Restaurante céntrico que ocupa una de las zonas más concurridas por los turistas que visitan Valencia. Un espacio enorme con una planta subterránea al que era un poco reacio a ir... No sé, de esos restaurantes que pasas por la puerta y tiene cierto tufillo que atrapa-guiris.
Finalmente un día de esos tontos (o buenos) en los que te quitas los prejuicios y te predispones a que pase lo que Tutatis quiera, entramos en el local, sin más, pasamos y nos quedamos a comer.
El primer desconcierto lo tienes cuando vas al baño, que ocupa el sótano del local, difícilmente describible, y no menos de asimilable. A las 14:30 de la tarde bajar a un sótano com poca luz, aspecto de callejón frío con música tecno a todo trapo, unos maniquíes sentados en un banco y cada lado los baños. Sales de allí como si te hubieras tomado un gin tonic, o algo más fuerte, sobre todo cuando subes a la planta de arriba y el sol del mediodía te ciega.
La carta es curiosa. A primera vista, si observas los precios, te entran ganas de levantarte e irte porque hay algunos desorbitados que no se pueden entender. Aún así buceas un poco y encuentras cosas aceptables y te das cuenta de lo que debe costar el alquiler de un local así en esta zona. Pero si te pasas de buceo y sigues hasta el final de la carta encuentras una "zona" japo.... A mí esto, la verdad, me desconcertó tanto que cerré esa parte para evitar el colapso. Cerrado de mollera que es uno, oye.
Tampoco ayuda ver al cocinero merodeando mesas, mirando platos, saludando a quien conoce y no diciendo ni hola al que, sin conocerlo, lo saludamos, por educación, vamos.
Vayamos al tema de la cocina que es lo que haré la próxima que vuelva, encerrarme en la cocina y no prestar atención a nada más. Nos decidimos a probar la ensaladilla rusa con salpicón y mayonesa de wasabi, muy buena, sobre todo por ese punto refrescante (nada picante) del wasabi. Sobren las dos papas que meten y que estropean la presentación... (Ver foto).
Probamos las croquetas de jamón y las de bacalao, las dos muy ricas, sobre todo las de jamón, con una bechamel perfecta.
Pulpo a la brasa realmente bueno, muy acertado de textura y sabor, aunque la ración podría haber sido algo más generosa para el precio del plato.
Huevos rotos con jamón de bodega que la simpática camarera nos recomendó. Correcto sin más, aunque el jamón estaba muy bueno.
Acabamos con la tarta de queso, correcta, tampoco me entusiasmó, pero es que tampoco soy muy de dulces.
Carta de vinos extensa, bien seleccionada y con precios acordes, elevados pero no exageradamente. Optamos por un Dr. Bürklin-Wolf Ruppertsberger que acompañó perfectamente a la comida... y es que la riesling es la riesling y a pocas cosas les sienta mal esta variedad.
Servicio correcto, unos más camareros más simpáticos que otros, alguno con un punto altanero que oye, no acaba de molestarme. Cada uno escoge la forma que tiene de trabajar y de pasar sus horas de trabajo, peor para ellos.
Tras esta primera toma de contacto, volveremos a ver qué tal la barra y la calidad de algunos mariscos.
Sí, Fer, sales de ahí un poco extraño, de ahí lo del aturdimiento. Creo que es un sitio que se tiene que visitar, si te ajustas a los precios no sale excesivamente caro, pero sí, hay platos que no entiendes. ¿Habrá pescado el rey esas piezas? En fin...
Aun siendo solo dos, para repartir el precio del vino entre pocos, me parece caro para lo comido.
Saludos
La calidad es buena, pero....
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