Restaurante El Bulli (CERRADO) en Roses
Restaurante El Bulli (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
200,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Comidas (sólo se puede ir a cenar). Cerrado entre octubre y abril aproximadamente.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
324 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
9.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
9.2
Comida COMIDA
9.7
Precio medio entorno ENTORNO
9.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.9
Balón de gorgonzola
fantástico blinis con St. Felicien y trufa
Caviar evidentemente falso
Factura restaurante El Bulli
Caja (postres)
Uno de los platos.
Vinos consumidos en la cena.
Canapé de jamón y jengibre
Cacahuetes miméticos, galleta de tomate y americáno
Gambas en dos cocciones
Canapé de pernil i gingebre
Xocolates finals
xai amb xerès
Helado de coco con curry
Hoja de ostra con rocío de vinagre
Opiniones de El Bulli (CERRADO)
OPINIONES
39

He tardado meses en hacer esta valoración porque no estoy totalmente convencido que El Bulli sea un restaurante al tipo, un restaurante puede ser El Celler de Can Roca, Can Fabes, Can Mià y los varios millones de restaurantes que deben de existir en todo el mundo, pero el Bulli ………¿es un restaurante?
La primera referencia que tuve del Bulli fue en la década del los 70, cuando en las excursiones playeras a Cala Montjoi, veía la cabeza de un bulldog pintada en las rocas de la carretera con la inscripción “Hazienda El Bulli”.
Durante tiempo pensé que era alguna cosa para guiris, nunca se me ocurrió que fuera ni tan solo un chiringuito de playa, y mucho menos el restaurante en el que después se convirtió.
En ese tiempo supongo que corría por allí el Sr. Jean-Louis Neichel.
Una vez casado y con niños, aparte de intentar tirar “palante” un incipiente y ruinoso negocio, las excursiones playeras se fueron acabando y durante años no volví a acordarme del bulldog.
Poco a poco empecé a tener de nuevo noticias del Bulli, siempre me sorprendió que a un restaurante situado en una cala perdida en la Costa Brava y de difícil acceso, pudieran peregrinar gastrónomos del todo el mundo.
Animados por los comentarios a principios de los 90, decidimos celebrar el cumpleaños de mi mujer en El Bulli, por lo que unas semanas antes (mediados de Junio) hago una llamada telefónica para reservar un sábado al mediodía de primeros de Julio, el recepcionista me dice que está completo, le pido para el domingo al mediodía, o el sábado por la noche o el….. me dijo que hasta el mes de septiembre estaba todo reservado. Ahí empecé a darme cuenta que el Bulli era algo diferente.
A los pocos meses Ferrán Adrià es portada en el The New York Times y entonces la cosa ya se desborda, y no se me ocurre volver a llamar, ya que los plazos para conseguir mesa son demenciales.
No ha sido hasta que surge la noticia del cierre definitivo, cuando decido realizar un último intento para conocer lo que se esconde tras la imagen del bulldog pintada en las rocas de la carretera de acceso a Cala Montjoi.
Como es difícil describir con palabras los platos del Bullí, y uno de los pocos que lo consigue es el amigo Eugenio, si queréis ver lo que por allí se cuece os remito a su Blog. (Espero que no se moleste)
https://www.verema.com/blog/eugenio/844762-bulli-can-mia-dos-caras-misma-moneda-i

