Restaurante Taverna El Pósit en Villajoyosa
Restaurante Taverna El Pósit
País:
España
Provincia:
Localidad:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
22,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
29 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.5
Comida COMIDA
8.1
Precio medio entorno ENTORNO
7.9
RCP CALIDAD-PRECIO
9.6
Opiniones de Taverna El Pósit
OPINIONES
7

Nunca, nunca, nunca defrauda.
Llevo años visitando El Pósit, la primera vez caímos allí por casualidad y raro es el año que no vamos para pasar un día por la zona y el objetivo de comer allí (somos de Valencia).
Se lo aconsejamos a todo el mundo.
Aunque los arroces están muy buenos, siempre solemos pedir el menú de tapas, que lo van cambiando a lo largo del año.
Son tapas individuales, vamos, un menú degustación, tienes la opción de sólo las tapas o con una pequeña ración de arroz al final.
Sales de allí (dependiendo del vino que pidas) por alrededor de 40€/persona (hay menús degustación desde 22 a 28€ + la bebida), pero es que la elaboración de los platos, con trampantojos, otros de puro umami, todo muy bien elaborado... De verdad que no he encontrado otro restaurante con esas elaboraciones y tan buena relación calidad/precio.
Muy aconsejable.

Ya habiamos paseado frente al Pósit, y nos gustaba su terraza y las vistas sobre el mar.
Leimos la buena crítica del amigo Jose Ruiz y nos fuimos para allá.
El arroz brut de la Vila no defrauda a nadie. Un arroz de autenticidad rústica, de grano entero, verduras al dente y sabor intenso huertano.
Un alioli casero de buena calidad.
Mientras se hacía el arroz, nos entretuvieron con cinco tapas, originales y mínimas, pero trabajadas.
Recuerdo una anchos marinada sobre crema de acelgas muy conseguida.
Volveremos con más detenimiento para gozar de toda la amplia carta de tapas y entrantes.
La terraza sobre la playa un placer.
Ah¡¡, entre cuatro nos bebimos tres botellas del tinto Santa Bárbara de Concentaina, al módico precio de 12 euros.

Guiados por los comentarios previos y la recomendación de un amigo visitamos este restaurante ubicado en el paseo marítimo de la localidad. Estaba lleno y no me sorprende.
Tomamos 5 tapas por 7 euros:
-Anchoa con cebolla tierna asada y turrón salado
-Brocheta de queso fresco callosí y longaniza relleuera
-Croqueta de caldero vilero con alioli
-Coca del día
-Cous-cous de gambas
Tapas creativas con sabor autóctono, una delicia.
De principal tomamos un arroz a banda, muy bueno, casi como el de mi madre.
Para terminar minipostres a 1 euro:
-tres chocolates vileros
-recuerdo a G. Fluix (chocolate negro Valor con arrope y natillas)
Buena presentación y un goce para los amantes del chocolate
En definitiva, servicio amable, buena comida y excelente RCP. Espero volver.

El Pòsit se sitúa en primera línea de playa, cerca del puerto de Villayoyosa. Ubicado en un antiguo edificio que otrora albergó la agrupación mutual, génesis de lo que en la actualidad conocemos como Cofradía de Pescadores. El pòsit se refiere al depósito, a la pequeña contribución que cada marinero hacía al fondo colectivo para protegerse ante las adversidades.

El edificio se ha restaurado y comprende dos espacios diferenciados. En el interior una sala de techos altos de madera con barra para el picoteo y unas cuantas mesas. En el exterior dispone de dos amplias terrazas, una acristalada y techada y la otra descubierta con algunas sombrillas. Terrazas muy recomendables para disfrutar de esas calmadas vistas y la suave brisa marina.

La decoración es sencilla y funcional. Las mesas guardan buena separación, las sillas, aunque son de plástico, algunas de diseño italiano y confortables. Las mesas no se visten con mantel y la vajilla utilizada más práctica que bonita.

Su cocina es desenfadada, de aire marinero que rebusca en el pasado local, actualizando y reviviendo platos olvidados. Cocina de Villajoyosa y por tanto, eminentemente marinera. Aúna técnica, tradición y producto.

El cocinero y propietario Toni Mayor, se define como un autodidacta que no para de formarse, aprendiendo junto a los grandes en diversos stages y escuchando a los viejos del lugar para bucear en el recetario local olvidado.

