Restaurante Bodega Bar El Pimpi en Málaga
Restaurante Bodega Bar El Pimpi
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
4,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Nunca
Nota de cata PRECIO MEDIO:
17 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.3
RCP CALIDAD-PRECIO
6.2
Opiniones de Bodega Bar El Pimpi
OPINIONES
6

Local concurridísimo de la ciudad que puede dar servicio a cientos de comensales en una misma jornada. Varios salones interiores con decoración típicamente andaluza (botas de vino, estampas flamencas) y cientos de fotografías de personajes famosos que se han pasado por allí. En la plazoleta trasera una inmensa terraza en la que renunciamos sentarnos vista la enorme cola de gente que espera turno para acomodarse. Pasamos directamente al interior.

Carta de comida típicamente andaluza y malagueña. Las raciones resultan apetitosas y preferimos compartirlas que ir a plato principal:

- Ensalada fresca: lechuga, tomate, cebolla morada, espárragos, huevo cocido, ventresca de atún en conserva… Todos los ingredientes mantienen su frescura y textura adecuada.

- Croquetas de puchero: ocho unidades en la ración de tamaño considerable. Buen nivel de fluidez en su interior y sabor rico pero un tanto atenuado por la bechamel.

- Ligeritos (3): son pequeños bocadillos con diferentes propuestas en su interior. Pedimos el de pringá, el de de lomo de cerdo y el de jamón. Correctos.

- Fritura variada: Se ofrece para dos personas al precio de 24,00 €, pero se puede compartir perfectamente entre cuatro o más comensales. Perfecta, la mejor degustada en nuestro viaje por su rebozado, su ligereza y, especialmente, por su variedad: bacalao, boquerones, chanquetes, rosada, atún, cazón en adobo… cada cual más rico. Bravo.

Acompañamos la cena con cerveza y unos dignos "tintos de verano". Servicio perfectamente orquestado, muy atento y eficaz. Se puntúa bajamente el entorno por la gran cantidad de gente que deambula por el local (a modo de visita a un museo) y el nivel de ruido que llega a alcanzarse (se agradece la música flamenquilla que suena de fondo).

Local siempre lleno en la terraza, aunque sea invierno, pero es una tentación irresistible a pesar de que el interior es una bodega más interesante, pero en invierno y en andalucía, una amplia terraza es algo que atre siempre a los foráneos.

Servicio siempre efectivo, rápido, con una cocina de fritura sencilla pero perfecta de rebozado y nada aceitosa.
Sin cambios en la carta de comidas y sí la presencia de muchas opciones de vermuts interesantes (y caros).

Lo sólido: picos y pan aparte (no cobrados) una ensaladilla rusa (7.45€) buena, suave, mahonesa ligera, todo bien troceado y presentado.
La fritura (24.15€) simplementa perfecta, variada, ración suficiente para comer dos personas.

Lo bebido: dos cañas, y 3 x vermut Pimpillo (3.50€ c/u) hecho por Málaga Virgen para el local y Quintinye blanco (6€).

Para calcular precio más real como comida, correspondería a dos personas por lo que habría que descontar dos vermuts extra.
La valoración del vino vale para la versión vermut.

Ya el año pasado describí el sitio. Bastaré con decir que en la versión verano, la terraza por la noche es un furor y aunque parece un caos la forma de esperar turno, lo hacen con agilidad y diligencia al igual que la amabilidad del servicio aunque la presencia de mucha gente, lleno completo, hace que se retrase un poco la comanda.
Merece la pena dar una vuelta por el interior del loocal y ver la bodega.

Llegamos con hambre y pedimos una fritura para los dos y 6 ostras, 3 de las pequeñas y 3 de las grandes. El amable camarero nos frena y que no pidamos más. Cuanta razón llevaba; la fritura costaba acabarla.
Para beber una copa de chardonnay, así rezaba en la carta y servida ya en la copa me llegó. Una clarita y una de agua, más el consabido pan no pedido y allí puesto.

