Si hay uno de los productos estrellas, venerados por la inmensa población, es el cangrejo, pero una variedad de mayor tamaño al que se suele encontrar por nuestras costas, y que estaría en un término medio entre el cangrejo y el buey de mar, aunque es muy difícil de clasificar ya que dentro del "cangrejo" existen diferentes variedades, siendo las más populares -creo-, el de esmeraldas o el azul. No termino de entender tanta admiración, que conste que está bueno, aunque claro, si empezamos a comparar con los mariscos a los que estamos habituados aquí (y que me extraña y mucho que no haya por allá), y la comparación ofende. En todo caso, si se visita la costa de Ecuador, es absolutamente obligado la visita a diferentes cangrejales para juzgar por uno mismo -cuidado con la época de veda, que creo que va del 15 de agosto al 15 de septiembre, más o menos-, tanto en su versión "pelucona" (pija) como "del pueblo" (popular). En este caso se trata de la versión pelucona.

EL restaurante se encuentra en una de las zonas de mayor poder adquisitivo del país, la península de Samborondón (que en otras ocasiones he llamado isla), a pocos minutos en coche de Guayaquil, y que incluso consideraba parte de ésta. El local, que si bien aquí sería calificado de poco más que un bar, allí es más bien tirando a elegante, pequeño y muy aprovechado, lo que le hace un poco incómodo, servicio eficiente y rápido, ya que casi siempre hay gente esperando, en todo caso, adjunto fotos.

Carta basada en el cangrejo, y algún producto marino más, pero principalmente el primero cocinado de diferentes formas, salsa, ceviche, ensalada, "chopsue", etc. Yo opté por el rissoto, que hubiese estado muy bien de no haberse pasado con la mantequilla, haciéndolo pesadísimo, y mi mujer por un excelente ceviche. Precios de los platos rondando los 10 dólares.

En lineas generales bastante bien, y una buena forma de conocer dicho producto, por unos 12-15 dólares, incluídas bebidas (cerveza Club Verde para mí, jugos para mi mujer).