Proponen un menú de 8 tapas por 10 € y otro más corto de 5 tapas por 7 €. Así mismo diariamente tres opciones de arroz distintas y según lo bueno que ofrece el mar varias propuestas de pescado. Hasta los más extremistas carnívoros encuentran tres o cuatro platos de carne en la carta. Su propuesta de postres en formato “mini” permite al comensal, sin caer en pecado guloso, darse un variado y amplio paseo por el recetario y producto local, donde la estrella indiscutible es el chocolate.

El servicio a cuyo frente está la joven Rosana, es atento, dispuesto, cercano, simpático y muy diligente.

La carta de vinos es corta, haciendo hincapié en los vinos de la tierra. Como oportunidad de mejora, incrementaría la oferta de blancos y espumosos, seguramente la armonía más adecuada a la que acompañar su estilo de cocina. La cristalería es mejorable y el recargo respecto del precio de tienda variado, pero en líneas generales muy moderado.

El servicio del vino es desenfadado, se circunscribe a la presentación, descorche, prueba y primer servicio, funcionando posteriormente en autoservicio. La temperatura de servicio es adecuada y en nuestro caso se acompañó de la oportuna cubitera para mantener fresca la botella de cava.

Nuestro menú de Santo
Aprovechando el festivo comunitario de San José y la pobre excusa de mi onomástica, visitamos El Pòsit.

Elegimos cinco tapas o minicreaciones y un arroz brut, una de las tres opciones de arroz del día.

Coca escaldada de botifarra, velo de tocino y tomate. La coca se elabora con una mezcla de harina y aceite, como un pan ácimo al que se le añade aceite de oliva. Sola resultaría algo insulsa pero gana y sirve de soporte con la combinación del tomate, longaniza y el velo de tocino. Aperitivo “light” para empezar.

Anchoa con cebolla tierna asada y turrón salado. Magnífica combinación, la cebolla tierna, poco asada crujiente al dente y el turrón a mi me pareció dulce. En cualquier caso el conjunto muy logrado y la anchoa de un calibre considerable (00).

Foie-gras de pato con coca típica de almendra a la plancha y virutas de chocolate. Porción de un buen foie-gras sobre un cubo de torta de almendra, ligeramente empapado con un almíbar suave, calentado a la plancha con un top de virutas de chocolate. Otra combinación ganadora de presentar el “imprescindible foie”

Bombón de gamba roja con verduritas y ajo tostado. Realmente no tiene forma de bombón, se presenta en un pequeño bol. Carpaccio de gamba en la superficie y en su interior un conjunto de verduras cortadas en juliana (calabacín, cebolla y carlotas) todavía templadas y cocinadas al dente acompañadas de ajos tostados. La combinación resulta deliciosa.

Morcilla con capa crujiente y manzana. Un triángulo de pasta filo contiene en su interior una mezcla de morcilla con compota de manzana. Estando bueno, no estaba a la altura de sus predecesores.

Arroz brut (sucio). Muy propio de Villajoyosa. Arroz seco con fondo de pescado y tropezones de atún fresco, calamares y verduras frescas: judías verdes, alcachofas y habas. Fondo potente, tropezones sabrosos tanto los de pescado como las verduras, punto de cocción perfecto.

Degustación de cinco minipostres:

• Flan de huevo
• Tres chocolates vileros
• Recuerdo a G. Fluix (chocolate negro Valor con arrope y natillas)
• Petit Suisse casero de dulce de leche y manzana
• Desayuno vilero (souflé helado de café con strudel de bizcocho)

Una gozada poder disfrutar de cinco pequeños bocados dulces caseros idiosincrásicos de la ciudad. Acompañan esta degustación con un sencillo, pero digno moscatel de Xaló. Además, al insuperable precio de 6 €.

Recomendable restaurante en el que disfrutarás una cocina auténtica de la tierra, muy bien cocinada y presentada, con bonitas vistas al mar. De esos sitios de los que sales muy satisfecho y pensando en volver.

Quiero agradecer a Carlos, por que fue él quien escribió, magistralmente por cierto, la primera valoración de este restaurante en Verema y quien me lo recomendó encarecidamente cuando nos conocimos personalmente en Maralba.

