Restaurante El Celler de Can Roca en Girona
Restaurante El Celler de Can Roca
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
100,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos, lunes, primera quincena de julio y Navidades
Nota de cata PRECIO MEDIO:
210 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
9.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
9.4
Comida COMIDA
9.5
Precio medio entorno ENTORNO
8.6
RCP CALIDAD-PRECIO
8.8
Tarta Tatin de Cochinillo
Xiaolongbao callos
Memorias de un bar en las afueras de Girona
Cordero con puré de berenjenas y garbanzos. Celler de Can Roca
Cromatismo Naranja. Celler de Can Roca
Salmonete marinado con Kombu. Celler de Can Roca
Los Vinos 2.016. Celler de Can Roca
Cromatismo naranja
Gamba con vinagre
Royal de foie y alcachofa
16.- Toda la gamba
J.Landeira & Joan Roca ( Chef )
Anarkia de Chocolate
Mandala Especiado de Flor de Alcachofa
Ensalada de Ortiguillas, Navajas, “Espardeñes” y Algas Escabechadas
Mandala de cordero
Alfombra de castañas, anguila y cítricos
Ensalada de anémonas, navajas y espardenyes
Adaptación perfume Shalimar de Guerlain
A comerse el mundo
Flower bomb
Any guesses what this is? It was apparently potato mash, lobster and sauce of black trumpets
Elder infusion (or was it just water?), cherries and ice cream
can roca menu
delicioso.
idem
magica presentacion y mucho sabor
Sotobosque.
Royal de oca.
Gamba en brasa.
GT’s
¿Tarta? de cumpleaños
Vainilla, regaliz, caramelo y aceituna negra.
Cochinillo
Lenguado
Los higos con foie
el menu festival y el maridaje
El Gol de Messi
La jugada
Presentación
Las señoras
algodón de azúcar
arroz de colomí
El puro y la copa de verdad
El Puro de “viaje a la habana”
Postre “viaje a la habana”
vinos
Albergínia
Gamba, tierra de gamba y esencia de gamba
La sopa de cerezas con aguila
La bodega
Opiniones de El Celler de Can Roca
OPINIONES
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El restaurante ocupa un espacioso local de aspecto austero y sencillo por fuera, presidido por un patio interior, una antigua casa restaurada que alberga la cocina, un acogedor salón de aperitivos y sobremesa con sus sofás y sillones, su cava de puros y el completo armario de destilados presidiéndolo y un comedor luminoso, confortable y silencioso, donde todos los elementos de acústica, diseño, iluminación y ergonomía están concebidos para proporcionar el cliente la mejor estancia posible. Las sillas son regulables en altura y tienen un sistema de balanceo que permite la relajación muscular, algo que viene de perlas en comidas que duran en torno a las 5 horas. Nosotros estuvimos en un reservado situado junto a la bodega, en una mesa amplia, en un ambiente extraordinariamente acogedor. La vajilla, la cristalería y el menaje son de primeras marcas y de la mayor calidad.

La cocina es la obra y gracia de Joan Roca, hoy por hoy uno de los números uno de la gastronomía mundial. Su momento de forma es sencillamente apabullante, es un rey Midas de la cocina, todo lo que toca, todo lo que hace lo convierte en oro. Su técnica es sencillamente magistral y su capacidad de interpretación no conoce límites. Talento, trabajo y espíritu de superación. Innovación siempre desde el máximo respeto por la tradición. Su menú festival, con 9 platos de forma oficial que al final se convirtieron en unos cuantos más es un auténtico espectáculo, una auténtica lección de lo que debe ser la más alta gastronomía partiendo de una materia prima del máximo nivel y de una elaboración honesta y perfectamente estudiada, aplicando las técnicas más ancestrales y las más rabiosamente modernas. El resultado está claro: un menú absolutamente perfecto, con todas las creaciones rozando el sobresaliente absoluto y algunas superándolo, haciéndonos llegar al éxtasis gastronómico como hasta ahora nadie había conseguido.

