Restaurante El Racó de Can Fabes en Sant Celoni
Restaurante El Racó de Can Fabes
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

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Precio desde:
140,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingo noche, lunes, del 1 al 14 de febrero y del 26 de junio al 11 de julio
Nota de cata PRECIO MEDIO:
211 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.8
Comida COMIDA
7.4
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.1
Opiniones de El Racó de Can Fabes
OPINIONES
48

fuimos cuando el chef santi santamaria aun estaba en el restaurante justo antes de viajar al pais donde por desgracia fallecio. fue antes de la ley antitabaco porque aun pudimos tomar unos maltas y cafes durante la fumada de unos puros en la planta superior del local.
no nos complicamos con el vinos y elegimos el recomendado, muy bien, tambien probamos los varios platos de bacalao en distintas elaboraciones. fantastico. cuando sabes que el producto es inmejorable solamente tienes que dedicarte a disfrutar y eso hizimos. Uno de los restaurantes a los que hay que acudir sin prisas,
disfrutando de cada momento como en el bulli o en el celler de can roca, sin duda otro de los grandes restaurantes catalanes .

He visitdo en 4 ocasiones El Recó de Can Fabes, y puedo acreditar que no siempre está al nivel de las 3 estrellas que le han dado durante muchos años, la última vez que visité este restaurant fué un fin de año de 2009, al medio día, mesa para 6 personas. Estábamos solos en el restaurante.
El metre muy poco profesional y con mala sombra, al pedir cambiar alguna cosa del menú gastronómico no estubo a la altura de cualquier otro estrellado de los muchos que he visitado, en los cuales nunca hay un solo problema en cambiar alguno de los platos del menú si no te gustan.
Uno de los platos con una gamba que amoniacaba, al indicarlo , ni tan siquiera se disculpó el metre y ni tan siquiera propuso cambiar el plato.
También en el servicio de los vinos faltó profesionalidad, creo que nos tomaron por ignorantes en enología y nos trataron como en un vulgar hostal.
Va a ser difícil que vuelva después de la última experiencia, no culpo a Santi , pero debe de escoger mejor el personal de sala.
Por lo demás estuvo correcto todo, resumiendo 2 veces ha estado excelente realmente un 3 estrellass y dos veces para no volver.

A la espera de la llegada de Xavi Pellicer, Santi Santamaría le ha dado una nueva vuelta de tuerca a Can Fabes. El reto de mejorar una casa que rozaba la perfección era complicado, sin embargo el desafío ha sido afrontado con éxito.

La cocina de Santamaría, ejecutada con maestría por Iván Solá, transmite serenidad, reflexión y goce. Un producto inmejorable y una técnica intachable serían las señas de identidad de un modo genuino de entender la restauración pública; una cocina, como no me cansaré de repetir, aparentemente sencilla pero con una enorme profundidad gustativa.

Los cambios operados en Can Fabes parecen formales y, sin embargo, no lo son en absoluto. La casa mantiene el menú estacional y el Gran Menú (festín inigualable confeccionado de manera personalizada para cada mesa). Asimismo ofrece platos a la carta. Y aquí es donde reside una de las transformaciones de las que hablaba. La Carta de Can Fabes ha sido secular bandera culinaria de este restaurante. Santi Santamaría siempre se ha postulado como defensor de la capacidad de elección del comensal frente a ofertas cerradas en forma de menús únicos. Como consecuencia de ello, Santamaría, invita al comensal a una doble propuesta con cada plato de la carta. Diez platos únicamente componen la carta (4 entrantes, 2 pescados y 4 carnes, perfectamente intercambiables) y cada uno de ellos está compuesto por dos servicios. Ello supone en la práctica que el comensal que elija dos platos en realidad estará disfrutando de un menú de cuatro pases compuesto por él mismo. Así, por ejemplo, bajo el título “gambas” se sirven, primero, los famosos ravioli de gambas con aceite de ceps y, después, cinco colas de gambas gigantescas sobre un sofrito delicioso de tomate y cebolla acompañadas por una salsa cremosa al perejil. Otro ejemplo: si se pide cabrito, el primer servicio se compondrá del costillar del bicho con ajos tiernos y cilantro fresco, y el segundo, la espalda del animal en larga cocción con ajos y pimientos asados.

Otro cambio sustancial se opera en el apartado dulce. Can Fabes ahora propone al comensal la elección de los postres al inicio de la comida y lo hace con una carta de dulces casi temática: tres opciones (chocolate, fresas y fresones, frutas exóticas) que son en sí mismas un pequeño y goloso menú con, al menos, seis platillos distintos. De nuevo una aparente sencillez en la propuesta esconde un tentador y completo despliegue culinario.

Por si fuera poco, Juan Carlos Ibáñez, quizá el mejor sumiller de España, vuelve a transformar la oferta vinícola de Can Fabes. Ahora nos propone una carta de vinos más corta pero acertadísima, compuesta por referencias verdaderamente distintivas. Además, Ibáñez ofrece semanalmente una pequeña selección manuscrita de vinos muy interesantes. La elegancia y savoir faire de este gran profesional hacen que Can Fabes también alcance la excelencia en el aspecto que a él le incumbe.
En esta ocasión Juan Carlos nos recomendó un estupendo champagne Pierre Gimonnet Cuis 1er Cru para empezar, seguimos con un apabullante Sot Lefriec 2001 pleno de potencia y elegancia y probamos también Almogaver 2005, una cabernet sauvignon muy mediterránea con unos envolventes taninos dulces.

