Restaurante Casa Belarmino en Gozón
Restaurante Casa Belarmino
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
26,22 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Miércoles todo el día. Abre para cenas SÓLO viernes y sábados.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
32 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Arroz con Pitu Caleya
Fachada de Casa Belarmino
Opiniones de Casa Belarmino
OPINIONES
3

Merece la pena desplazarse 15 minutos desde Avilés, por esas dulces carreteras entre prados, y mejor hacerlo con el navegador, porque se puede uno perder con facilidad.
Es un sitio muy tranquilo, de comida buena y abundante, con un punto refinado, y una excelente carta de vinos a precios muy atractivos.
Todos los vinos están a la venta en el bar-tienda, con un precio similar al de las vinotecas de Madrid o Barcelona. El precio en carta, sólo añadirle cuatro euros del servicio de copas.
Es decir, que resulta un placer disfrutar de un Sierra Cantabria Crianza por 13 euros o un Dinastía Vivanco. Y de ahí, para arriba, botellas de gran calidad.
Tomé el abundante y bien hecho Arroz con Pitu Caleya (es decir, pollo de los caminos), de carne oscura, sabrosa y que se deshacía en la boca. (21 euros para dos personas)
Adjunto una foto.
Mientras se hacía el arroz, picamos un pastel de puerros y unas croquetas de compango.
Después, sin prisas, unos aguardientes de orujo blanco y unos cigarrillos, contemplando los prados.

  • Arroz con Pitu Caleya

    Arroz con Pitu Caleya

  • Fachada de Casa Belarmino

    Fachada de Casa Belarmino

Un chigrín es ese local (bar, restaurante, cafetería, sidrería...) que cumple cercanía, producto local, elaboración casera. trato de cercanía, etc.. Es estar casi como en casa.
Pues este local lo cumple y un poco más. Reciben con copa de sidra espumosa (a modo de cava) Emilio Martinez muy agradable.

No está nada cómodo de llegar por carretera, pero merece la pena el desplazamiento. Elegible mejor la terraza en verano, buena presencia con mantel, copas, anchas mesas, buen servicio aunque algo lento en el inicio (luego mejor).

Buen pan. Buen aceite (Trioliva). Un par de aguas medianas de Solan de Cabres. Un blanco local: Nibias nº 4, de VC de Cangas, demasiado simple, bien servido de temperatura, dado a probar y a la enfriadora. Nada más de alcohol por la dichosa carretera.
Una carta de vinos mejor que restaurantes de alto caché, en la que hay Pingus, Tinto Valbuena, tc..

Un menú que me llamó la atención: Menú solo de cuchara. Todos los plato se comen con cuchara. Consiste en arroz caldoso mar y montaña, pote de berzas con fariñona, callos y leche presa y borrachinos (sin bebida) por 20€.

Cuatro para comer. Unos primeros para compartir al centro de las especialidades de la casa:
. pastel de puerros con ali oli casero con pan gratinado, muy suave
. sardinas de Avilés en aceite y vinagre, seis lomos; hechas como boquerones pero con más presencia y sabor. Buen invento.
. media de croquetas de compago: algo flojas, seis unidades.
. media de callos: muy buenos, troceaditos y para tomar con cuchara.

Para segundos, su especialidad: arroz de pitu de caleya. Nos recomienda que pidamos solo dos raciones para los cuatro y aceptamos un poco preocupados. Pues sobró para llevar a casa. Increible, pero lo mejor es lo bueno que estaba; servido al centro, buen punto de arroz meloso, con cebolla sofrita (abundante), quizás un poco de aceite de más, con un gran muslo en el centro además de trozos repartidos entre el arroz. Muy recomendable.

De postre un tiramisú de leche presa (como si fuera cuajada). Muy bueno, amplia ración. Compartimos entre los cuatro porque la reserva se encendió.
Café de puchero por cortesía de la casa.

Un sitio que merece la pena desplazarse, con una cocina casera pero interesante de producto y a buen precio. Tiene además tienda donde comprar producto. El cabo de Peñas en la cercanía es una buena excusa.

Una rehabilitación muy correcta de un negocio familiar hacen de este local regentado por la tercera generación un sitio que merece la pena visitar.

Sin dejar al margen lo pintoresco de encontrar en la misma fachada la tienda, el estanco (también, desde hace poco, unos apartamentos rurales) y el chigre (que es como se conoce en Asturias al bar), la sensación principal que uno tiene cuando entra en el local es la de que va a comer bien y que lo van a atender bien: y no defrauda.

En el tránsito de la pequeña tienda de comestibles (aggiornata con sensatez) hacia el exiguo comedor ya comienzan a sentirse los aromas de una cocina de toda la vida, de esas de mimo y lentitud.

Nos habíamos juntado para comer un domingo 8 buenos amigos entre nosotros y de la buena cocina, así que pedimos que el propietario (y jefe de sala) nos asesorase para hacer un recorrido por la carta, a lo cual se prestó sin inconveniente alguno.

Elegimos, éso sí, los vinos: de una carta corta pero llena de referencias de mucho interés y a precios muy moderados, decidimos tomar, secuencialmente...

- Llanos de Cumal 2008
- Borsao Tres Picos 2010
- L'Equilibrista 2010

... tres riquísimos vinos que acompañaron perfectamente los diversos tramos culinarios que fueron viniendo.

Y la comida:

- un pastel de puerros, servido tibio (perfecto) y acompañado de una suave espuma de alioli, muy agradable y delicado
- unos elegantes lomos desespinados de sardina con tomatitos secos rehidratados en aceite de oliva, frescos y balsámicos (hierbas provenzales en el tomate)
- unas croquetas de compangu ricas de sabor (toda la chacinería se elabora en la propia casa), aunque con una bechamel un tanto tosca
- la gran estrella del día: un arroz con pitu caleya sorprendente, para el cual la cocinera usa grano de la variedad Carnaroli, lo cual produce un arroz algo más meloso y dulzón de lo habitual, con un punto de cocción extraordinario y al que la carne del animal acompaña a la perfección, en trozos jugosos bien impregnados de los sabores del guiso; una delicia entre lo tradicional y lo innovador
- para acabar la parte salada, rollo de carne relleno, correcto y con una salsa suculenta
- de postre, unos 'borrachinos' (una especie de quenelles de pan migado en leche con aroma de canela y limón, rebozada, frita y luego inmersa en vino blanco) muy apetitosos y no excesivamente dulces, una leche 'presa' (especie de cuajada servida con miel al gusto) de sabor muy peculiar, y una frivolité titulada 'átomos de chocolate' cuyo mayor mérito consistía en la procedencia de la excelente materia prima (ValRhona).
- café de pota (manga, para los no iniciados) como colofón

Una agradable experiencia que recomiendo a quien quiera dejarse caer por el entorno del Cabo de Peñas, en cuya mariña se encuentra enclavada esta casa de comidas.

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