Bueno voy a hacer la valoración de mi experiencia personal de lo que vivimos mi mujer y yo el cuatro de abril del 2011.
Voy a empezar diciendo que para mi mujer y para mi el bulli era una experiencia gastronomica que no podia faltarnos. y el 4 a las 13h tuvimos la oportunidad de hacer realidad uno de nuestros sueños.
Tengo que decir que tanto ella como yo nos dedicamos a la restauracion ya que considero que los comentarios que voy a realizar a continuacion son con conocimiento de causa ya que a parte de dedicarnos a la misma profesion,tenemos como hobby viajar por todo el mundo haciendo rutas gastronomicas.
Considero que el bulli debe analizarse de diferentes perspectivas ya que hay mucho para analizar... he de decir que ha sido una experiencia sensorial que dificimente podremos olvidar tanto ella como yo, ya que durante les seis horas y media que estuvimos en sus instalaciones estuvimos en una nube, des de el principio ya puedes observar que es un restaurante difernte a todo lo que habiamos visitado hasta la fecha puesto que llegamos faltaldo diez minutos para la 13 y habia cola de coches para poder entrar en el restaurante ya que faltaban diez minutos para la 13 tenian cerrada las barreras que dan acceso al restaurante, que con puntualidad suiza abrieron sus puertas, nada mas llegar nos dieron un recibimiento un sequito de jefes de sala, maitres, camareros, pasas platos, etc que no habia visto en mi vida,fuimos a la cocina opara ver la y conocer un poco mas las entrañas del bulli ,una locura de personal , hasta casi 40 personas en cocina lo nunca visto... despues nos acomodamos en una mesa donde no habia absolutamente nada mas que un maltel precioso de lino y una mini servilleta de lino intuyendo que ya des de el principio todo va a ser difernte... empezamos el menu festival de 50 platos y desde los coctails hasta la caja de bombones es una explosion sensorial llegando incluso en algun punto a ser extresante para llegar a comprender hasta donde es capaz de llegar FERRAN y SU EQUIPO con las creaciones y los juegos sensitivos... No voy a entra a analizar los platos uno por uno puesto que podria escribir durante unas cuantas horas para analizar todo el menu, pero tengo que deciros que dificilmente pueda volver a repertir decha sensacion... he de decir que considero que el 98% de la gente que visita el bulli no llega a comprender realmente todo el trabajo y todo el esfuerzo que hay detras de los platos del menu, la gente de a pie no esta preparada, ni tiene poque estarlo,para experimentar tal cantidad de informacion en tan corto espacio de tiempo... pero no todo es oro lo que en el buuli reluce y lo digo por que vi muchos muchisimos detalles que ser el mejor restaurante del mundo creo yo que no los puede tener o mas bien no deberia... quier oque quede bien claro que no es una critica negativa ya que como ha dicho anteiormente disfrutamos como niños pequemños y no somos de las prsonasa que vamos a los lugares ara buscar defectos,si no todo lo contrario,puesto que sino no disfrutariamos nunca ya que defectos tenemos todos... lo que para mi no puede pasar en el bli es que yo llame al restaurante cuatro dias antes para hablar con el sumiller para comentarles que vinos habia decidido que mi mujer y yo beberiamos el dia de la comida, le comente que estabamos para enpezar entre un Oenotheque del 92 , un RD 96 Bollinger y un Krug 96, le pedi consejo y quedamos en que el mejor para maridar dicho menu seria el Oenotheque 92, hasta aqui todo perfecto, despues le dije que queriamos beber un tinto y que el elegido seria un Mouton Rostchild 1990 y el me dijo que perfecto, quedamos en que por peticion mia se habririan los vinos sobretodo el tinto a las 11 debido a que necesita de tres a cuatro horas de oxigenacion para poderlo disfrutar al cien por cien, llegando a oferles mi targeta de credito por si querian cobrase algo por adelantado ya que considero que no son vinos que valgan precisamente poco y muy educadamente medijeron que no hacia falta , con la sorpresa que cuando llego alli me da el sumiller la carta de vinos par aque eliga el vino, entonces yo le digo que ya esta

El local es quizá lo menos impactante, no por su ubicación, un auténtico paraíso de tortuoso acceso, sino porque la estructura y decoración de la sala no se corresponde con lo que se va a comer y con lo que se va a pagar. La cocina es la parte más nueva y espaciosa, la sala es rústica y sencilla, sin lujos ni alardes, con todo ello resulta espacioso y lo suficientemente silencioso. Lo menos adecuado son las sillas, más propias de un asador castellano que del considerado mejor restaurante mundial en la última década.

Sobre la cocina se han escrito tantas y tantas líneas que poco nuevo podemos aportar. Además de un auténtico espectáculo de sabores, texturas y contrastes, además de un empleo de excelentes materias primas, además de la enorme labor de investigación de cara a ejecutar las creaciones, además del minucioso estudio de los tempos, del orden de los platos, de las subidas y bajadas recibidas a lo largo de las 42 estaciones del viaje gastronómico, además de todo eso está lo más importante: aquí hay alma, hay movimiento, hay algo que transmite. Y lo más trascendente es que te hace pensar, que le vas dando vueltas a todo y ves que todo tiene su lógica, que percibes que nada ha sido elegido ni estudiado al azar. Por supuesto que hubo cosas que gustaron más que otras, que hubo cosas mejorables, que fueron demasiados platos, que el ritmo del menú fue infernal, que son cinco horas de la máxima tensión sensorial, pero al final te quedas con lo que te quedas y eso es lo que permanece: una auténtica gozada para nuestros sentidos, un viaje irrepetible a través de los mismos.

No puede haber una fiesta completa sin vino. La carta es extensa, unas 1300 referencias, falta quizá algún champagne de pequeño productor, algún riesling más, algún Barolo más, pero bueno, cumple expectativas, además ahora hay algunos cambios debido a que no se reponen ciertos vinos agotados. Lo que más nos gusta es que está publicada en Internet con sus precios, con lo cual favorece la elección previa, y lo que menos los precios, demasiado inflados en general, pero como en casi todas las cartas hay algunos menos inflados, que simplemente hay que gastar tiempo en buscar. El tratamiento del vino nos pareció modélico, cambio de copas para cada uno de los 8 que pedimos, temperaturas perfectas, copas nunca vacías, ninguna gota derramada, en fin, un tratamiento intachable a cargo de dos muy buenos profesionales, Ferrán Centelles y David Seijas.