El servicio, perfectamente comandado por Cándido Tardío, es excelente.

En resumen, Can Fabes, lejos de acomodarse, se consolida como una oferta dinámica. Una casa de nivel mundial que ostenta orgullosa las tres estrellas Michelin que bien merece.

Estuvimos este verano comiendo en este en teoria ESPECIAL restaurante, en primer lugar comentar que llegamos sin reservar al restaurante, cuatro mesas, ninguna de españoles, lo se porque nos pusieron en la mesa al lado de la cocina y cerca de Santi Santamaria y el encargado en mitad de la comida le paso el parte de los que estabamos. Calor, calor , el aire un desastre, el camarero muy joven, tambien muy uniformado , con algo de olor corporal. Tomamos el menu largo, y de verdad que lo intentamos, pero me sorprendio que con el precio que se paga, no hubiera ni un solo producto que pudieramos decir sorprendente, de hecho el pescado denton, con escaso sabor, si vendemos la teoria del producto natural y sin grandes quimicas, por favor, 200 euros largos dan para comer productos especiales, naturales pero digamos de cierto valor en precio y en su elaboracion o composicion, finalmente esperamos los postres, que decepcion, el servicio atento, el ritmo lento, en fin, si se me permite y no rompo ningun principio basico de este foro, creo que igual no tuvimos suerte, pero en pleno verano, con toda la costa brava a cinco minutos, y cuatro mesas todos con la guia michelin en la mano, es sorprendente.Para la visita turistica bien para volver tomare mucho mas tiempo, tomamos el cava de la casa bien.

Excelente el menu degustacion 195 € +8,5 pan mantequilla + IVA total con champagne ofrecido por el sumiller 525 € 2 pax.Platos clasicos con grandes elaboraciones y buen producto como las cigalas, el calamar , salmonete, ternera de Girona etc..

El local es una casa antigua con una restauracion interior de gran gusto.
Hemos comido el menu de otoño, un poco largo en lo cocerniente a postres pero impecable.
La combinacion de sabores perfecta en base a productos escogidos.
El vino, fue tinto de su produccion, un merlot equilibrado y sencillo, con un precio adecuado.
Volveria en cualquier oportunidad

El servicio en Racó de Can Fabes es perfecto, todos cumplen su trabajo de forma impecable dejándote una sensación de organización y profesionalidad que pocas veces tienes.

Tomamos el menú de otoño y la comida tenia una preparación perfecta, inmejorable. Yo destacaría el arroz.

Can Fabes busca un buen producto y te demuestra que sabe como prepararlo. No esperes ninguna gran sorpresa en la combinación de sabores y ni ninguna innovación en cocina.

Tomamos una botella de vino blanco y de vino blanco Santamaria (de sus propias cavas). Del vino se puede decir lo mismo que de la comida, tremendamente correcto, de los que necesariamente gustan a todos pero no sorprenden a nadie.

Hay tantos restaurantes que ofrecen a precios elevados una cocina tan ramplona hecha con productos discretos que agradeces la honestidad de Santi Santamaría.

Aun sí creo que el precio del menú es excesivo.

Como una máquina perfectamente engrasada, Can Fabes continúa ofreciendo excelencia culinaria. Da igual que se opte por cualquiera de los dos menús o por comer a la carta, la satisfacción está asegurada y es plena.
Santi Santamaría se afirma, desde sus platos, en sus postulados gastronómicos. Así, la fantástica materia prima, la sencillez conceptual, la profundidad gustativa y la impecable técnica utilizada son los fundamentos de su cocina.
Esta vez elegimos a la carta: una lasagna florentina de langostinos, espinacas, sesos de cordero y crema especiada de crustáceos; una espardenyes con papada de cerdo y hojitas de rúcola; y un cordero del Montseny asado al comino con zanahorias glaseadas compusierion el núcleo de nuestra cena. Los aperitivos y los petit fours casi se convierten en mini menús en esta casa, ofreciendo al comensal un prólogo y un epílogo espectaculares.
De entre los aperitivos destacaré una pequeña provocación del chef: una ensalada de tomates pometa y Montserrat, huevo de codorniz poché y una vinagreta de aceitunas. Un plato de una sencillez insultante en el que se descubren los sabores casi olvidados de unos tomates de verdad.
Para beber, un champagne Guy Charlemagne NV Blanc de Blancs y un Clos de L'Obac 2004. El champagne, para mí un descubrimiento; el vino, un placer que evolucionaba con cada copa.
Y una pregunta: ¿en qué tres estrellas del mundo se puede comer a la carta lo arriba descrito por menos de 180 € por comensal? Porque es lo que pagué por una cena que, como siempre en casa del Sr. Santamaría, resultó un ágape majestuoso.

Simplemente, perfecto, excepcional, sublime, delicioso todo; inmejorable.

Sinceramente no hay palabras para describir lo que viví aquella noche, excepcional, la mejor materia prima, cocinada a la perfección, el servicio exquisito, espero volver a ir pronto.

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