Restaurante Alameda en Hondarribia/ Fuenterrabía
Restaurante Alameda
País:
España
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
55,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
80 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.7
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.7
RCP CALIDAD-PRECIO
5.8
El menú en fotos
Cafés, dulces y licor
Torrija con helado
Solomillo de vaca asado
Merluza con arroz negro
Aperitivo: Crema de calabaza
Opiniones de Alameda
OPINIONES
9

Por lo que percibo  en comentarios previos, el menú mantiene las mismas bases con pequeñas variaciones. El nivel gastronómico es muy alto, muestra  precisión y cierta delicadeza. El restaurante parece consolidado,  como su estilo. Estuve hace muchos años y lo percibí en esta ocasión  más amplio, repleto de gente..Ha triunfado y se mantiene. El menú ofrece aluna cosa realmente especial y sobresaliente como la anchoa mariposa con mahonesa de cebollino o el postre delicadísimo y gustoso de chocolate y jenjibre. Buen servicio , muchas mesas pero con distancia. El servicio del vino correcto. Grata impresión y grandes recuerdos, es un buen restaurante con estrella que sin deslumbrar , gusta...

Nueva visita anual por 4º año consecutivo a nuestro restaurante favorito. Habiéndolo visitado ya a la carta, en los 3 formatos de menú con maridaje y en la taberna, sólo nos quedaba probar la fórmula anual de cena maridaje. Esta tercera edición ha contado con los vinos de Marqués de Murrieta, tras los de Gregory Pérez y Olivier Rivière (2015) y los de la D.O. Somontano (2014).
El gancho para apuntarnos fue una información errónea en la que indicaban que contarían con su flamante 100 Parker (Castillo Ygay GR Blanco 1986). Como era de esperar por el precio (70€/pax con vinos incluidos), rectificaron al realizar la reserva con una disculpa. En la página del evento de su web se hacía referencia a la presentación de nuevos platos del restaurante, que a tenor de lo probado son clásicos de la casa con pequeñas variaciones. A este respecto, pese a que el nivel de cocina sigue siendo excelente, se aprecia poca novedad en los platos desde 2013, algo que puede penalizar a los clientes habituales que busquen creatividad o platos distintos (no es nuestro caso).
La cena contó con la presencia del Director Comercial de la bodega, Antonio Barrios, así como con Beñat Moity, afinador vascofrancés de quesos quien provee al restaurante de los mismos. El chef Gorka Txapartegi ejerció de anfitrión explicando escuetamente cada plato y dando paso a los susodichos para cada vino y la tabla de quesos.
Lleno de sala merecido por la gran RCP del menú que paso a relatar.

APERITIVOS
- Bombón de foie: Con cobertura de toffee, presentado en una lata de conserva con hielo. Exquisito bocado de contraste dulce-salado.
- Calabaza-bacalao: Variación de la clásica crema de calabaza con cítricos, aceite de oliva y picatostes, a la que se añade una espuma de brandada de bacalao. Presentada en vasito, estupenda combinación de sabores para abrir boca.

ENTRANTES
- Carpaccio de vieiras y tomate con emulsión de almendras tiernas: El plato de la cena. Sobre una base de ajoblanco elaborado con jerez dulce, un "tartar" de tomate y las vieiras laminadas, con esferificación de cítricos asemejando unas huevas de salmón y espolvoreado de ¿cacao? Refrescante y con multitud de matices, absolutamente memorable.

+ Maridaje para los aperitivos y las vieiras: Pazo Barrantes 2015. Muy buen nivel (bastante mejor que la añada 2011 probada con anterioridad), albariño muy fresco y en un excelente momento de consumo.

- Hongos asados con yema trufada: Variación del clásico "huevo termal" (llamado así por la tradición japonesa de tener huevos en baños a 63ºC para obtener una clara fluida y una yema líquida). Una especie de sopa de setas de sabores profundos que al mezclarlo con el huevo es puro goce.

+ Maridaje: Marqués de Murrieta Reserva 2011. Al igual que el Pazo Barrantes, en un excelente momento de consumo. En la línea de otras añadas, vino serio y muy bien hecho, con una madera nada invasiva.

PRINCIPALES

- Merluza asada con calabaza, naranja y curry: Punto excelso de cocción con la piel crocante y pescado de primera, como corresponde a esta casa. Muy original la combinación de curry casero y calabaza, aunque sin el factor sorpresa de otras ocasiones.

- Butakaku (Papada de cerdo glaseada) con puré de berza y encurtidos: Plato ya glosado con anterioridad que esta vez vino algo subido de dulzor. En cualquier caso, muy bueno.

