Restaurante El cantó en Denia
Restaurante El cantó
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
18,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
21 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.5
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
6.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Opiniones de El cantó
OPINIONES
4

Otro de los restaurantes de la guía Tonilín.

Local pequeño de aspecto moderno, donde en su carta se pueden ver las típicas tapas y platos que satisfacen al perfil de cliente de esta concurrida calle, con otros que cuentan con un cierto toque de gracia.

Lo lleva una gente del Este muy simpática que al parecer llevan unos cuantos años dando guerra en Denia.

Sin embargo no esperábamos un resultado tan desigual, la verdad. Resultó mejor el menú de 10 €. de mis hijos, que el nuestro de 14, el cual jugaba a algo que no era.

El mejor plato de la comida resultó ser precisamente uno escogido fuera del menú que recordaba de mi conversación con Toni sobre este sitio la noche que quedamos. Unas Manitas de cerdo deshuesadas con vinagreta de lentejas que responden a esa cocina con gracia a la que hacía alusión anteriormente. Cuidada presentación y con alto sabor. Crujiente y gelatinosa, con las lentejas aportando.

Menú del día (10 €.).

Uno se pidió Croquetas de bacalao con alioli de miel y el otro Patatas bravas con el fin de compartirlas.
De segundo sí que se pidieron lo mismo, Solomillo de cerdo con salsa argentina con unas patatas fritas de acompañamiento riquísimas que los chavales comieron hasta con recelo. Hubo que probarlas, si. Lo cual hace más extraño que para las bravas emplearan unas congeladas.
Y para el postre, uno sorbete de piña, y el otro un sorbete de lima y jengibre que me tuve que acabar yo. Con bastantes trocitos de esta planta que cada vez me gusta más.
Apañaete menú, generoso.

Menú especial (14 €.).

Pan, alioli y tomate, algo que todos ponen y que va bien para matar el hambre.
Carpaccio de bacalao. Plato que sustituyó a la ensalada con la que partía. Muy escaso el bacalao y con la dichosa bolita de helado de limón.
Cuatro pequeños Langostinos al ajillo sin más secreto que el sabor del ajo.
Sepia con verdura. Muy bueno. Una forma sencilla pero diferente de servir la sepia.
Y tras dudar entre las dos opciones finales, nos decantamos y desencantamos con un Arroz seco de marisco. Vale que está en un menú de 14 pavos, pero no lo pongas entonces, te arriesgas a quedar mal. De sabor normalito, normalito, con perfecto punto del arroz, eso si, algo que se ve tienen cogida la medida por estos lares, y cero tropezones, cosa que contradecía a lo que se nos dijo al preguntarle qué llevaba (por lo visto ya me barruntaba algo). Cuatro langostinos enteros por arriba de forma testimonial.
En cuanto a postres; bueno el Sorbete de mango al cava que me tocó, y especial el Tatín de manzana, realmente rico.

De beber, un par de aguas y Coca-Colas, una caña, y una botella de Trilogía blanco 2013 que bebimos en copas Riedel.

Creo sinceramente que tienen mejor cocina que la mostrada en estos dos menús. No hay nada más que ver las manitas, la sepia con verdura y los postres, por ejemplo. Lo que te lleva a pensar que bajo carta seguro crece tu apreciación. Cuestión de elegir lo adecuado. Quizá por ello sea más acertado cenar.

A lo mejor en una próxima visita a esta ciudad, hago de la calle Loreto una ruta de tapa y copa gracias a la experiencia de estos días.

Tras el intento fallido de comer en El Baret de Miquel Ruíz (todo reservado) nos acercamos hasta la animada calle de Loreto donde elegir restaurante de entre tanta oferta.
Elegimos este restaurante animados por el siempre acertado Antoni Alicante.
Aunque tenía una terracita de lo mas apetecible, optamos por comer dentro ya que hacía un sol de justicia.
El comedor está decorado de forma moderna e informal, mesas de tamaño justo, mantelitos individuales y menaje y cristalería correctos.
Servicio muy cercano, muy majete el camarero que nos atendió.
Optamos por el menú del día que ofertaban por 10€.
De primeros:
- Ensalada de tomate, rúcula y queso, rica y refrescante, aliñada con su aceite y su vinagre balsámico.
- Anchoas con cebolla caramelizada, unas anchoas de lo mas correctas a las que se ponía un contrapunto dulce gracias a la cebolla.
De segundos:
- Arroz a banda, presentado en una minipaellera, buen punto del arroz, sabroso, con un punto de socarrát que a mi personalmente me encanta y con bien de tropiezos.
- Sardinas fritas, generosa ración, conté como una docena, de tamaño medio y un pelín pasadas de fritura para mi gusto, se acompañaban con su poco de ensalada.
De postres:
- Helado de canela, muy rico y cremoso, aunque la presentación era de lo mas vulgar.
En cuanto al vino, disponen de una carta bastante escueta aunque con alguna referencia interesante y bastante bien de precio, optamos para la ocasión por un Trilogía Blanco 2011 a 15€ servido bien fresquito en la cubitera de rigor.
Terminamos con unos cafecitos.
Pues no es mala opción, entre semejante oferta.