En cuanto al servicio, comentar que es lo que más nos sorprendió del restaurante. Alucinante. En nuestra mesa (de 9 comensales) había momentos en que una decena de camareros nos atendían con una coordinación perfecta, rápida, sin notarse, sin hacer ruido, cada uno realizando una labor concreta, siempre con buen humor, con excelentes maneras y explicando perfectamente todos los platos, respondiendo a cualquier pregunta formulable. Espectacular verlos trabajar, parecía como cuando un Fórmula 1 para a cambiar ruedas, 20 personas ejecutando una acción a la vez en perfecta sincronía. Encomiable la labor de trabajo en equipo y entrenamiento.

Dicen que lo bueno es caro y El Bulli es bueno, así que…es caro. Muy caro. Este año en su despedida, el menú cuesta la friolera de 270 euros. Complicado evaluar la RCP del restaurante, como complicado sería evaluar la RCP de un Cheval Blanc del 47, pero a nosotros nos pareció caro. El menú es impresionante, el producto muy bueno, los 50 cocineros, el servicio…todo tiene un precio. No nos arrepentimos en absoluto de la experiencia, es más, quizá sea la mejor que hemos vivido en un restaurante, pero hay que pagarla. Sabemos que mucha gente no estará de acuerdo porque esto es una cuestión muy subjetiva y dependiente, pero esa es nuestra opinión. No obstante e insistimos, duele soltar tanto dinero, pero lo recibido, todo lo vivido, lo termina por compensar.

Habíamos dado ya hace tiempo por cerrada cualquier posibilidad de visitar este restaurante, pero la vida da muchas vueltas y nos surgió la posibilidad de hacerlo gracias a las gestiones de un buen amigo. Y pese a la dificultad de cuadrar el presupuesto lo hicimos, al fin y al cabo sabíamos que iba a ser una experiencia única en nuestra vida. Y desde luego que lo ha sido, cenar en El Bulli es uno de los momentos que siempre recordaremos en nuestra trayectoria como aficionados al vino y a la gastronomía. Fueron 5 horas de risas, de debates, de caras de admiración, de caras también de extrañeza, en fin, que resulta imposible quedar indiferente ante tal cúmulo de sensaciones. Pese a que nuestra cartera se quedó más limpia que una patena, la última sensación es la que nos queda: El Bulli es algo más que un restaurante y en unos meses, a partir del 30 de julio, será una leyenda. Y nos sentimos orgullosos de formar parte de ella. Hasta siempre.

PS: para una mayor información sobre el menú y los vinos les remitimos a la entrada publicada en el blog:

https://www.verema.com/blog/eugenio/844762-bulli-can-mia-dos-caras-misma-moneda-i

Era seguramente la duodécima ocasión que visitaba El Bulli. La primera visita se remonta al año 1989, con 20 años, cuando no reservábamos mesa sino restaurante, ya que en mas de una ocasión estábamos solos en la sala con Juli merodeando nerviosamente la sala siempre con el pitillo en la boca y Ferran asomando la cabeza.
No voy a aburrir con el listado de excelencias perfectamente detalladas en comentarios anteriores. No los voy a asimilar en años, ya que aun hoy no he asimilado ni la primera vez que comí allí (recuerdo un erizo gratinado). Solo destacar que, después de muchos años, hemos podido recuperar el placer de un invierno en El Bulli con sus platos de caza (malditos los años perdidos)... esa fantástica liebre.
Me limito a dejar constancia de la última, y como siempre excelente y mágica noche en el mejor espectáculo del mundo. Dejemos ya de hablar de un restaurante. No hay comparación posible en el mundo (al menos el mundo que yo conozco). Lluís Garcia me dijo que nuestra mesa estuvo a punto de ser la única de la temporada en terminar esa obra maestra que es la caja de mar dulce. La verdad es que nos presentamos decididos ha si hacia falta morir comiendo y disfrutando. Casi lo conseguimos.
Bajamos a Roses en dirección al Intermezzo a terminar la velada con un par de copas casi llorando, pensando que era la última vez y que aquello que tanta felicidad nos ha dado en vida se convertirá en breve en -perdón- un maldito museo. Des de aquel día nuestras vidas pasaran a formar parte de un museo. ¡Que jodido!
Hasta siempre.