La fritura bien hecha, como la otra vez, con variedad de elementos: cazon, boqueron, chanquetes, anilla calamar, puntillas, etc... Todo en su punto y nada aceitoso.

Una copa de mistela de Málaga que nos sirvió (escanció) una camarera antes de sentarnos a la mesa, por cortesía de la casa, sirvió para cerrar.

que buen gusto de terraza, llena de flores, esta todo cuidadisimo, y ahora en Mayo han puesto hasta una cruz...Estuvimos tomando un vino de Málaga (eche en falta una carta de vinos más extensa), el camarero nos recomendó un moscatel iberia que no estaba mal pero para el calor que hacia podia haber sido algo más refrescante, volveremos para probar mas cosas¡

Pues yo también iba con prevención, tanto es así que pasé por el local a mitad tarde para ver como era. Un sitio lleno de turistas pero que también va la gente local.
Merece la pena el local porque es una antigua bodega que da a dos calles y que está llena de recodos de comedores, pasillos con mesas entre toneles, piso superior, hasta la salida a una plaza peatonal invadida de mesas con estufas aéreas calentadoras y camareros (buen servicio rápido y eficaz) con cocina suplementaria en un bajo que da a la plaza. Más de 200 personas comiendo a la vez en mesas pequeñas y medianas y no tardan más allá de 10 minutos en servirte sobre todo si como en nuestro caso, vamos más de tapeo que de comida organizada.
Llegamos sin reserva y tuvimos suerte porque luego se llenó hasta las farolas.

Carta plastificada con muchas opciones aunque la intencion de fritura estaba decidida.

Tres para cenar por aquello de algo hay que tomar antes de acostarnos pero aún con cierta resaca de medio día. Todo para compartir al centro: ensalada con mucho verde, algo de tomate y un poco de ventresca sin nada destacable.
Una ración de chanquetes, que aunque no figura en carta donde se refugiaban en unos huevos rotos con chanquetes, pero que la amabilidad del personal hizo que sin problemas, racion de chanquetes; incluso nos advierte que los clásicos chanquetes de la escultura símbolo de Málaga, ya desaparecieron y que éstos viene de China; pues los comeremos con los ojos achinados.
Como no podía ser de otra forma, racion de fritura que hay que destacar que sin ser de gran calidad el material, era muy conseguida la poca presencia de aceite ni en los pescaditos ni el plato y lo que aún es más dificil ni en el ambiente, y eso que casi todas las mesas tenían algo de fritura. Lo mejor los boquerones, siendo más regular el calamar y el cazon.
Para beber: 4 coca colas, 2 aguas con gas y una caña de cerveza nos recordaron que teniamos más sed que hambre.

Fue una cata del lugar que quizás merezca mejor planteamiento inicial de hambre para apreciarlo mejor.

por aquello de que es una bodega que pensaba más dirigida para el turismo que otra cosa, pero a la hora de la verdad os puedo decir que salvo algún detalle cené muy bien.
Decoración absolutamente dedicada a los carteles de toros, barricas de vino, fotos de famoseo etc..., nos pusieron en un comedor aparte, íbamos un grupo de 11 personas, y un camarero estuvo íntegramente dedicado a nuestra mesa, buen servicio.
Cenamos a base de raciones para compartir: jamón muy bien cortado, ¡pero qué bien lo hacen en Málaga!, un cazón en adobo que estaba fantástico, un original plato de migas con unas anchoas por encima y un pescaíto frito bien rico.
Lástima que el plato que cerraba el menú no estuviera a al altura: cabrito asado y deshuesado con puré de patata por encima: seco y sin gracia alguna.
Surtido de dulces sustancioso de postre.
Tomamos un vino de la tierra que estaba bien, copas muy corrientes, no vi la carta de vinos por lo que no opino.
Como he dicho antes personal competente y agradable de trato.
Entramos por una calle y salimos por la otra puerta que da a una preciosa plaza delante del anfiteatro y a los pies de la alcazaba, un lugar precioso.
En fin, un lugar muy turístico pero que ofrece un buen producto, con mucho ambiente, imagino debe estar siempre animado.
No puedo hablar del precio.

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