Puedes leer el post completo ilustrado con fotos en:http://www.vinowine.es/restaurantes/el-posit-taverna-valenciana.html

Con cuanta gracia , con imaginación y espartanos medios, se puede montar la sala de un restaurante. Claro que si está con vistas al mar, ni te fijas en estos detalles. O si te fijas, te sorprendes y lo valoras, muy positivamente.

Comimos previo a un arroz , un menú de tapas a siete euros comensal, del que recuerdo principalmente un milhojas de mallorquina y una tapa cuya base estaba hecha de berenjena. Estaban muy bién ejecutadas y el precio ajustadísimo.

El arroz, era de Rape y verduritas. Las verduras, frescas frescas, deliciosas. El arroz, de ejecución y sabor simplemente perfecto. A sólo 9 euros la ración, esto en primera linea de playa, me parece una opción muy meritoria...

Pero , si a lo comentado, le añades un servicio de Chapeau...La experiencia se torna muy, muy recomendable...En el entorno, valoro el servicio, el restaurante y el entorno exterior.

Terminamos con un surtido de cinco minipostres, a cual más bueno y que ya no pudimos con ellos. Con dos dobles de cerveza, una copa de vino blanco y un agua de litro.

El Pósit se ha convertido en uno de mis restaurante de cabecera cuando visito la zona, me gusta su oferta, me gusta su ambiente, su gente, su precio, su ubicación y sobre todo su cocina descarada y sin complejos de raíces marineras.

Conceptualmente se encuentra a medio camino entre un bar contemporáneo y un restaurante desenfadado, y así, sobre esta dualidad sincrónica construye una propuesta que sobre todo se caracteriza por tener chispa y personalidad, por un trasfondo de ilusión que se trasmite en cada bocado. Producto, tapeo y punto; nada de alta gastronomía, más bien informalidad sofisticada.

Su sencilla cocina engancha porque es divertida, ejecutada sin perjuicios ni encorsetamientos, es limpia, clara y marina, de raigambre, a veces artesana y a veces técnica, más popular que académica, gravita alrededor del producto de cercanía, es pensada, personal, moderna y clásica a la vez.

Ciertas preparaciones son insoslayables, no se pueden pasar por alto. Es celebérrimo y graso su paté de pescado azul; magistrales sus croquetas, (bueno buñocretas de pescado de descarte); excelsa la ensaladilla de gambas que deja brillar un producto fresquísimo y de primera; refinada la musola, una loa a la modestia marina; de encantadora salinidad sus antxoas caseras; y gulesco el taco de bacalao braseado, de melosas lascas e interior nacarado que se acompaña de un puré de calabaza, contrarrestando su salinidad aunque ande falto de sedosidad. Vituallas presentadas a modo de tapa, concepto que permite probar sin llegar al límite.

En esta ocasión, y con la escusa de la mostra de cuina marinera de La Vila, allí nos presentamos con la intención de navegar por sus placidas aguas. Menú cerrado a 30 €, oferta ad hoc, y desfile de raciones rematadas por la suculencia de un arroz meloso:

- Bollet a la lloseta. A modo de brioche, relleno de acelgas y melva en salazón. Proporcionado, ligero, aromático y muy mediterráneo.

- Ensalada de mojama con uvas, buena materia prima de destellos áureos para una receta sencilla basada en la calidad del producto más que en la mano del ejecutor.

- Ceviche de gambas con aromas de sus cabezas, rúcula y cebolla encurtida. Frescura a raudales, producto sobresaliente presentado como un carpaccio pero con marinado a lo peruano. Lo único prescindible el encurtido, empañaba la delicadeza de la protagonista.

- Tallarines de sepia al pesto alicantino. Tierno cefalópodo salteado y potenciado por la exigua y acertada presencia de una salsa a base de tomate seco y ajo asado.

- Croqueta de musola adobada. Sobrada de sabor, contundencia marina, aromática, etérea y sutil.

- Arroz meloso de rape con alcachofas y un toque ahumado. Brillante y adictivo, de fondo oscuro y profundo, construido sobre un fumet concentrado y perfumado que sirve de soporte al guiso, en el que se trata con respeto a dos productos estrella, el rape nacarado y la alcachofa al dente, que juntos pero no revueltos redondean una preparación marcada por otro volátil ingrediente, el humo, que lo revisten de cierto carácter atávico. Un plato enorme, en calidad y cantidad.

