Restaurante La rosa dei venti en Venecia
Restaurante La rosa dei venti
País:
Italia
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
32 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
2.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
2.0
Comida COMIDA
1.0
Precio medio entorno ENTORNO
5.0
RCP CALIDAD-PRECIO
1.0
Opiniones de La rosa dei venti
OPINIONES
2

Llegada a Venecia tarde. Mis colegas esperándome gentilmente para cenar. ¿Habéis pensado donde vamos? Y, en esto, aparece la mujer de nuestro querido presidente de la Comisión -encargada, como sabéis, de buscarnos los restaurantes donde saciar el hambre y la sed- y dice: “Tranquilo (¿¿??), como hoy es domingo, muchos estaban cerrados y he preferido buscar uno que está cercano al hotel, cruzando el puente, nada más dar la vuelta”.

Oído esto, comenzaron mis primeros temores, una especie de "comezón" ... Había, al dar la vuelta, varios restaurantes, pero algo me decía en mi interior, quizá por un sexto sentido veremero, que el elegido había sido esto, y digo “esto” -y no “éste”- con pleno conocimiento de causa, no sólo por las razones que ya fueron apuntadas en el comentario anterior -la peor pizza que he comido jamás, o las patatas fritas con aceto balsámico-, sino también por que me imaginaba lo que nos esperaba en tan magno establecimiento.

No abundaré en los detalles físicos de esta trattoria y pasaré a los demás. Simplemente decir que es una trattoria típica, cercana a Piazzale Roma (donde te dejan los autobuses y taxis que te traen desde el aeropuerto) y a la Estanción de tren (Ferrovia). Añadiré sólo que la cubertería, mantelería y demás son de medio pelo, propias de una trattoria del montón.

Servicio y servicio del vino: Poca gente en el restaurante, con lo cual, servicio aceptable. Pero ¡¡ay el vino!!. El vino, de la casa, en un garrafón que pretendía pasar por algo de estilo y en el cual, por la pinta de jarrón, lo mejor que se podría poner serían unas flores de plástico malas. Las copas para el vino infumables, pequeñas, en forma de cáliz y de buen grosor. A lo que se unían unos vasos duralex años 70’ para el agua y que la botella del líquido elemento respectiva -sin referencia de marca ni procedencia- nos la trajeron ya abierta (ni la probé). En fin, un tanto de asquete inicial.

Y esto fue el principio, porque ahora venía lo mejor: la comida

Allá que vimos las cartas, plastificadas, a la par que un tanto mugrientas (por sobadas), con sus entrantes (7), pescados (8) y carnes (8). Así como unas 10 pizzas. Pues bien, uno, que es un poco iluso a veces, se hizo ilusiones de poder comer mejor si pedía algo distinto.. no sé un entrante con algo de pescado y una buena carne de segundo, pues había un hambre atroz tras hacer un Zaragoza-Venecia con un bocadillo de tortilla de patata como todo alimento.

Y la primera en la cabeza: nada más pedir no había más que una, ¡¡una!! de las 8 carnes de la carta (Pero esto que es???? -Mauricio Colmenero dixit-). Bueno, pues nada, unas vierias gratinadas de primero y una ternera a la marsala de segundo.. y luego nos tomamos un buen postre.

Las vierias (dos), presentadas tristemente con 5 hojas de lechuga alrededor de la vieira. Un gratinado penoso que bien podía estar hecho de arenilla.. Saladas. Las logré desenterrar y salieron dos piezas medianas, de poco sabor y textura gomosa. En cuanto a la ternera a la marsala, aún fue peor -si cabe-: dos trozos de mal lomo, pasado de cocción que bien podían utilizarse como suelas de zapato. El acompañamiento, cuatro trozos de cebolla roja mal cortada.

Y que no decaiga!!, que viene el postre: macedonia (que es bueno tomar fruta). Presentada en otro vaso duralex (los debieron comprar todos), con dos dedos de zumo malo y cuyos ingredientes y calidad no le llegaba ni al tobillo a la que sirven en el menú universitario (5 euros el menú completo) de mi lugar de trabajo. Eso, por no contar con el profiterol -sí, sólo había uno- pastoso y enterrado en un caparazón grumoso de nata y chocolate que se comió -o intentó comer- uno de mis colegas de mesa. Sencillamente deplorable. Ideal para tapar goteras reincidentes.

Para qué hablar del pan -los grissinis lo mejor de la cena-.. si puedo hablar de la cuenta: Toma: 40 euracos per testa (lo que me costó comer -de menú- en mi último estrella michelín) y lo que me ha costado el de hoy -ese sí, bueno, y en el que he disfrutado como un crío-. Una auténtica charlotada propia de los Hermanos Marx. Madre mía, que comienzo de semana.

¿Qué más decir de este antro? Pues que si a alguien se la tenéis jurada en secreto (un jefe cab.., el amigo que os guindó a la novia, uno que has jugado una mala pasada), éste es el sitio ideal para recomendarle y para disfrutar de una venganza muy, muy fría. Y, curiosamente, lo más cercano al infierno gastronómico que os podáis imaginar.

Acongojante (por decir la expresión más parecida a la que estoy pensando y que, por "taquera" no trascribo).

PD. Quizás os preguntareis sobre cómo llevo mi “relación y trato” con la Señora que nos elige los restaurantes. Pues parafraseando al enorme Bogart, en su conversación final con el Capitán Renault en Casablanca, “Creo que esto es el inicio de una gran enemistad”.

Tercera y ultima osteria veneciana en el periplo laboral comentado en relacion a otros restaurantes,.

Decoración aceptable y servicio, pues bueno, aceptable también.

Dadas mis magnificas experiencias con la pasta en otros restaurantes decidi prescindir de comerla, y, dado que no tenia mucha hambre y era cena, me pedi simplemente una cerveza y una pizza (2ª gran antología del comer italiano).

Lo que paso despues es indescriptible..

En lo que a mi respecta, antes de sacrme la pizza (la tipica 4 estaciones) me sacaron un cuchillo de las mismas dimensiones con las que brad pitt mataba a un oso en la escena final de leyendas de pasion.. simplemnte descomunal

Y me dije yo ¿para qué este cuchillo? luego lo comprendi.. para intentar cortar la pizza.. si, y digo intentar porque no hubo manera.. no era una pizza hecha al horno de piedra, era una pizza de piedra hecha al horno.. me la tuve que comer con las manos.

En lo que a otros respecta, el matrimonio de al lado (unos ingleses) se pidieron unos espagetis (uno eran, casi seguro) al ajo y aceite,, y los otros pues llevaban una cosa como si fueran setas.. joer, eran alsolutamente inodoros.. los paltos no olian a nada y eso que estaba a un palmo escaso de ellos.. y los espaghettis parecian fideos cocidos a 1000 grados.

Otra familia de enfrente (estos eran de EEUU), se pidieron unos entrecot que parecía sacado de los tiempos de la prehistoria.. a la par que una rubia delgadilla se comía unas patatas fritas echandole un aceto balsamico.

Eso si, la cerveza moreti estaba buena.

Del postre ni hablamos.

Por resumirlo en dos palabras: a Venezia le faltan GPS para no perdernos por la noche y le sobran locales como este

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