hetiempo he aprovechado una jornada de trabajo en Toledo para volver a este peculiar sitio, de decoración singular, pero donde la seña de la casa es la calidad, que se paga. Servicio muy atento (otras veces he ido con amigos del patrón y esa cuestión se valora menos). No puedo describir los precios singularmente, pero sí el importe total de la factura, donde no hubo invitación a café (en la casa suele ser así) pero sí a chupetón de licor café muy agradable y con botella dejada encima de la mesa, lo que siempre es una tentación que el alcoholímetro de los civiles no consiente. Con la cerveza sin alcohol no hubo acompañamiento, pero sí pusieron un rico gazpacho en un mini cuenco, con tropezones de jamón. Para "picar" media de jamón y queso, cada una en platos separados, y de una calidad incomparables. El queso, mención especial, curado, soberbio. Unos muy correctos trigueros a la plancha dieron paso a un solomillo al que le sobraba un poco de frío interior, lo que no es raro suceda en carnes poco hechas. Guarnición de patatas a lo pobre, muy ricas. Sandía "de la tierra" sencillamente para repetir indefinidamente. Una copa de tinto de Ribera, en copa como Dios manda y de temperatura perfecta (lo de la copa como debe ser, no es práctica en todos los restaurantes cuando sirven vino de la casa y te afean el ahorro con aperos de pic-nic). Café corto y un pan caliente, de rosca, muy bueno, completó lo ingerido. Y si amigo quieres un mus, fumarte un puro, o beberte cualquier alcohol que pidas, estás en el sitio.