  • Balón de gorgonzola

    Balón de gorgonzola

  • fantástico blinis con St. Felicien y trufa

    fantástico blinis con St. Felicien y trufa

  • Caviar evidentemente falso

    Caviar evidentemente falso

Conseguí aún no se como, una mesa en el Bulli. Llevaba años intentándolo, pero esta vez hubo suerte. La reserva era para las 8 de la tarde, y a las 7 y media nos abrieron las puertas del templo. Habia gente que venia de Estados Unidos "sólo" para cenar allí, ya que también les costó poder reservar. Habia gente de todo tipo, no era necesario ir bien vestido y parecer saberlo todo para estar allí. Lo primero que hacen es darte la bienvenida y enseñarte la cocina, presentándote personalmente a Ferrán Adriá, incluso la persona que nos guiaba se memorizó mi nombre y me presentó a Ferrán como David Vela (todo un lujo). Después te acompañan a la mesa, seguramente ya sabiáis, el Bulli en cuanto a decoración, es mas bien clásico, pero con detalles de un restaurante de primer nivel (manteleria, cuberteria de plata y diseño, copas Riedel, platos de diseño vanguardista, etc.). Y el tamaño, por desgracia, es bastante reducido, para unos 50 comensales. Hay mas gente trabajando que disfrutando (o no?)
Lo mejor, es la legión de camareros que te atienden, gente de distintas procedencias, con una cultura a la altura y una profesionalidad fuera de lo común, y lo que más les engrandece, es su humildad y cercania. Te hacían sentir cómodo, como en tu propia casa. Una vez en la mesa lo primero que hicieron fué confirmar que no teniamos alergias a ningún alimento, cosa que por mail ya nos preguntaron, y también querian saber si habia alguna comida en especial que no nos gustara, es decir, el menú degustación se podia adaptar a tu gusto. Es la primera vez que estoy en un "tres estrellas", pero me sorprendió, que hubiera una cubertería exclusiva, por cada mesa (y por supuesto de plata).
Empezamos con los platos:

Los cócteles de bienbenida (cada 2 o 3 minutos traían un plato)
1- Fresa con Campari (se comia en dos bocados)
2- Flauta de Mojito y manzana.La textura y sabor eran impresionantes.
3- Almendra-fizz con amarena-LYO (era una espuma con vodka, Amareto, soda y leche de almendra, con una cereza liofilizada (por congelación extraen el agua de la cereza))

Los primeros:
4- Empanadillas de alga nori (con la que se hace el sushi) con base de sésamo y cítricos (se comia en dos bocados). Uno de los mejores platos para mi.
5- Porra liquida de avellana
6- Doritos de maiz (por supuesto hechos por ellos)
7- Raviolis de pistachos
8- Avellanas con frambuesa
9- Porras de queso parmesano (riquísimas)
10- Chip de aceite de oliva (de lo mejor)
11- Granizado de Bloody-Mary (solo se comia lo de arriba)
12- Corteza de bacalao con espuma de miel
13- Tortillita de camarones
14- Langostino hervido
15- Gamba con dos cocciones, la cuchara es el concentrado de la cabeza de la gamba, que se bebia primero, y de la gamba se comian hasta las patas. Otro de los mejores para mi.

Los Segundos (eran las 20:40, y ya llevábamos 15 platos, la sincronización en el servicio era perfecta, por que aunque parezca que iban demasiado rápido, el tiempo era el ideal entre plato y plato)
16- Pechugas de Codornices con escabeche de zanahoria y diferentes especies
17- Cardamomo tostado (este plato no se comía, solo se debia oler al comer los siguientes)
18- Canapé de tordo (un pájaro, para el que no lo sepa (yo no lo sabia))
19- Costillitas de tordo
20- Capuccino de caza (era una espuma con sabor a carne de caza).
21- Tártar de tomate, (con escamas de hielo encima)
22- Tiramisú japones de diferentes texturas
23- Cerillas de wasabi con Soja
24- Crema de caviar, con caviar y caviar de avellanas. (teniamos que adivinar, cual era cual y no era tan fácil)
25- "drap" de Tartufo (Trufa), se debia de oler y luego comer, junto con el siguiente plato.
26- "macaron" de parmesano
27- Blini de queso Saint Felicien, donde pusimos la trufa del plato nº25
28- Llangueta templada (es parecido al chanquete), nos las templaron "in situ".
29- Angulas (que no las "gulas" del norte) al vapor (no las habia probado nunca, y están de muerte).
30- Almeja negra, junto con su agua (se bebe primero su jugo, y luego se come la almeja)
31- Lulo (fruta sudamericana) con "ceviche" (es un cocido) con molusco y un majado de cilantro
32- Taco de Oaxaca (México), con aguacate y cilantro
33- Gazpacho y ajo blanco. La parte del centro era el gazpacho, lo que hacen es congelarlo, y al descongelarlo lo decantan, para separar la parte sólida y líquida del mismo, y así se quedan con la parte sin color y con todo el sabor, que vuelven a congelar. De los platos que mas nos gustaron.
34- Papillote de endivia al 50%, con nueces tiernas y caviar de aceite de oliva.
35- Ostra con Becada (pájaro, cosa que no sabia)
36- Becada con Ostra, lo mismo pero al revés
37- Rissotto de moras con salsa de liebre.
38- Ravioli de liebre con su boloñesa y su sangre, nos sirvieron una copa en la que nos decían que estaba la sangre de la liebre. Pero realmente era una reducción de remolacha, con alguna hortaliza mas.

Y comenzamos con los postres....