+ Maridaje: Capellanía 2011. Una Viura con 2 años de barrica y 1 año de botella que aún se muestra muy jóven y afilado, apuntando maneras. De momento poco expresivo en nariz, un vino de larga guarda. Sorprendente la buena combinación con la papada.

POSTRES
- Quesos artesanales de productores vascofranceses (St. Jean de Pied de Port, Tardets, Soudaire) afinados por Beñat Moity: Tabla con quesos de oveja de alta montaña (uno jóven y otro madurado), queso de vaca madurado tipo Comté y dos quesos de cabra (uno de ellos azul). Espectaculares sobre todo el azul de cabra y el de vaca madurado.

- Chocolate fundente con frutas ácidas: Delicioso lingote de chocolate negro coronado con una quenelle de helado de café impresionantemente bueno. Completaba el conjunto una mousse de mandarina y un helado de fruta de la pasión, con una arena de galleta.

+ Maridaje: Dalmau 2012. El vino de autor de la bodega que yo pensaba iría a la papada se dejó para los quesos (combinó bastante bien, salvo con el azul) y para el chocolate, por expreso deseo del Dir. Comercial. Personalmente mucho mejor con los quesos que con el chocolate por los balsámicos del vino, elegancia pura y ya disfrutable aunque con vida por delante.

Para terminar café y los petit fours de calidad habituales: Financiers de almendra, gominolas de limón y trufas de chocolate y almendra.

Agua Solán de Cabras incluída en el precio del menú. Pan de dos tipos que curiosamente repartieron de forma aleatoria (sin preguntar), aunque el servicio muy atento en todo momento para rellenar la copa sin escatimar y preguntando si todo estaba bien. Chapó.

En resumen, una exquisita cena que por su longitud hubiesemos disfrutado más al mediodía (por eso de la digestión un jueves noche). Muy agradable sorpresa el carpaccio y los quesos, los demás platos ya los conocíamos y al menos mantienen su sobresaliente nivel.

PD. Los precios por fin llevan el IVA incluido. Enhorabuena a todo el equipo.

  • El menú en fotos

    El menú en fotos

Nueva visita anual para celebrar el cumpleaños de mi mujer a este fantástico restaurante que sigue haciendo brillar su merecida estrella Michelín. En este caso, habiendo probado ya su taberna, la carta y sus menús degustación (largo) e intermedio, nos decantamos por el menú corto (Gartzinea, nombre del caserón donde se ubica el restaurante) de 38€ + IVA. Como se trataba de un regalo, realicé un bono que incluía bebidas, café y copa/combinado englobado como único concepto al "módico" precio de 18,5€/pax + IVA (el año pasado desglosaban los conceptos y este año los han unido, algo que penaliza al comensal que sólo bebe agua o vino). Una táctica que es el gran punto negro de los restaurantes de este nivel, donde un menú de 38€ pasa a ser de 62€ por los extras, que aquí son escandalosamente caros (recordemos la famosa "agua bendita" a 6€).
En nuestro caso, y sabiendo que a pesar de llevar nuestra botella nos íban a cobrar lo mismo, los extras estuvieron bien pagados: Nos guardaron nuestra botella durante una semana en su cava climatizada, abrieron el vino 2 horas antes para airearlo y disfrutamos de sendos combinados además de pedir agua (Mondariz), claro.
Hay que decir que el sumiller aceptó encantado que descorchásemos una joya como el Castillo de Ygay Gran Reserva 1968 y en ningún momento puso objeción alguna para llevar el vino (sería gracioso una vez pagado el concepto, pero cosas más raras se han visto).
Nos presentamos puntuales en el restaurante y decidimos probar por vez primera el comedor interior, sobrio pero elegante, con una buena selección musical, cómodo y espacioso. El servicio como es habitual muy jóven, aunque encantador y bien formado.
Tres tipos de pan (centeno, integral de cereales y rústico normal) buenos y para acompañar, AOVE arbequina frutal de buen nivel.
Copas, mantelería, vajilla y menaje de primer nivel como es habitual.
El susto de la comida viene con el vino, ya que se les ha roto el corcho por no usar un biláminas. Pequeño tirón de orejas para el sumiller por delegar en su ayudante esta tarea (no creo que sea un vino muy habitual). Afortunadamente el corcho no había afectado en absoluto al vino. Ambos (sumiller y ayudante) pasaron a disculparse por la mesa y reconocieron el fallo sin exculparse por la longevidad del vino, por lo que en agradecimiento les dimos a probar sendas copas de "la bestia".
Y es que vaya vino señores... sin duda el tinto más emocionante que hayamos probado jamás: límpido, mutante a cada minuto y mejorando a lo largo de toda la comida, con la acidez propia de un vino 30 años más joven, de eterno postgusto. Casi se me saltaban las lágrimas, algo increíble. Más datos aquí: https://www.verema.com/vinos/13904-castillo-ygay-reserva-especial-1968/valoraciones/1320876-obras-maestras-jesus-marrodan
Pero vayamos a la comida en sí:
- Aperitivo de la casa: Crema de calabaza con hinojo, mousse de queso fresco, picatostes y olivas negras. Un clásico ya, elaborado con las señas de la casa: sabores delicados, puros, perfectamente integrados. Buen arranque.
- Huevo termal, patata trufada y sopa de ajos frescos: Ya comentado anteriormente, plato fetiche para nosotros junto al Butakaku y los pescados. El caldo como siempre, sublime.
- Pescado del día: Merluza con salsa de limón y arroz negro. Si en algo es inigualable el Alameda es en el tratamiento del pescado. Género de calidad suprema y unas preparaciones que realzan la jugosidad del pez. Mi mujer no es nada fan de la merluza y alucinó con su melosidad y textura. El arroz con trozos de txipirón, a la altura del plato. Matrícula de honor.
- Solomillo de vaca asado con pastel de patata y bacon: Carne hecha al gusto del comensal, buena ración y excelente salsa y guarnición. Siendo un muy buen plato, no está a la altura del pescado.
- Torrija caramelizada con helado de hierba Luisa: Rendición total con esta delicia elaborada con pan de brioche empapado en leche. Yo que soy poco de caramelos quité el crocante superior (tampoco me gusta el flan con caramelo, manías personales), pero es probablemente una de las mejores torrijas que hemos comido. No desmerecía tampoco la finísima quenelle de helado casero, con el punto de frescor de la hierbaluisa.
- Un par de buenos cafés acompañados por las habituales pastas y dulces, licor casero de hierbas para mi mujer y un Gin Tónic de G'vine Floraison con tónica Botanic impecablemente preparado por el ayudante del sumiller.

