de sitio, no especialmente profunda, pero con algunas opciones para quien tenga inquietudes. Pesa mucho más la presentación, es un cartón enorme y difícil de manejar que simula (muy bien) una cinta cassette, con los blancos en una cara y los tintos en otra (para los que las hemos rebobinado con un boli para no gastar las pilas de los walk-man me resultó gracioso).

Cena agradable, en un local diferente, quizás mejor para ir en grupo, que en pareja (las mesas de 2 creo que son las peores del local). El punto negativo fue la falta de ritmo, que como no lo cuiden puede que haga que terminen muriendo de éxito. Entiendo que es muy complicado manejar un local al 110%, pero penaliza mucho la experiencia si pides platos para compartir y te traen 3 seguidos, sin haber acabado con el primero o te tiras más tiempo del necesario para que alguien te haga caso cuando pides la cuenta y otro buen rato hasta que te la traen.

….y tal vez lo deje ahí, un lugar de moda, al que acuden personas cual santuario visitan.
Ciertamente Valentín, con una dilata experiencia recibida y trabajada en casa de sus padres, Leixuri, ha dotado al local de un ambiente muy original, me recuerda ciertos restaurantes del barrio Tribeca de NY.
Mestizaje de mesas, sillas, cojines, lámparas y zonas cuidadosamente decoradas, con dos espacios mayores aptos para reuniones algo mas intimas, uno en la entrada a la derecha, otro al fondo a la derecha, justo después de los cuartos de baños.
Una carta sencilla, pero bien concebida, al orden de la cocina rápida y poco ambiciosa, una carta de vinos compensada, aunque y para mi gusto, el soporte en el que debes elegir el vino, una gran tabla de madera, la hace incomoda y poco “fina”.
Yo destacaría de este lugar dos cosas, la gran profesionalidad de Valentin, que imprime un ritmo al servicio de sala muy acertado, y la ambientación del local, que dicho sea de paso, esta siempre abarrotado!
Respecto a la comida, pues como siempre, aciertos en algunos platos tanto en cantidad como en calidad y desengaño de otros por mínima cantidad a un precio inadecuado.
Saludos

Invitado y sin conocimiento del destino me llevaron a cenar ayer jueves al restaurante Valen&cia.
El local estaba lleno, poco espacio entre las mesas y un tanto agobiante.
Teníamos reservada una mesa para dos, cuando nos trajeran las cartas, la mesa desapareció debajo de ellas (son inmensas).
De la carta de vinos nada puedo decir puesto que optamos por cerveza (3 cervezas : 7,50€).
El trato de los camareros perfecto y el pan bueno en cantidad y calidad (1€ por comensal).

La cena, para compartir:

- Tartar de atún rojo, aguacate, crujiente de alga y mayonesa de wasabi(14,50€): Bueno el atún. Poco equilibrado para mi gusto con exceso de aguacate.
- Vasito de bechamel, rabo de toro y pan rallado (4,50€ x 2p= 9€): El rabo de toro salado, no me gustó la presentación en formato deconstruido.
-Lasaña de langostinos con mayonesa de crustáceos (13,50€): Poco sabor en la mayonesa y buen punto de los langostinos. La pasta (no de lasaña común) sin sabor.
- Roll de pollo (11€): Bien.

Los postres, también al medio:

-Helado de queso con nueces y miel (5,5€): Espectacular. Gran sabor y muy cremoso.
-Crema de yogurt griego con fruta de temporada (4,5€): Rico. Una pena que el otro postre acaparara nuestra atención.

Se nos quedó un sabor agridulce con esta primera visita, una sensación de habernos equivocado con los platos y una convicción de precio elevado.

Volveremos!!

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