Trampantojo: aquellas recetas con las que un cocinero intenta "engañarnos" (en el buen sentido, se entiende) ofreciéndonos un plato que parece una cosa y que en realidad es otra.
Farsa: Enredo que tiene como fin engañar o aparentar.
Totalmente decepcionadas, no tengo más remedio que inclinarme por la segunda definición para expresar nuestro descontento.

Decidimos comer probando algunas de sus tan afamadas tapas, incluso ganadoras o finalistas de concursos:

- PATATA BRAVA INVERTIDA: simplemente sosa.
- BUENAS NOTICIAS DE NUESTRA TIERRA: steak tartar aderezado con helado de mostaza y envuelto en un cilindro de papel comestible que reproduce la portada de un periódico. Aunque de buen sabor, carne mal cortada y de dudosa calidad.
- MEJILLÓN ESCABECHADO CON CONCHA COMESTIBLE: bueno, agradable la sensación al comerte la concha, pero, literalmente, tirados sobre el plato.
- BOCATA DE CALAMARES: lo pedimos alentadas por las buenas críticas de esta supuesta reinterpretación del madrileño bocata. Remito a la foto para calificarlo como una auténtica vergüenza.
- y, por fin, el tan esperado ÓRDAGO: un puro que se supone, según su descripción en innumerables críticas y fotos, que se sirve humeante, apoyado en un cenicero y sobre unas cartas: tres reyes-as, siendo, en realidad, carrillera de ibérico al vino tinto con cremoso de patata y hierbas aromáticas. Aunque bastante aceptable al paladar, insuperable decepción a la vista: ¿dónde estaba el cenicero?, ¿y las cartas? ¡Si, más que un puro, parecía una longaniza!

El servicio estresante: Éramos cinco personas, hubo momentos en los que, en la mesa, había más de 10 platos amontonados, además de las cinco copas. Totalmente inaceptable.

Lo que elegimos como marco para el reencuentro con una queridísima amiga, se convirtió en una sorprendente decepción. Aprovechamos para volver a disculparnos por nuestra desafortunada elección.