39- Fresas calientes con consomé de liebre
40- Castañas miméticas (lo parecen pero no lo son)
41- Terrones de azúcar al té y lima, con un dosificador añadiamos aceite de oliva al gusto, a cada uno de los terrones.
42- Nem Floral. Postre riquísimo.
43- Coca de vidre
44- Filipinos rellenos de líquido de coco.
45- "Pets" de fresa y praliné
46- Caja de chocolates, todos artesanos y realizados por ellos, y de un tamaño brutal!!!

Durante estos platos, bebimos dos vinos blancos (mas fáciles de maridar con tanta variedad de sabores). El primero era Un Riesling de Alsacia (Les Elements 2008), que me decepcionó bastante, ya que buscaba un vino con mas textura y aroma, y este se mostró muy plano. El segundo era un Côtes-du-Rhône, con viognier, Marsanne, Clairette y Bourbolenc (Coudolet 2005), este si alcanzó mis espectativas, ya que se mostraba mas graso y maduro que el anterior. Para acabar continuamos con un tinto un La Grange des Pères 2001, al que no le costó mucho abrirse, fué acertada la decisión del Sommelier.

Luego con los postres, bebimos dos rarezas... un Malvasia de Sitges (si, si de Sitges), de limitadísima producción, sólo queda unas 3 hectáreas de producción en el hospital de Sant Joan Baptista.
Y el otro es un Pedro Ximénez Noé de González Byass (un vino con mas de 30 años de crianza).
Luego acabamos en la terraza (con el frio que hacia), escuchando el romper de las olas del mar, bebiendo Grappa y fumando un Habano Trinidad edición limitada 2010, que estaba riquisimo.

Es una obra maestra de la gastronomía, siendo crítico, y debes ir con una mente abierta y preparado para descubrir, por que para eso es el Bulli, para descubrir. Para el que piense que se queda con hambre se equivoca de principio a fin. Y el ambiente es de lo mas acogedor y cálido. Al contrario de lo que el mejor restaurante del mundo (aunque este año no lo sea) pueda parecer transmitir. Ferrán Adriá es un artista, y uno de los mejores cocineros del mundo, más aún, es un creador, y lo hemos comprobado, y El Bulli es un restaurante para vivirlo intensamente, sin complejos y la mente abierta.

Este es sin duda el referente absoluto de la gastronomía y tenemos la suerte de que esté en nuestro país.
Todo es absolutamente perfecto y lo único que lamento es no tener la suerte de poder reservar una mesa para volver otra vez.

Que difícil es escribir un comentario sobre este restaurante, y expresar con palabras lo que allí se vive, distinto a todos en concepto y filosofía es un mito de la cocina mundial que perdurará en el tiempo como el promotor de la mayor revolución gastronomica de la historia.

El Bulli no es un restaurante, es un laboratorio, donde las cosas no son lo que parecen pero si saben a lo que son, es otro mundo, su concepto de servicio mediante tapas es muy “español”, a quien no le gusta realizar una comida degustando más de 30 platos, temperaturas y sabores imposibles, texturas hasta ahora inexistentes, magia a raudales y sobre todo diversión.

Antes de profundizar en el fondo de la cuestion me gustaría, en primer lugar agraceder a mi mujer la gestión de la reserva, ya que sin ella hubiera sido imposible hacer realidad este sueño, y en segundo lugar a Lluis Garcia, que nos eligió a nosotros y no a otros para vivir esta maravillosa experiencia. Por otro lado me gustaría remarcar que es la primera vez que intentamos reservar, y sin ningún tipo de enchufe ni padrino lo conseguimos, increíble pero cierto.

Tras la visita de rigor a la cocina, en la cual un ejercito de cocineros ejecuta lo que el maestro ha creado, lo saludamos y pasamos a la sala, servicio, vajilla y copas impecable, de un 3 estrellas sin duda, el local aunque situado en un lugar paradisiaco y privilegiado no deja de ser una casa de campo de corte clásico, lo que contrasta con la cocina que allí se ejecuta, lo cierto es que mantiene ese aire kitsch que tanto se lleva ahora, pero claro, una vez que aterrizas allí, ¿a quien le importa la decoración del lugar?.

Entrando en el meollo de la cuestión, e intentando resumirlo de la manera más breve posible, dividiré lo que cenamos aquella noche en tres niveles; el primero, preparaciones que me parecieron sobrecogedoras, salidas de la mente de un genio, impresionantes y magnificas, las que te hacen comprender donde estas, otras que estaban muy, muy muy buenas, dignas todas ellas del mejor 3 estrellas michelin del mundo, pero sin alcanzar el nivel anterior, y por último las que no entendí, o mejor dicho no supe entender, no es que no nos gustaran, simplemente menos sorprendentes o mas difíciles de comprender para mis limitados conocimientos gastronómicos en comparación con las otras, y claro es que es imposible que después de tal aluvión todo guste por igual.

