Situado en la zona del Born se encuentra este restaurante que no destaca por nada...más que por su situación en la zona que quizás tenga más ambiente de Barcelona, dónde no por ello y a pesar de la gran cantidad de locales, es sencillo encontrar un buen lugar para comer.

Animados por cenar en un lugar tranquilo, acogedor, y con platos reconocibles (aquí en el Born, amén de los pinchos de las franquicias tipo vasco, se prodigan en las cartas las elaboraciones rocambolescas con tintes exóticos y más preparados para ser fotografiados que para ser degustados), elegimos este local con la esperanza de cenar un buen pescado.

De primero y para compartir pedimos unas anchoas a las que aún no comprendo porqué las habían rociado con vinagre blanco. La anchoa en sí no valía mucho, pero el vinagre acabó por desgraciarla...

También, ya que estamos en la época, pedimos unas alcachofas fritas, que supongo eran de la temporada pasada...aunque no quiero descartar la falta de pericia en la "complicadísima" cocción...(no las pudimos terminar).

Unas almejas a la plancha "chiclosas" cerraron el desatino en los primeros.

De segundo, y fuera de carta, yo pedí lubina de "costa" a la plancha acompañada de unas verduritas. Sería injusto decir que no estaba fresca, aunque no me atrevo para nada a certificar que su origen no fuera de piscifactoría. Por lo demás, insulsa igual que las verduras que la acompañaban. El otro comensal creo que acertó más que yo con un bacalao con sanfaina. Lo probé y al menos tenía buen sabor y la textura era apropiada.

El vino, eso sí, estaba a buena temperatura (era un Rias Baixas, albariño 100%) y las copas eran adecuadas.

En conclusión: servicio adecuado, local acogedor, situación inmejorable, carta atractiva, pero resultado gastronómico triste y pobre...