Atención exquisita por parte del equipo de sala.
Comenzamos el menú con un trampantojo, un aperitivo de rosa, que viene a ser unas tiras de manzana osmotizada. Muy bonito pero de comer nada.
El resto de platos no tenían buena combinación de sabores, la decoración excelente, muy trabajada pero ni sabes lo que comes ni te gusta a lo que sabe.
Un plato de carne que sabía más a whisky que a carne, un postre de pizarra que deja bastante que desear.
Y cuando te llega la cuenta, después de no haber disfrutado ninguno de los platos, la pagas a disgusto.
Se escucha el cachondeo de la cocina desde la sala a pesar de haber dos mesas.
Varios platos eran representaciones sin sentido de paisajes que realmente no recordaba nada a lo que decían.
No creo que realmente la gente disfrute y entienda comiendo ese tipo de platos (bosque animado, la bruma, pizarra de chocolate...)
El cubalibre de foie con escarcha de limón estaba buena pero no deja de ser una mousse de foie con una gelatina de cocacola que de coste no supone ni 50 centimos y te lo preparan en cualquier sitio igual.