- Petit suisse caseros de turrón.

- Tres chocolates vileros. Ambos postres ligeros pese a la probable contundencia que puede dejar entrever su enunciado, una virguería traviesa.

Solo cocina al momento y sus propuestas difícilmente decepcionan. En el borde del mar, con ese inconfundible aroma a sal y yodo, cincela una coquinaria con magisterio arropada por el entorno con identidad subversiva, visceral y contemporánea.

Como fetiche una despensa generosa, de lonja, cercana e inagotable. Con la evolución sosegada como bandera la cocina de Toni, treintañero con memoria de octogenario, puede dar mucho juego en un futuro muy cercano si sigue buceando en la acera de enfrente y en la melancolía de lo clásico, articulando platos neo-vintage que homenajeen las raíces de los lugareños.

La integración de elementos que forman un restaurante cada vez cobra más importancia, y es en este aspecto donde contribuye en altas dosis su servicio, se nota su compromiso con el proyecto, quizás porque prescinden de mercenarios clínex (tan habituales en las zonas costeras) que duran lo mismo que la temporada. Es jovial y cercano, comandado por Rosana, una profesional de talla única, que con ademanes de alta escuela convierte la experiencia en algo realmente agradable. Un ejemplo de que la informalidad no está reñida con el formalismo y dejando aparte oropeles y servilismos, aun con manteles de papel, vajilla de bar, mesas de fórmica y denominación de taberna, no tienen porque llamarte “jefe” aunque no te conozcan.

Me falta visitarlo uno de esos días que el grajo vuela bajo, y desde su barra, contemplando el mar, junto a la chimenea que preside, dejarme vapulear sin miramientos por la cocina humeante que es elabora con un ojo puesto en el puerto y el otro en la tradición que le precede.

En primera línea de playa, a escasos cien metros del puerto de la Vila, se encuentra este genuino local que se caracteriza por estar plagado de detalles que contribuyen a su singularidad. Aspecto que cobra especial importancia teniendo en cuenta el batiburrillo de propuestas de la zona, que con alguna excepción que otra parecen clonadas y cortadas con el mismo patrón; pescados a la sal, frituras y paellas conforman una oferta pensada para el turisteo, para el visitante de un día, de una sola vez, aspecto que determina la impersonalidad en los fogones y a veces la baja calidad del producto. Propuestas que a la larga aburren, sobre todo a quien tiene ciertas inquietudes gastronómicas por la dificultan para satisfacerlas.

Siempre hay excepciones, y esta es la que confirma la regla. Imperando la informalidad, su cocina se centra en recetas tradicionales, localistas, mediterráneas y españolas, eso sí ejecutadas con visos contemporáneos. La claridad en las ideas es su eje central, siguiendo una línea clara de concepción marinera, de cercanía, en la que la calidad del género se une a la precisión en sus sencillas elaboraciones. Tapas variadas y cambiantes, arroces, embutidos, cocas y algún guiso conforman su carta.

El local ofrece dos espacios, una amplia terraza exterior y una barra interior, cada parte con su encanto particular, el exterior por la vista del mediterráneo, por la brisa marina, el interior por la cómoda distribución de la barra pensado para algo más rápido y casual.

El caso es que consigue aunar tradición y modernidad, y mirando al pasado pero sin perder de vista el futuro mantiene una oferta pragmática y local, articulada por una sugerente y amplia carta aunque no kilométrica. Sirva como ejemplo de ello:

- Las cocas variadas, de masa finísima y hechas en casa, entre las que destaca la de mojama y confitado de pera, acierto en los contrastes. Aunque mejoraría si el pez se sirviera fileteada en laminas traslucidas a lo largo de toda la base y no en un taco único.

- Magistrales las croquetas de pescado de roca, que nosotros bautizamos como “buñocretas o croqueñuelos”, por su exterior de croqueta y su corazón de buñuelo. Carecen de bechamel, por la potencia parecen de bacalao pero se componen de pescado de descarte, de soberbia esponjosidad interior y crujiente lamina exterior, impregnadas de grasa marina, un híbrido para empezar y no parar.