En total, dos horas y media de placer que esperamos seguir disfrutando otro año más.

  • Cafés, dulces y licor

    Cafés, dulces y licor

  • Torrija con helado

    Torrija con helado

  • Solomillo de vaca asado

    Solomillo de vaca asado

  • Merluza con arroz negro

    Merluza con arroz negro

  • Aperitivo: Crema de calabaza

    Aperitivo: Crema de calabaza

Este iba a ser el último local con estrella que me quedaba por visitar en mi zona, pero la michelín, decidió que fuese el penúltimo al darle a Elkano una este mismo Noviembre , de todas maneras ya tenia planeado visitar este , ahora si ultimo estrellado a la vuelta a casa.

Local bien acondicionado, grande y acorde con el galardón, mesas grandes, servicio joven y con ganas de hacerlo bien.

Escogimos el menú Dastamena, como ya han indicado es gusto en euskera y la verdad que le hace honor.

Empezamos con un aperitivo de crema de calabaza, espuma de hinojo y aceituna negra.

Ostras de Marennes-Oleron con caviar citrico, coliflor y algas.

Taco de foie asado a la sartén, con sopa espumosa de castaña.

Borrajas escaldas con caldo de trufa, vieira asada y tocino crocante.

Butakaku; papada de euskal txerri glaseado con algas.

Dorada salvaje con caldo meloso de algas y citronel.

Lomo de ciervo asado, semillas y frutas maceradas.

Cambiamos el postre del menú, por las torrijas con helado de leche ahumada y acabamos con otro postre que también le podría haber dado titulo al menú, cromatismo de otoño.

Yo me pedi media de queso ,9€, un poco de comte, un Iraty ahumado y uno de oveja, bleue de basque.

Con la infusión a 3,3€+iva , nos sacaron unos petit fours.

El menú honra totalmente cada enunciado, producto de temporada, materia prima de primera y elaboración superior, cocciones perfectas y un claro denominador común, mimo en cada plato al producto y a lo que le acompaña.

Lo dicho muy bien y la papada como ya han comentado es un plato de mayores galones.

Para beber opte por el maridaje, precio razonable, 30€, si te pasas un pelin, vamos si eres un tragaldabas como yo te pueden cobrar 15€ mas, a mi por esta vez me lo pasaron.

Empezamos con un champan, bereche y fills o algo asi.
Un oloroso dulce, solera, cream, un chablis, un sauvignon blanc, Talei se llamaba, un tinto de ribera, viña sastre, fue segunda opción, la primera no estaba bien, y para postre un tokaji de 5 puttonyos.

En resumen un muy buen local para visitar, solo que ir sabiendo, como ya se ha comentado , que tienen una fijación con el agua , de hay el titulo de mi comentario , una botella de litro de insalus te la cobran a 6€+iva , yo se lo que vale esa botella , ya que me dedico a la venta a hosteleria , pero no usare ese dato , lo que si os diré es que no hay un restaurante de los que he estado , ni los de tres , que cobren eso por un agua nacional , pero bueno aun así , merece la pena muy mucho , y otras cosas cobran en los triestrellados que tampoco tienen sentido , sobre todo la ostia que meten al vino , con , perdón , can... roca , excepciones .