En el grupo de las grandes situaríamos a:

Flauta de mojito y manzana. Nunca me había comido un mojito, la pureza del sabor y la perfección del coctel nos dejo impresionado.
Empanadilla de nori. El alga escondía en su interior un cítrico japones, el cual combinaba perfectamente con el crujiente envoltorio, ligero, sabroso y equilibrado.
Palet de hibiscus y cacahuete, al igual que el anterior un gran snack, perfecta combinación de sabores, la crema del interior delicadisima y visualmente precioso, el rojo del exterior contrastaba con el interior.
Tortillita de camarones (dos versiones). La primera impresionante, blanca y roja, el pequeño camaron dispuesto encima de una especie de papel de azucar, con un polvo rojo en su parte inferior que potenciaba tremendamente el sabor. La segunda crujiente, menos impactante que la anterior pero al igual de 10.
Canapé de jamon y jengibre. Madre mía, no se que decir, lo primero que pensaba cuando veía escrito el nombre de la famosa preparación en alguna publicación es ¿y eso estará bueno?. En el mundo de la cocina existen productos que lo mejor es degustarlos tal cual, cuanto menos se toquen mejor, sin duda alguna el rey de esta lista es el Jamon de Bellota, bien cortado, dispuesto sobre un plato y acompañado de un buen pan, un vino que le plante cara, y en todo caso algo de oro liquido ¿Quién se va a atrever a cocinar o trasformar de alguna manera una joya gastronómica de tal calado?, pues solo podía ser él, Ferran. Este plato es antológico, una lámina de jengibre finísima y crujiente sirve de apoyo a la divina gelatina de jamón, con una potencia y una pureza de sabor que hace llorar, inolvidable, tiene todo, el sabor del mejor jamón del mundo, textura impresionante, matrimonio perfecto aunque parezca mentira y visualmente increíble.
Codornices en escabeche de zanahoria, cuatro pechugas (o muslitos) de codorniz con un ligero escabeche en una parte y con una especia distinta cada una, grandioso.

Tartar de tomate, emulando al steak tratar en apariencia y presentación, composición referescante, con una variedad de sabores impactante y compleja, sobre esta se disponían cristales helados, otro juego de texturas marca de la casa, increible lo que se puede hacer utilizando un tomate como ingrediente principal, solo comparable al tratamiento de los vegetales de Aduriz, el plato nos recordó al gran carpaccio vegetal de Mugaritz que pudimos degustar a finales del 2008 elaborado a base de sandia, pero lo cierto es que esta preparación es mas profunda y con mas matices que la del vasco.
Tiramisú, igual que el archiconocido postre pero salado y acompañado por una infusión de alga y atún secado durante 3 años, lo que le daba ese toque oriental tan común en este restaurante, pero solo en su justa medida.
Drap de tartufo, genial, “merengue” salado y al mismo tiempo frío, otra combinación imposible llevada a la realidad.
Blini trufado. El blini, impresionante, se servía con trufa blanca laminada, la cual disponíamos encima para acompañar cada bocado, de poco me da algo, que aroma.
Anemona fría con percebe. Zamburiñas con risotto de anémonas. Dos platos distintos de marisco, a cual mejor, combinación perfecta con pleno sabor a mar.
Papillote de endivia 50%, perfecto, la endivia en su punto, esferificacion de avellana sobre ella, una crema que ya no recuerdo de lo que era, y nueces tiernas, la complejidad de la sencillez.
Gazpacho y ajo blanco, nos sorprendió que sirvieran el plato fuera de la temporada habitual de la preparación, pero se lo agradeceré eternamente. Nieve en polvo en el centro (gazpacho), crema de ajo blanco a su alrededor, y por encima aceite de oliva. El mejor gazpacho que he probado nunca, parecía que le hubiera extraído el alma a la verdura, su textura fría y fina, y su color blanco inmaculado remataban la obra maestra.
Tortola con risotto de moras al cardamomo. Carne mantequillosa, que se degusta mientras se huele una bolsita con cardamomo, el risotto presentado en cucharilla a parte, un 10.
Ravioli de liebre con su boloñesa y su sangre, que maravilla, el ravioli que explota, en el centro la liebre al estilo royal, potentísima de sabor, la “sangre” en una copa de vino, impactante, que maestría en el manejo de la caza.