Capítulo aparte merecen los postres, a cargo de Jordi, el benjamín de los hermanos y el más talentoso de los tres. Este chico desborda talento por los cuatro costados y resulta el perfecto contrapunto de Joan, mucho más metódico pero al que quizá le falta ese punto de "bendita locura" de Jordi. Juega con todos los sabores, el dulce siempre predominante pero nunca protagonista, los ácidos, los amargos, las diferentes texturas, y lo hace además con humor, cuidando las presentaciones como nadie, logrando que pienses y que entres en su juego malabar. Este chico marcará una época como cocinero de postres y no nos queremos imaginar la que podría liar si se pasa a la parte salada. En fin, que en la cocina tenemos un equipo perfectamente engrasado liderado por dos verdaderos genios de la gastronomía mundial, que además están pasando por un momento especialmente dulce.

Y si en la cocina el nivel es de matrícula de honor, qué quieren que les diga con respecto al vino. Josep Roca (Pitu) es uno de los mejores profesionales que podemos encontrarnos, una perfecta combinación entre conocimientos, pasión, capacidad de aprendizaje, habilidad en la comunicación y entendimiento de lo que son las armonías entre vinos y platos. La bodega es impresionante por su diseño y concepción, con esos 5 espacios que representan las 5 zonas preferidas por Pitu a nivel mundial (Champagne, Borgoña, Jerez, Riesling alemán y Priorato), con un contenido en calidad y cantidad que la sitúan como una de las mejores del mundo. La carta es fácil de leer, aunque resumida en sólo dos enormes tomos de casi 3 kilos de peso cada uno, lo cual no facilita su lectura, quizá habría que haberla dividido en algún tomo más. Los precios son variables, hay vinos a precios francamente razonables y otros un tanto subidos, como siempre en estas cartas lo que hay que hacer es llegar pronto y gastar media hora leyéndola, algo que nos encanta. Y si no quieren leer una carta tan larga, déjense aconsejar por el propio Pitu, nunca saldrán decepcionados. El servicio del vino es modélico, tanto por temperaturas como por calidad de la cristalería, además el equipo de sumilleres es competente y muy profesional. Y el servicio de mesas es el que uno espera de todo un tres estrellas Michelín, moderno, profesional, servicial sin caer en el servilismo, realizando un trabajo discreto y elegante, no te das cuenta de que están, pero ahí están.

Con respecto al precio, el menú festival cuesta ahora 145 euros. No es barato, pero si tenemos en cuenta lo que se recibe a cambio, lo único que podemos destacar es la excelente RCP del restaurante. El resto puede subir hasta el infinito con la oferta de vinos, en nuestro caso con vinos, cafés y copas, 100 euros más por persona, y si tenemos igualmente en cuenta la calidad de lo que bebimos, tampoco nos pareció nada caro.

Acudíamos a Can Roca con la mayor de las expectaciones, y muchas veces cuando se espera lo mejor el resultado suele ser una decepción. Bien, no solo no lo fue sino que incluso superaron lo que esperábamos, este es el resultado del trabajo de tres hermanos llenos de talento, llenos de humildad, llenos de espíritu de trabajo y superación que han logrado crear un espacio que es todo un monumento al hedonismo, un restaurante hecho y diseñado para proporcionar el máximo de los placeres al afortunado comensal, que tras 8 horas en el restaurante no lo quiere abandonar, sencillamente porque no se puede estar más a gusto.

Así pues y a los hermanos Roca, a su excelente equipo de profesionales, a nuestros compañeros de ágape y a todos los que han formado parte de este proyecto, les dedicamos nuestro primer 10 absoluto a un restaurante. Se lo merecen. Y volveremos, aunque solo sea una vez al año, pero así lo pillaremos con más ganas. Estos hermanos nos han ganado para siempre.

PS: Si desean conocer más detalles de la comida y los vinos les remitimos a la entrada del blog:

https://www.verema.com/blog/eugenio/861759-celler-can-roca-monumento-hedonismo

Comida con unos amigos Veremeros este sábado en el Celler de Can Roca.

Voy a dejar los comentarios de esta excepcional comida y de los vinos que la maridaron para otros comensales, a mi me gustaría hacer simplemente una reflexión que hace tiempo me corroe.

No os podría decir cuando fue la primera vez que visité el Celler de Can Roca, pero supongo que fue el paso natural como cliente del restaurante de sus padres.