Se cumple por ahora el 1r. aniversario de su apertura con la actual dirección y se mantiene el buen nivel e incluso mejora en algunos aspectos. Cena en esta ocasión para 9 adultos y 4 niños. Nos habilitan un saloncete exculsivamente para nosotros con mesa larga para los mayores y otra a nuestro lado para los peques. Casi todo lo que pedimos viene de las sugerencias de cocina que se presentan en una pizarra junto a la carta impresa (tapas más clásicas). Pedimos todo platos al centro (2 de cada uno de ellos):

- Pan i allioli. Obviaría mencionarlo si no fuese por lo rico que está aquí el pan y lo buenísimo de este allioli casero. En un tris tras te zanpas tres rebanadas.

- Carpaccio de gambas. Presentación muy visual: sobre una pizarra, negra obviamente, una fina capa de gamba prensada y compactada, cual si fuese un "papel de gamba". Se decora con hierbas y flores. Muy resultón. Lo pido casi siempre y, en esta ocasión, quizás la gamba estaba menos sabrosa. Aún así, plato rico.

- Croquetas de bacalao con allioli de miel. Olé. Buenas las croquetas caseras, crujiente la cobertura y cremoso su interior, y acertado el toque del allioli con miel.

- Cocas con cebolla caramelizada y presa ibérica: muy ricas. Masa casera, cebolla muy golosa y la carne tierna tierna.

- Crujiente de jamón sobre nido de alcachofas y crema de queso: plato que no había probado. Los corazones de alcachofa se presentan desmenuzados simulando más un montoncillo que propiamente un nido. Unas laminitas de jamón horneado, ciertamente crujiente, y, como acompañamiento, la crema de queso. Espectacular, aunque he de confesar que soy uno de los fans más fieles de la alcachofa que conozco.

- Bacalao dorado: Es un revuelto de bacalao desalado presentado en forma de timbal y coronado con patatas paja muy crujientes. Buen plato.

- Entrecot trinchado: Pedimos uno hecho y otro al punto. Realmente salieron uno poco hecho y otro al punto y es que eso de los "puntos de la carne" es muy relativo. Pero agradaron ambos tanto a quienes lo queríamos menos hecho como a quienes lo querían más. Prueba inequívoca de la ternura de la carne. Las verduritas de guarnición estaban de vicio.

- Surtido de postres: torrija caramelizada con helado de yogur búlgaro, mouse de chocolate, tarta de limón y brownie de chocolate. Todos riquísimos especialmente la torrija y la mouse.

Tomamos varias jarras de cerveza al principio y dos botellas de Koden (Luis Alegre). Aguas, cafés y algunos platos sencillos para los niños (croquetas, patatas fritas, hamburguesa de pollo). El precio indicado es por cada uno de los nueve adultos. La RCP me parece muy buena.

Con sólo 9 meses de vida y ya hemos rendido visita en múltiples ocasiones. Local desenfadado, trato cordial, comida rica y precio razonable. 4 en 1, vamos. Situado en el centro neurálgico de la gastronomía dianense en los últimos años, la calle Loreto (hay que ver como es esto de las modas!) poco a poco va abriéndose paso este local entre la multitud de tascas/restaurantes, muchos ellos propiedad de un afamado empresario hostelero de la ciudad. ¿Cómo? Pues como he dicho: a base de trabajo, trato amable, cocina que funciona y precios bajos. Se puede comer en el interior o, siempre que el tiempo lo permita (prácticamente medio año, incluso por la noche) en la terraza montada en la calle.

La propuesta de la carta son tapas más bien típicas (bravas, pulpo, sepia, croquetas...) y una serie de sugerencias fuera de ella con un toque más personal, actual (que no moderno) y ambicioso. Se juega con los contrastes dulce-salado, tradicional-novedoso... Esta vez tomamos bacalao dorado (revuelto de bacalao con un pùnto de fuego y de sal acertadísimo), boquerones en tempura (de frescura destacable y con la tempura nada aceitosa), timbal de manitas de cerdo con vinagreta de lentejas (deliciosa la textura y el sabor de este plato, cocas caseras con presa ibérica (masa tradicional levantina con una especie de pisto de verduras y una porción considerable de presa) y postre de chocolates (brownie y mousse con cremas de calbaza, café, helado de leche merengada...). Todos los platos dan el nivel. Mencionar y recomndar de otras visitas la lasagna de queso, el carpaccio de gambas... La vajilla y las presentaciones muy atractivas y sugerentes y es aquí donde se nota la excelente formación y el bagaje profesional del equipo de cocina (Al Vent, Idíl·lic, casa Pepa en Ondara, Hotel Los Ángeles...).

La carta de vinos es escueta pero con referencias interesantes. Tomamos un Koden de bodegas Luis Alegre que no conocía por recomendación del servicio y nos gusto mucho.

Lugar recomendable, pues. Uno más en Dénia y ya van unos cuantos.

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