En el segundo grupo estarían:

Globo de gorgonzola, alarde de técnica, servido con nuez moscada rallada en el momento, frio y crujiente a la vez, y pleno de sabor a queso.
Porra de parmesano, excelente queso, finisima preparacion crujiente.
Avellana frambuesa, otro juego de textura y temperaturas, combinación de sabores imposible de la que sale más que airoso.
Galleta de caviar y avellana, me encanta la tecnica de la esferificación, llena la boca de sabor, otra aportación memorable de Adría.
Crema de caviar con caviar de avellana, un precioso juego de contrastes en el que nos proponen adivinar cual es el caviar verdadero.
Macaron de parmesano, magica receta lactea.
Ostras con tierra negra y tuétano, el tuétano magnifico, suave pero reconocible, la salsa de la ostra muy buena pero quizas con excesivo sabor a soja.
Gamba crujiente con crema de pandang, exquisito, el cuerpo como hervido, las patas fritas y el concentrado de la cabeza en una cuchara.
Ceviche de lulo y molusco, juego de sabores ácidos refrescante y totalmente nuevo para el paladar.
Fresas calientes con consome de liebre, un caldo intensisimo de sabor y clarificado hasta el límite, depurada técnica, las fresas le dan un toque acido perfecto.
Castaña mimetica, alucinante, de otro planeta.
Coca de vidre, el postre que más nos gusto, parecía cristal soplado, gran sabor y gran belleza.

El tercer grupo estaría integrado por, fresa mimética, alemendra fizz con amaren a LYO, cerilla de soja con yuzu al miso, langostino hervido (el único plato que era reconocible por el nombre, perfectamente hervido pero solo eso), taco de oaxaca, terrón de azúcar al te y Lima, filipinos, pets de fresa y praline. Lo dicho anteriormente, perfecta armonía, muy buenos pero menos sorprendentes, claro esta que es cuestión de gustos.

En lo que al vino se refiere el servicio perfecto, y los caldos que degustamos espectaculares, dada la diversidad de la cena y lo complejo de su maridaje nos decantamos por un blanco en primer lugar, suvignon Blanc cloudy bay 2009, profundo y afrutado fue buen compañero de viaje hasta la caza, para la que cambiamos a un Cotes du Marmandais Clos Baquey 1999, perfecta armonía entre madera y fruta, una autentica maravilla.

Despues de todo esto, queda siempre el recuerdo, cuando más se saborea es después, el bombardeo de platos desborda, incluso asusta, realmente todo pasa tan rápido que no es asimilable en el momento, es después cuando lo recuerdas, cuando lo comentas, cuando lo sueñas, es entonces cuando realmente entiendes lo que te ha pasado, el privilegio que has vivido, la experiencia única e irrepetible que aquello fue.

Y es que nadie ha hecho tanto por la cocina española, nadie ha experimentado y ha creado tanto, nadie ha influido tanto, nadie ha aportado tanto reinventando todo cuando ya parecía que todo estaba inventado, y por ello solo queda por parte de los que nos gusta disfrutar del placer de la gastronomía darle las gracias, ya que sus creaciones y conceptos no terminaran con el cierre del Templo, su filosofía de libertad culinaria se podrá seguir percibiendo en los muchos establecimientos que siguen su estela influenciados por el genio, en los cuales, y gracias a el, se sirve una sardina a la altura de un bogavante, o unas bravas con el mismo valor gastronómico que el caviar, esa libertad, esa nueva manera de pensar ha generado una cultura evolutiva que nos ha llevado a estar en la cabeza de la gastronomía a nivel mundial y a entender la cocina como lo que realmente es, un arte.

Escribo esto veinte días después de la experiencia. Todos y cada uno de estos días me acuerdo de aquella cena. Cuando no es porque retoco las fotos, es porque la 2 emite un documental. Cuando no es porque alguien me pregunta cómo fue la experiencia es porque ojeo alguno de los libros que nos dieron a la salida. Pero pasemos a intentar resumir lo que fue aquella hemorragia de sensaciones.

Lo primero sorprendente fue la manera de conseguir la mesa. Mi hermana tenía una reserva para dos, a la que por supuesto pensaba acudir con su marido. El día antes le supliqué que llamara para ver si en vez de dos podíamos ser cuatro. Se alinearon jupiter, la luna y saturno, tiré el dado 100 veces y las 100 veces salió el 6, el caso es que le dijeron que sí. Después de los saltos de rigor, nos presentamos en el Vaticano de los gastrónomos, con curiosidad, ilusión, un punto de ansiedad y el miedo a que lo que uno ha imaginado tantas veces no llegue a lo que uno espera. A menudo lo peor de tener un sueño es llegar a cumplirlo.

Visita a la cocina, con Ferran saludando. Parco en palabras, concentrado en la maravillosa orquesta que detrás suyo ejecutaba las partituras que había compuesto durante meses. Y cuando aún nos estamos sentando empieza el festival. Fresa mimética con campari y bocadillo de mojito. Empiezan las risas nerviosas, llevas un minuto sentado y ya sabes que va a ser muy grande. Sorprende el trajín general. 22 personas de sala para 50 comensales. Bella coreografía de idas y venidas. Huela esto, coma en 2 bocados, instrucciones de uso en cada plato, para que el torrente de sabores fluya de la forma que el genio los pensó.

Así durante los 38 actos de esta maravillosa obra. Risas en todas las mesas, diversión general, muy lejos del ambiente snob que uno imagina en el mejor restaurante del mundo.

Con los días tengo sentimientos encontrados. Me siento un privilegiado absoluto por haber vivido esa noche, y a la vez envidio plenamente a los que no han ido ni irán. No se echa de menos a lo que nunca se ha tenido ni se añora el amor que no correspondido.

Para quien tenga curiosidad por el tema menú y, sobre todo, los (excelentes) vinos que tomamos, verá que los precios son contenidos.
Dijimos que queriamos movernos en los 50 euros y fue super obediente. 45, 45, 50, 33 y 32.
Excelente.
Y estaban buenos, sobre todo el de Nueva Zelanda y el Moregeot Lemoine!!

Saludos

  • Factura restaurante El Bulli

    Factura restaurante El Bulli

Vaya por delante que llevo varios dias, desde el dia 5 de noviembre en que volví al Bulli a cenar, pensando que escribir.

Se puede escribir mucho y bien, o mucho y polémico sobre este ¿restaurante? ¿laboratorio? La verdad es que tengo sentimientos contradictorios.

Mi primera visita en abril de 2005 fue una catársis. Excelente. Vibrante. Sorprendente. Alucinante. Rompedora. Un recuerdo memorable.

5 años y medio después y, con mucha suerte y ninguna influencia, llega la oportunidad de probar, menú invernal esta vez, y repetir en el (actualmente) segundo "mejor" restaurante del mundo.
Sinceramente, las calificaciones están fuera de lugar en éste y algún otro caso.
El Bulli es un mundo aparte. Para bien o para mal, su nivel de creatividad, de innovación, de sorpresa, de riesgo (en algunos casos rozando lo aceptable para vista, paladar y textura) y de experiencia, superan a (casi) cualquier otro restaurante de nivel.
Conozco 6 de los 7 restaurantes con 3 Estrellas Michelin de España. Sólo me falta Akelarre. Conozco muchos de 2 y muchos de 1 Estrella. Conozco, aqui y en el extranjero, muchísimos buenos restaurantes sin estrella, pero con cocinas destacables, buenas, buenísimas, o excelentes. Y, sin embargo, al Bulli lo dejaría fuera de cualquier lista.
El Bulli es (hasta que cierre) un capítulo aparte en la cocina.
EL menú (larguísimo) que tomamos y que empieza con un snack que no fotografié, acaba más de 4 horas (y 5 botellas) después.

Sólo diré que, de los 4 que fuimos a cenar, 2 éramos repetidores y 2 noveles. Los 2 repetidores que, además, fuimos juntos en 2005, tuvimos una sensación agridulce al acabar, como pensando que Ferran Adrià es un genio pero que los límites de la experimentación y de la innovación tienen un tope, sobre todo en sabores y contrastes (el menú invernal con "caza", menudillos y platos más fuertes nos gustó menos que el "veraniego" de 2005). Además, en Catalunya, con una despensa natural brutal y en plena temporada, no incluir NI UN SÓLO plato con setas es, cuanto menos, sorprendente.
En cambio, los 2 comensales "noveles", estuvieron (y están aún) en estado de shock. Y uno de ellos venia de comer en el PER SE de Nueva York hacía una semana, y ambos conocen,y mucho, buenos restaurantes estrellados. Alucinaron.

En cuanto a vinos, fundamental aquí y en cualquier comida, para mi, volvimos a ponernos en las manos del sumiller. En 2005 nos suministró Borgoña blanco y tinto a 40 euros botella (limite impuesto).
Esta vez, con toda confianza le pedimos botellas alrededor de los 50-55 euros (vi que la carta era sensiblemente más cara que la última vez y no por los 5 años transcurridos).
Esta es la selección que disfrutamos. Brutales los blancos y muy bueno el tinto aunque, quizá, eclipsado por ser la cuarta botella que tomábamos, después del cava y los 2 blancos.

Cava Agusti Torelló Gran Reserva 2005.
Sauvignon Blanc Te Mata (Hawke's Bay, Nueva Zelanda) Woodthorpe 2008. Blanco
Chassagne-Montrachet Les Morgeots 2002 -Lucien Le Moine (1er cru) 2002. Blanco
Crozes-Hermitage La Guiraude 1999, Domaine Alaing Graillot. Tinto
Riesling Rheingau Auslese 2007 - Georg Breuer (Rheingau). Dulce.

Resumen: para quien haya podido probarlo, siempre le quedará su recuerdo del paso por el Bulli.
Para quien no haya podido o no haya "querido" (tampoco es tan fácil conseguir mesa), creo que se arrepentirá.
Para poder opinar hay que conocer.
No obstante considero mis 2 experiencias en El Bulli como muy satisfactorias y para no olvidar y, además, para confirmar que el MEJOR restaurante que he probado sigue siendo, de largo, EL CELLER DE CAN ROCA. Antes, y ahora.

  • Caja (postres)

    Caja (postres)

  • Uno de los platos.

    Uno de los platos.

  • Vinos consumidos en la cena.

    Vinos consumidos en la cena.

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