Desde el primer día me cautivó su cocina ya que no tenía nada que ver con lo que hasta ese momento había probado y totalmente diferente a lo que era en aquellos tiempos habitual en Girona.

Hasta hace un par de años (cuando empecé a entrar en este mundo de Verema) y dado mi escaso conocimiento de gastronomía en general y del mundo del vino en particular, he considerado a Joan Roca como prácticamente el único artífice del éxito del Celler, considerando a “Pitu” como el simple camarero (camarero de vinos como él dice) y como mi nivel no llegaba a más que a pedirle que me trajera una botella de cava fresquito, con esa idea seguí durante años.

Cuando gracias a los amigos de Verema, he empezado a conocer algo más de gastronomía y sobre todo a conocer un pelín el mundo del vino, me he dado cuenta de que el Celler tenía dos “patas” a cual más importante, Joan innovando en la cocina, y “Pitu” como camarero de vinos, emocionando a su clientela uno con sus platos y el otro con “su” bodega. (Hoy me ha alegrado muchísimo escuchar los elogios de mis compañeros de mesa sobre los postres de Jordi, la tercera “pata” del Celler).

Ver y escuchar a Pitu enseñando y explicando “su” bodega es una experiencia impresionante, yo creo que enseñando sus vinos entra en un estado místico, habla de ellos con una ternura que llega a emocionar. (Conozco a dos en particular a los que hoy se les saltaban las lágrimas escuchándolo)

Por esto me gustaría dar con este comentario mi pequeño homenaje Pitu, el “camarero de vinos”.

Agradecer también la atención y santa paciencia que han tenido tanto él, como Joan, Jordi y todo el personal del Celler con nosotros, no es usual entrar a un restaurante a las 13’30 para comer, y salir a las 21’14 de la noche. (Prometemos no volver a hacerlo)

Gracies.

Por suerte y tras una anulación de reserva pudimos acudir a El Celler De Can Roca, al que ya habíamos visitado en dos ocasiones cuando todavía tenía 2 estrellas michelín, una en el anterior local y otra en el actual. Teníamos un grato recuerdo de estas visitas, pero sin duda esta se lleva la palma.

Estamos sin duda ante uno de los mejores restaurantes de España, de los que he visitado hasta la fecha el mejor, si tenemos en cuenta todos los aspectos, el restaurante, el servicio, los vinos, la cocina y los postres. Ahora que el Bulli cierra sus puertas para convertise en una fundación, puede que El Celler ocupe la primera posición, con el permiso de El Poblet (Dacosta), Akellarre (Subijana), Berasategui, Mugaritz (Aduritz) o Sant Pau (Ruscalleda). Ya lo dicen todas las guías, 9'75 en Lo mejor de la gastronomia, 3 estrellas michelín y la posición número 4 de la revista Restaurant.

Vayamos a lo que importa, la comida. El menú degustación que pedimos estaba compuesto por 10 platos y 3 postres, además de sus correspondientes snacks, aperitivos y petit fours, vamos, un festival, de ahi su nombre "Menú festival". Si además añadimos el maridaje de 12 vinos, la experiencia gastronómica puede ser de saltarse la boina. ¿El precio? 145 euros más 45 del maridaje, ¿caro? no, si ves el desfile de sabores, aromas, texturas y elaboraciones que sale de la cocina... una apoteosis, además no cobran ni un duro de más, como debe de ser, ni servicio de pan, ni servicio de mesa, al contrario nos invitaron a un plato, un postre y Gin tonics.

El maridaje desde luego merece la pena si eres un apasionado del vino, cada copa sale a 3,75 euros que rellenan si es necesario, y encontramos joyas como el Chablis Mont de Milieu 83 o el Riesling Josephshöfer Auslesse 1999, además apareció el Nelín 2008, un Priorato blanco que tenía ganas de volver a probar desde hace tiempo.

El menú comenzo con una copa de cava (Berta Bouzy) por cortesía de la casa. Y en seguida pusieron el famoso bonsái con las Olivas rellena de anchoa caramelizadas, sin palabras.

Seguimos con el que podríamos llamar coctel de bienvenida, presentado de forma original con un Bombón líquido relleno de campari y zumo de pomelo, supongo que la parte exterior estaba hecha a base de manteca de cacao.

Luego llegaron un par de snacks, la graciosa Teja de pollo a l'ast, que sin duda recordaba al pollo de las casa de comidas para llevar, y las Espinas de anchoas con tempura de arroz de Pals, crujientes crujientes.

Para continuar con un par de aperitivos más, dos versiones de tapas típicas made in el Celler, la Ensaladilla rusa, con una esferificación de patata, aceituna y aire de atún y unos Calamares a la romana, con una lámina de obulato que contenía una témpura crujiente, calamar y su tinta.

Después comenzó el menú en sí con el impactante Brioche de trufa con caldo de escudella, un tiernísimo panecillo relleno de algo parecido a una mantequilla de trufa que se salía al morder estilo Bollicao, espolvoreado por abundante trufa negra. Se acompañaba de una escudella, cocido típico catalán a base de butifarras. Imposible mejor comienzo.

Luego llegó uno de los platos de la noche para mi, que a pesar de su aparente sencillez, marca un antes y un después. La Escalibada al humo de brasa de encina eran cuatro esferificaciones de cebolla, berenjena, tomate y pimiento verde, cuya técnica desconozco pero me atrevería a decir que eran esferificaciones con gluconolactato y alginato secadas al horno, me quedé con ganas de preguntarle a Joan Roca. Se presentaba en una campana llena de humo de encina, técnica bastante usada actualmente y originaria del Celler mediante el uso de la pipa de humo.

El siguiente plato fue Alcachofas con naranja y aceite de fruta, un plato clásico de la casa con una base de sopa de foie que acompaña perfectamente al sabor terroso de la alcachofa, presentadas en diversas texturas.

La espectacular Gamba de Palamós a la brasa con jugo de setas es un ejemplo de como usar un excelente producto y potenciarlo al máximo.

Otro de los platos que me marcó fue la Sopa de cebolla y nueces de Crespiá con comté. Una cebolla muy confitada acompañada de una sopa de queso comté, en conjunto un sabor que llenaba la boca y te hacía desear que nunca se acabara, otro plato modesto, al igual que la escalibada, llevado a su máximo explendor. Quiero hacerlo en casa.

Por fin llegó uno de los que más estaba esperando por haber oído maravillas de él y no me decepcionó para nada, el Lenguado con aceite de oliva y sabores del mediterráneo. El lenguado cocinado al vació con sus dos lomos juntos consiguiendo de forma natural que se peguen y acabado suavemente en la parilla de encina, con unas emulsiones de aceite de oliva y diversos elementos mediterráneos: hinojo, bergamota, naranja, piñones y olivas verdes.

A continuación vinieron los Calamares con roca de cebolla. Los calamares, en realidad chipirones, cocinados a 55º durante 5 minutos tenían una textura impecable, y se acompañaban de una roca de cebolla y tinta de calamar, una especie de bizcocho realizado mediante la técnica del sifón y el microondas. Una magnífica versión de los chipirones encebollados.

Los Salmonetes con suquet y manteca otro ejemplo parecido al de la gamba o el lenguado de coger un excelente producto y potenciar su sabor al máximo, cocinado brevemente al vació conservando toda su textura y sabor, acompañado de un suquet de sus cabezas y unos Gnocchi de eneldo.

Fuera del menú nos preguntaron si queríamos probar el Parmentier de bogavante, por cortesía de la casa, a lo que no pudimos resistir a pesar de estar muy cerca de nuestro límites, y menos mal, fue sublime.

Luego llegó el apartado de las carnes con otro clásico que tenía ganas de probar, la Adaptación de steak tartar con helado de mostaza. Con una base de tartar clásico de solomillo de ternera, con su pimienta, perrins, tabasco, pepinillos, alcaparras... y donde se acoplaban perfectamente nuevos elementos, unos shots de mostaza (bolitas de mostaza congeladas mediante nitrógeno líquido), compota de alcaparras, tomate especiado, praline de avellanas y un sinfín de matices especiados que redondeaban el plato.

Para acabar la parte salada, el Cordero con guisantes y menta. Nuevamente el uso de la cocción al vacío y a baja temperatura, una técnica en la que Joan Roca es pionero, en este caso para obtener un cordero muy tierno que se rellenaba de sus mollejas. Se acompañana de una salsa reducida de cordero, guisantes en diversas texturas y menta.

Empezamos la parte dulce con el Cromatismo verde. Un postre perfecto para este momento de la cena por su gran frescura que te preparaba para la traca final. Echamos en falta la famosa Estalagmita de destilado de eucalipto que en esta ocasión estaba sustituida por un helado de eucalipto. Los demás componentes de este plato eran hojas de sisho verde, cremas de aguacate y lima y unos candys de Chartreusse, licor de hierbas tradicional francés, elaborados según la clásica receta de candys que ya usaba Paco Torreblanca hace décadas.

Si me tuviera que quedar con el plato menos bueno de toda la cena sería este Sorbete de naranja sanguina y remolacha, muy refrescante, correcto, pero que no transmitía nada especial y que pasa al olvido.

El tercer y último postre del menú fue la Vainilla, regaliz, caramelo y aceitunas negras caramelizadas con helado de vainillas de Tahití. Aquí el maestro Jordi Roca intenta hacer un juego con el comensal y evocar al sabor de la vaina de vainilla con tres componentes, regaliz, caramelo, aceitunas negras, para mi muy conseguido si se mezclaban en su justa medida. En la otra parte del plato un potente helado de vainilla, la solución de la ecuación.

Bonito detalle por parte del equipo del Celler invitarnos al Viaje a la habana, un postre que nunca falta en la carta del restaurante y que teníamos ganas de volver a probar. En esta ocasión con algunos cambios en la configuración del mojito con respecto a la última vez.

Finalizamos el menú con los petit fours presentados en una caja de bombones. Praliné dorado de avellanas, Palet D'or, Esfera de Yuzu, Montblanc y Frambuesa. Ricos aunque esperábamos algo más sorprendente.

http://www.cococogastronomico.com/2011/03/restaurante-el-celler-de-can-roca.html

Es primera aportación en verema y que mejor empezar por el Celler de can Roca. Para mi esta en el top "1" de mi modesta clasificación de restaurantes. Tercera visita que hacemos y igual que las anteriores una comida excelente y un servicio inmejorable. Lo que me gusta más es la combinación que realizan entre la comida y el vino, para mi es lo que incrementa la puntuación del restaurante.
Una cocina de autor con toques de toda la vida. Hicimos el menú festival con maridajes,un espectáculo muy difícil de describir. Os comento los platos me gustaron mas:
ALCACHOFAS CON FOIE GRAS (una combinación de gustos impresionante).
SOPA DE CEBOLLA (brutal, gusto muy intenso).
SALMONETE (gran trabajo del pescado, cambinación entre lo moderno y lo clasico).
STEAK TARTAR (para mi ja un clásico, buenísimo).
LIEBRE A LA ROYAL (soberbio).
POSTRE DE LÁCTEOS (todavia recuerdo su gusto, el mejor postre que he probado nunca de lácteos)
GOL DE MESSI (divertido)

Una cena perfecta, muchas gracias a todo el equipo del Celler y en especial al maitre.
Ya espero con ansias la cena del año que viene.
Una visita imprescindible para los amantes de la buena mesa.

Hay restaurantes que sacuden al que se sienta a sus mesas con emociones intensas, otros provocan oleadas de placer inmediato, los hay que pretenden deslumbrar al comensal. Can Roca ofrece todo esto y más. Su cocina, analítica, verdaderamente meditada, se nos presenta a ratos introspectiva, descubridora de nuevas armonías y, sobre todo, muy reflexiva.

Joan Roca crea un mundo culinario muy propio, genuino. Sentado a sus mesas y degustando su espectacular menú Festival, se percibe en todo momento un gusto inmenso por la perfección, aunque ésta venga desnuda y fría. Roca persigue la pureza. Sabores y texturas limpios que componen platos en los que todos los componentes tienen un sentido esencial.

Roca se vale metodológicamente de dos formas de presentar un mismo universo culinario. La integración y la separación.

Con la integración, entendida como interacción de los elementos de un plato, el chef persigue la pureza desde la suma de factores. Representativos de esta forma de entender la composición de una creación encontramos un bizcocho-esponja de algas y tinta-esencia de calamar bañado por un caldo de té y curry deslumbrante, o su interpretación de la sopa de cebolla que presenta como un bizcochito de nueces, caldo gelatinoso de cebollas, juliana de liliáceas, trozos de nueces caramelizadas y todo bañado por una cremosa sopa de queso y curry (nuevas armonías)

Con la separación, Roca exige al comensal un ejercicio que es al mismo tiempo analítico y sintético. Invita a la integración de elementos a posteriori, una integración más mental que física. Una vuelta más de tuerca en su decidido camino hacia la pureza.
De esta forma de entender la cocina destaca la ostra aromatizada con manzanilla (el vino de manzanilla confiere una dimensión sensorial muy especial al molusco), de una textura sublime; a su lado, se sirven separadamente una ligera vichyssoise del caldo de la ostra y una cucharadita de oloroso seco texturizado. También el brioche trufado al que acompaña un reconfortante caldo de escudella. Y la fantástica liebre a la Royal presentada como una terrina cilíndrica que encuentra su contrapunto (alejado físicamente) en una remolacha caramelizada y en un aire de tierra, que, pudiendo ser el hilo conductor del plato como elemento creador de un determinado paisaje, aquí sin embargo se dispone pretendidamente independiente. Incluso incluyo en este ejercicio de separación metodológica al salmonete, presentado entero y relleno de una mantequilla de sus interiores, aparentemente integrado en un suquet ligerísimo y guarnecido por tres gnocchi de patata. El pescado, más que integrarse en el caldo, parece que levemente lo toca; y los gnocchi, remedo de las patatas que se presentan con un suquet, ofrecen una textura tan sorprendente que los convierten casi en un plato en sí mismos. Los elementos se tocan pero parecen alejados conceptualmente unos de otros y terminan por encontrar su sentido único cuando el comensal ha terminado el plato.
Roca ofrece bocados sublimes en dosis minúsculas; destellos de placer inmediato, pequeños orgasmos organolépticos. Paradigmáticos de esta forma de aproximarse al disfrute del comensal son el bombón de Bellini, ejercicio técnico encomiable que encierra en un bocado al famoso cocktail y el parfait de pichón, un completo plato de caza encerrado en un bombón.

Un plato de este menú Festival parece escapar de esta dicotomía integración-separación. Se trata del plato de alcachofas. Un homenaje a esta verdura que produce chispazos de emoción. Una Royal de alcachofa, chips de la misma y una flor de esta verdura componen una contenida sinfonía de texturas con el hilo conductor del dulzor de la alcachofa. Roca, para acabar de noquear de placer al comensal, añade trufa negra. Apoteósico.

La parte dulce del menú, responsabilidad de Jordi Roca, insiste en el planteamiento diferenciador de las partes que componen un plato, con una clara aproximación analítica. Jordi propone este análisis diferenciador en su postre de vainilla. En un lado, elementos que a su entender protagonizan el sabor de vainilla o, al menos, nos conducen a él: caramelo, chocolate, aceitunas negras, regaliz; y al otro lado, una pequeña quenelle de intenso helado de vainilla de Madagascar. Un gran postre muy gourmand. Incluso en el postre “cromatismo verde”, el helado de eucalipto sólo deja ver su protagonismo como catalizador del plato después de varios bocados. Delicioso.

El restaurante Can Roca, además, es un bellísimo ejercicio de interiorismo arquitectónico, en el que la iluminación roza la perfección. Qué pocos restaurantes conceden importancia a este elemento, por otro lado tan importante en el disfrute de cualquier menú. Can Roca consigue una atmósfera que aúna vanguardismo decorativo y calidez. Un mérito al alcance de pocas salas.

El servicio, muy profesional y extremadamente diligente, realiza un esfuerzo explicativo como en pocos lugares y está presto a satisfacer cualquier demanda del cliente.

En resumen, los Roca han creado un espacio espectacular en el que ofrecen una cocina tan perfecta que, en ocasiones, parece distante. Una cocina muy analítica, de sabores puros, en la que nada se deja al azar. Una cocina que se nota es fruto de una evolución pausada que deja atrás años de sinsabores. Una cocina que, tras disfrutarla, necesita de una reflexión en profundidad antes de emitir juicio alguno. Una cocina que sin duda está entre las mejores del planeta.

(Champagne Pierre Peters Blanc de Blancs Grand Cru, champagne Gatinois Grand Cru Millésimé 2002, champagne Larmadier Vernier Terre de Vertus, champagne Jacques Selosse Initial, tinto Clos de L'Obac 2005 y Grans-Fassian Kabinett 2007 Trittenheimer riesling)

No me extenderé mucho con la valoración, ni a detallar los platos; ya que elegímos el menu degustación Gran Festival; y ya ha sido perfectamente comentado al detalle por otros foreros.

Tan solo quisiera puntualizar, que este restaurante superó con creces mis expectativas,tanto por técnica y dificultad de los platos, por su sorprendente puesta en escena( en especial los aperitivos como el bonsai o la red con la espina de anchoa);el sabor de cada plato esta logradisimo, perfectamente cocinado(excelentes las esferificaciones ahumadas de escalivada, lo mejor de todo), y facilmente identificable( tan solo no comparto la moda de todos los grandes restaurantes, en servir las gamabas de Palamos, el bogavante o los salmonetes casi crudos; a mi parecer los prefiero al punto);el buen servicio de sala, rebosante de simpatía, y complicidad( destacar en especial la atención de Mariana y Eric, gracias a ellos la sorpresa que debía darle a mi esposa fue todo un exito).
La acertada elección del somelier en sugerirnos un riesling, Palais 2006.
Y la grata atención de Joan Roca, al despedirnos, manteniendo una agradable e interesante conversación, y también nos enseño la cocina.
A mi parecer, es el mejor restaurante a nivel nacional, en relación calidad-precio.

Ayer visitamos el restaurante de los Roca. Mayúsculo. Entorno impecable, servicio "a medida" y cocina emocionante. La elegancia que destila la cocina de Joan es indescriptible. Líneas de sabores delicados y coherentes, salpicadas por ligeros destellos sorpresivos en cada bocado. Todavía no me he recuperado del impacto que tuvo en mí el menú festival de ayer.
Josep estuvo impecable enseñándonos la bodega y charlando con nosotros durante más de veinte minutos. Daba la sensación de que el que disfrutaba de nuestra compañía era él, y no al contrario. Un 10. Muy barato.
Que ganas de volver, por Dios.

Ante todo mi felicitación (anoche tuve el placer de hacerlo personalmente), al recién investido doctor "honoris causa", por la universidad de Girona Joan Roca,
Respecto a la cena, poco más que añadir a lo ya comentado en otras ocasiones, en esta ocasión con una pareja amiga para celebrar un par de cosillas.
Como ellos no habían probado los platos que marcaron los inicios de Celler, no decantamos por él menú clásico.
Para no repetirme, más o menos lo siguiente.

Regados en esta ocasión con una botella de cava Gramona y un Pago de Carraovejas.
Como siempre agradecer el trato recibido, volver a felicitar a la familia Roca y a todo el personal por la nueva distinción y sobre todo una mención especial para mi amigo que me invitó a la cena, vamos a ver si cunde el ejemplo entre el resto de mis amistades, jejeje

LLevábamos más de 6 meses esperando y era nuestra visita de este año a un 3 estrellas.

Snacks:

Olivas caramelizadas: Muy buena puesta en escena, y realmente sabrosas. 2 por persona. 9/10
Bombón Bellini: delicado, se come con las manos, el bombón explota en la boca.. 9/10
Espina de anchoa con tempura de arroz de pals: A través de algo que es un deshecho se saca este snack, interesante el concepto de aprovechar lo inicialmente no aprovechable. 8,5/10.
Crujiente de sésamo negro y grué de cacao: Nos apreció el snack más flojo, algo insípido..(7/10)
Tortilla de caviar de arenque: Un solo bocado, la capa de huevo es muy fina, el contenido explota en boca. Se percibe mucha técnica (9,5/10).
Parfait de pichón: Falto de más sabor, poco contundente. (7,5/10).
Brioche de boletus edulis con caldo de escudella: Servido por separado; muy buena conjunción (9/10).