- Un rotundo diez para el paté de pescado con aire dulce, lleno de matices marinos y exageradamente meloso, tremendamente sabroso y muy ligero. Se acompaña elegantemente de un aire etéreo pero potente que lo reviste de frescor.

- Es finísima su ensaladilla de gambas, apenas manipuladas, donde predomina la frescura del género que brilla con luz propia al conseguir una proporción muy acertada entre salsa y marisco.

- Buen pulpo de roca, pequeño pero muy sabroso, acompañado de aceite de pimentón en ración generosa.

- Muy interesante el bonito escabechado al momento, aunque mejoraría si se controlara algo más el punto de acidez y se aromatizara con alguna hierva autóctona. Se presenta en un tarro hermético y el cliente, ejerciendo de cocinillas, deberá abrirlo o mantenerlo cerrado para que alcance el punto de cocción deseado. Buena idea, una conserva express sencilla y de acertada concepción.

- El foie con bizcocho de almendras pese a su título no empalaga, la proporcionalidad en la ración contribuye a ello, el toque local lo da el chocolate rallado con el que se sirve, y aunque representa una excepción en su oferta no desentona. Como único matiz lo prefiero más atemperado.

- Lamusola adobada con puré de ajo es fantástica, jugosa y perfumada ligeramente por el buen adobo. Algo por debajo se encuentra la ensalada de musola seca, aparece sin hidratar acompañada de vegetales en mirepoix. Como más disfruto este pescado en secado al sol, hidratado para mejorar su textura y rebajar su potencia, salteado y servido junto a un buen tomate y un chorreón de aceite, insuperable.

- Las antxoas arregladas en casa son colosales en calibre y sabor, se acompañan de cebolleta asada para contrarrestar su salinidad.

- Un calamar que aparece entero, sin limpiar, lo que permite mostrar en plenitud todos sus matices dulces y salinos, acierta asociándolo con excepcional pericana y puré de calabaza.

- Una degustación de arroz meloso con calabaza y benderol, un ejemplo de su empeño por divulgar la cocina popular vilera. Todo un descubrimiento este pescado azul, de la familia de la caballa es jugoso, graso y sabroso, y por lo tanto ideal para incluirlo en guisos o arroces como es el caso. El Posit oferta una buena variedad de arroces, todos ellos bien resueltos, pero entre ellos me quedo con este por su potencia y su apego al terruño. El grano al dente, el caldo marino denso y el dulzor de la calabaza lo convierten en opción obligada.

- El capitulo dulce es realmente ejemplar, y de sus cinco preparaciones no sabría resaltar ninguna sobre las demás, presentaciones en miniatura con títulos tan sugerentes como; tres chocolates vileros (Valor, Clavileño y Perez), taco de coca de almendra con mousse de caramelo y granizado de naranja y miel………., toda una perdición para los más golosos. El precio y la cantidad invita a disfrutar de toda la oferta.

Lo que aquí cuento es puesto en escena por un servicio joven y dinámico que destila buen rollo, y de manera informal atiende las mesas con celeridad y eficacia en condiciones de gran afluencia. Mención aparte merece Rosana, joven camarera con funciones de maitre que con desparpajo, efectividad y eterna sonrisa natural desarrolla su trabajo de forma modélica. Va, viene, pregunta, se preocupa, recomienda, controla, organiza y atiende, una gran profesional, pilar imprescindible para el éxito del local.

Quizás el apartado de vinos sea un aspecto a mejorar, incrementando la variedad y mejorando su tratamiento haría más honor a su nombre de taverna.

El precio que anoto es el medio por un homenaje importante, ya que a lo largo del verano lo he visitado varias veces y siempre me he encontrado lo mismo. Cocina desenfadada con firma de autor pero sin complicaciones, divertida e informal pero seria y honesta, construida sobre los cimientos de la despensa de enfrente y de la sabiduría popular, de la cocina de las casas y de los barcos que la rodean, a la que pocos reparos pueden hacerse, en la que se da lo que se puede preparar al momento sin trampa ni cartón.

Aquí nadie encontrará florituras ni grandes pretensiones, pero si un restaurante amable en las formas y asequible en los precios, integrado en el entorno y salpicado de chispazos de creatividad, con una cocina sin complejos y hecha con cariño. Simplemente un lugar agradable y muy recomendable que supera con creces el nivel medio de la zona.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar