Restaurante Bodega y Taperío El Cerdo en Zaragoza
Restaurante Bodega y Taperío El Cerdo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

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Precio desde:
45,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
45 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Bodega y Taperío El Cerdo
OPINIONES
1

Vaya por delante que la descripción efectuada por VEREMA es, en su conjunto, correcta. Profundizamos, pues, en lo allí dicho para completar la descripción.

Situado, efectivamente, al lado de la Universidad, pero con una precisión importante. Es un local que hace chaflán, pero la entrada no se efectúa por la calle Arzobispo Apaolaza, sino por la calle perperdicular, concretamente por la Calle Giménez Soler.

En todo caso no tiene pérdida, el cerdito sonriente que hay en el soportal de la entrada lo indica claro.

En lo que se refiere al entorno -entendiendo por tal de puertas para dentro- es una restaurante tradicional, tipo bodega. No es un restaurante elegante, entendiendo por tal un ambiente finolis, pero se está a gusto y es muy limpio.

Hay dos partes dentro del restaurante: 1) la parte del bar y zona de menús; y 2) la zona de restaurante propiamente dicha.

En la parte del bar/menús, se puede tomar todo los productos del establecimiento de manera más informal. Barra de unos 10 metros y 6 ó 7 mesas de madera con capacidad para unos 30 comensales.

Digo lo de los menús, porque lo normal es que a la parte que ahora se comenta se vaya a degustar los mismos, más que a la carta. El menú se sitúa sobre los 18/20 euros, y desde luego no te quedas con hambre.

Normalmente tiene 4 primeros (ensaladas, potajes, verduras, etc.) y 4 segundos de buena calidad (entrecotte, algo de caza pequeña, algún pescado...) acompañados del vino de la casa más postre (algunos ligeros, tipo sorbetes sencillos y algunos contundentes, tipo torrija o leche frita).

No obstante, insisto en que también en esta zona del bar -con mesas y bancos de madera- se puede comer a la carta en un ambiente más informal. Ello implica que hay que olvidarse del mantel y de las copas "decentes", que, sin embargo, estoy seguro que te pondrían si lo pidieras.

Pasando ya a la zona del restaurante, lo primero que destaca es su relativa amplitud. 15 mesas bien distribuidos, sin agobios,, sin apreturas, algo esencial.

Manteles aceptables, cubertería adecuada a lo que normalmente se come -productos del cerdo contundentes- vajilla y copas adecuadas.

Muy buen servicio. Cierto es que en este caso los que comimos estábamos solos, pero en otras ocasiones estaban de bote en bote y la comida fue servida con rapidez y de forma muy atenta.

Antes de comenzar con la comida, un pro y un contra con la bebida: el pro: que te dejen llevar el vino, sin problemas, sin quejas, con absoluta amabilidad y naturalidad, ni quejas ni aspavientos, ni el mire Usted. El contra: rompieron el corcho de la botella que llevé -Real de Asúa 2000-, sin que hubiera razón para ello -el corcho estaba perfecto-, cayendo un poco de corcho al vino. Ha sido sólo esta vez -las demás, no-, pero hay que tener mucho cuidado con estas cosas.

En relación a la comida disponen, como no podía ser de otra manera, de todos los productos derivados del cerdo, siendo su especialidad "la macilla", la cual sirven con la consabida plancha para hacérsela al gusto. La acompañanos de unos pimientos rojos, bien preparados y presentados.

Nos decantamos por la misma; buen producto, buena textura. Nos cambiaron la plancha de forma rápida y atenta. Previamente habíamos degustado lo siguiente:

- jamon gran reserva, media ración. Acompañada de pan con tomate. Peor cortado que otras veces, pero bien de sabor y con un toque dulce muy rico al final (tomado en la barra con un -como lo he denominado ya otras veces- correctísimo aldeya -garnacha de cariñena-).

- carpaccio de ciervo con foie (no era cuestión de comerse todo el cerdo). Muy rico, con una buena presentación, y una ración considerable.

- anchoas al orio: sí, trabajan bien el pescado (p.e., los chipirones), aunque no tienen gran recorrido en este campo. Las anchoas, a mi entender, fabulosas, acompañadas de su guindillita.

Aparte de lo indicado, la carta es bastante amplia, predominando -lógico- el aspecto cárnico (el chuletón lo bordan). Presencia de productos de caza menor (ensalada de perdiz, el citado carpacho, suelen tener un buen confit de pato). Buena relación de entrantes (con alguna concesión al marisco -ostras, mejillones excelentes al vapor) y también un amplio abanico de postres -rechazados en nuestro caso, optando por un PX -concretamente, el Don PX-.

Por cierto, hay alguna peculiaridad interesante: de vez en cuando preparan unos cocidos y unos arroces con bovagante muy a considerar.

En cuanto a la carta de vinos: bastantes aragoneses y predominio de riojas y riberas clásicos (ardanzas, protos, etc, entre 18 y 60 euros).

Al final, nos dejaron la botella de PX para que nos sirviéramos a nuestro gusto, lo cual compensó el detalle del corcho. No nos metieron ni media prisa.. Entramos a los 14,30 y salimos -después de unos cuantos, bastantes, PX- a las 17,45. Muy buen trato, uno se encuentra a gusto, como debe ser.

Y lo mejor, la compañia: No amig@s, no era la Srta. Naomi Campbell -dicen que ya no tiene novio-; era el amigo limonero -al que le mando un abrazo por el buen rato que pasamos y los vinos que me dejó-, no tan guapo como aquélla (más quisiera!!) pero, qué duda cabe, con unos conocimientos descomunales en materia vinícola.

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