Menú.
Escalibada al humo de brasa en encina: mejor la puesta en escena que el plato en sí; lo sirven de tal forma que al destaparlo se inhala el humo de la encina; eso te pone en una buena situación; pero luego al contenido le faltaba algo de potencia en el sabor. (8/10)
Higos con foie: Muy bueno, nada pesado, combinación adecuada (9/10)
Gamba de Palamós a la brasa con jugo aciculado de setas: Comienzan los pescados donde desde nuestro punto de vista la cocina de Joan, alcanza su verdadero zenit. Ademas de comerse el cuerpo, al explotar la cabeza y mezclarlo con el jugo de setas la combinación es perfecta. (10/10).
Sopa de cebolla y nueces de Crespiá con comté..: Cebolla en diferentes texturas; mezcla perfecta (9,5/10).
Lenguado con aceite de oliva y sabores del mediterraneo: Perfecto, trozo de lenguado con 5 salsas diferentes, un bocado por salsa, el lenguado en su punto percibiendo brasas en el estilo de cocción (10/10). Cromatismo
Calamares con roca de cebolla: sin palabras, la delicadez, el punto del calamar, además de un tamaño pequeño que creo que potenciaba el sabor..(10/10).
Salmonetes con suquet y manteca: Uno de esos platos donde el producto con una perfecta ejecución recoge un sabor exponencial; es decir algo económico puede resultar lujoso. El salmonete se presenta tremendamente limpio, en su punto, el suquet está realizado con los higados del pescado, lo cual potencian mucho el sabor de cada bocado (10/10).

Por las valoraciones, podéis ver que el tratamiento de los pescados y las técnicas que hay detrás nos han parecido una de las características diferenciales de esta cocina.

Carnes:

Adaptación del steak tartar con helado de mostaza: 5 bocados diferentes; suavidad, distinción...
Cuello de cordero salsa de queso: Volvemos a la teoría de la espina de la anchoa...el cuello cordero mucha veces se desestima, pero ellos lo utilizan y lo sacan mucho partido (8,5/10).
Cochinillo ibérico Sierra MAyor con cebollitas a la brasa, melón y remolacha: Plato extra del menú festival. (9/10). Perfecto el punto del cochinillo.

Postres:

Sorbete de destilado de limón: (8/10)
Soufle de rosas: (9/10). este postre a posteriori ha inspirado un perfume, te tomas el postre y te traen para oler el perfume inspirado como resultado de la ejecución del postre.
Viaje a la habana: 10/10 . Mojito espectacular, con caramelos de ron que se explotaban en boca, puro en capa de chocolate relleno de una especie de nata pero que sabe a tabaco.

La nota general sería un 9 de 10...se ha echado en falta un grado más de sorpresa...ni mucho menos esto quita nada de mérito a todo lo demás. Hay cierta inflexibilidad en la valoración de Verema :-(

Detalles. No cobran servicio de pan y aperitivo; cafés a 2,50€ cada uno.
Salón de fumadores para tomar destilados. Gin-tonic de Tankeray 10 con hielos de diferentes sabores, ron preparado (Santa Teresa 1796) con vainilla en rama y granos de café.

Tanto Josep como Joan estuvieron muy amables, compartimos experiencias y anécdotas de otro de los restaurantes que mas me ha gustado este año (Casa Gerardo en Prendes).

Merece la pena

Isaac

Bueno, queridos foreros, lamento extrenarme en este foro con este comentario, pero es mi experiencia en este restaurante.
Fuimos dos parejas para celebrar el cumpleaños de mi mujer detalle que comunique por escrito a la dirección del restaurante.
Nadie se acordó siquiera de felicitar a mi mujer.
Nos dieron una mesa de las que hay saliendo de la cocina a la izquierda.
El trafico de camareros y el ruido era muy molesto, ya que pese a que hay dos entradas al comedor todos bajaban por esa zona.
teniamos pegados a la mesa un mueble para utensilios de mesa que estaban costantemente utilizando y era muy molesto.
El cava, no estaba frio.
Elegimos a la fuerza los 4 comensales el menú festival, ya que no te dejan hacer dos a la carta y dos el menú, lo cual no entiendo todavia.En Martin Berasategui, no hay ningún problema con esto.
De todos los platos el propio camarero devolvió 5 platos a cocina, unos por frios y otros porque no tenían la presentación correcta.
Por decir algo a favor, algun plato era realmente bueno.

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