Conocía este restaurante, un clásico en Figueres, de hacía bastante tiempo, pero hacía más de un lustro que no comía en él y siempre lo había hecho al mediodía. Esta vez tocaba celebrar el cumpleaños de dos amigos e íbamos a ser 9 personas, con lo que era imprescindible reservar, máxime siendo sábado noche. Las críticas que leí en otra web respecto a la atención "nocturna" me habían dado bastante miedo, pero la amplitud del local y lo atractivo del precio (estamos aun en crisis... y lo que nos queda) nos hicieron darle un voto de confianza, así que en una noche bastante lluviosa nos plantamos allí un buen grupillo.
El restaurante es bastante grande y dispone (éste es su mayor atractivo) de un patio interior que antes (ahora no lo sé) quedaba a cielo abierto. Obviamente la primera noche de primavera y pasada por agua no era el mejor momento para probarla. Nos acomodan en una mesa muy ámplia, sillas cubiertas tipo boda, mantel blanco (al que por cierto le faltaba secarse un poco)
El precio del menú, 13.80 eur incluyendo dos platos, postre, pan y vino de la casa (lógicamente inbebible, un tinto de Garriguella, de la comarca) es una ganga incluso siendo Figueres una ciudad pequeña... pero es que además hay como 8 ó 10 opciones de primero y otras tantas de segundo. Difícil elegir, pues. Yo probé un tártar de bacalao (parecía más bien esqueixada: acompañado por rúcula, tomate, pimiento rojo y judías blancas) frío. Correcto (ración algo justa). Otras opciones eran: crema de calabaza, revuelto de setas, raviolis, creps de gambas, ensalada tíbia de manos de cerdo... La gente quedó contenta.
De segundo me decidí por un magret de pato (aquí sí que la ración cárnica era algo liliputiense, pero se entiende por motivos presupuestarios) acompañado por una manzana diría que reineta al horno. Bueno (el pato poco hecho, pero muy bien) aunque quizá hubiera sido más correcto presentar la manzana ya partida. Otras opciones eran: entrecot (buena ración), butifarra, tortilla de patatas (el local se llama también "la truiteria").
Pedimos un vino de la tierra, Espelt Sauló (Carinyena i Garnatxa; 12.50 eur, la mitad en tienda, precio correcto). Era un valor seguro y dejaba aun más en entredicho el caldo casero, pero a caballo regalado...
De postre, también mucha variedad: helados, tartas, crema catalana... Tomé tarta de tiramisú, ración modesta. Rica aunque dudo que fuera casera, pero se puede perdonar dado el coste del menú.
Tomamos también varias aguas, alguna cerveza y carajillos y cafés. El precio, insisto, muy contenido y una buena opción para cenar para la gente de la comarca. El servicio (tienen fama de muuuuyyyyy lentos) fue correcto y la verdad que bastante ágil aunque se notaba algo de otra época, de local que tiene el público asegurado.