En este menú , al menos a mi no , me cobraron pan aparte.

Como colofon a un puente inolvidable en San sebastián, y despues de las compras navideñas en San juan de Luz, primera visita a este restuarante, espero que no sea la última, no tenias reserva pero pese a ser un lunes muy festivo no se lleno y nos acomodaron sin problemas,(la mayoria de los clientes parecian ser habituales-conocidos de la sala) hermoso comedor , con mucha separación entre las mesas, y bien vestido una cuqui-bodega domina la sala...es de esos lugares en los que segun entras sabes que vas a comer muy bien, servicio joven (incluido el sumiller) pero muy profesional se nota que tienen la lección bien aprendida, nos decantamos por un menu desgutación de 38€ (el más barato de los tres con los que cuenta) botella de agua y un maridaje de vinos (quedaban por delante mñas de 400km de vuelta). La comida muy lograda, sorprendente (se merece sin duda su estrella), menu contundente no te quedas con hambre ( a destacar su pescado del día en este caso merluza extrordinario de sabor y punto). Un sitio para descubrir o volver a conocer, tratare de volver. En el lado de los peros varias cosas que me soliviantan, iva no incluido, la botella de agua de solan de cabras (por curisidad mire el precio en el super 0,89€) a 6€, 3€ por el pan...etc. Prefiero un menu degustación de 55€ que no estos pequeños "engaños", al final con dos cafes (casi 6€), la cuenta ascendio a 110€. El maridaje mejorable, salvo el primer txacoli que acompaño el huevo termal, el resto de los vinos comerciales y simplones, por 15€ no puedes pedir peras al olmo, pero tienen cosas de las zonas más interesantes en el mismo rango de precios. Muy curiosa y entretenida su pagina web. Lo dicho volvere con más tiempo a probar su menu largo...aunque tenga que pagar el pan aparte.

Aprovechando el cumpleaños de mi mujer, decidimos celebrar también nuestro bautizo Vegasiciliano en nuestro restaurante preferido, acompañando un Valbuena 5º año 1976 con el menú Hondarribia.

Destacar la estupenda atención que Gorka Txapartegi (jefe de cocina) nos brindó desde la reserva, aceptando sin ningún problema nuestra propia botella y sugiriéndonos que la trajésemos un par de días antes para que reposara en su vinoteca.

Tuvimos la suerte de que el día reservado fue plenamente veraniego, por lo que pudimos disfrutar de su maravillosa terraza, que irradia paz y hace que nos sintamos como en nuestra propia casa, a pesar de tener que sufrir al bebé de una familia francesa. Si por mi fuera, expulsaría de los restaurantes a los clientes con bebés (el restaurante no es lugar para ellos), niños tocapelotas o comensales que no tengan el puñetero móvil en silencio.

Servicio encantador, aunque de nuevo muy jóven e inexperto, algo de lo que abusan demasiados restaurantes de alta cocina, y que en mi opinión lastra la experiencia con los clientes más exigentes.

Mantelería, vajilla y coperío de primer nivel (Schott-Zwiesel). El sumiller nos pregunta si decantaremos el vino o si lo dejamos aireándose como así hacemos. Descorche perfecto con el biláminas. Nos traen dos tipos de pan (1,50€/pax) a elegir, blanco e integral, acompañados de AOVE. Ambos buenos, el aceite bastante neutro de sabor (yo lo prefiero más frutal), correcto para iniciar la comida. Y con esto comenzamos el menú (50€+IVA):

- Aperitivo de la casa: Salmorejo con espuma de queso fresco y picatostes. Equilibrio perfecto de sabores sin pasarse con la cebolla y con el punto refrescante de la albahaca y la cremosidad del queso tipo mousse. Delicioso

- Tartar de atún marinado, esferas de salmorejo y olivas. Perfecta combinación de sabores potentes pero muy equilibrados: un marinado de sabor persistente, pero que no repite en absoluto. Las esferas de gelatina que contienen el salmorejo refrescan y el puré de aceituna negra le da un toque de amargor interesante que potencia el conjunto.

- Huevo termal, patata trufada y sopa de ajos frescos. Versión excelsa del huevo a baja temperatura, con una sopa de hongos reverencial, una base de puré de patata y el huevo perfecto de punto. Con los picatostes por encima, gulesco.

- Pescado del día: Txipirón Begi-Handi a la plancha con cebolla caramelizada y espuma de perejil. Fue el primer plato memorable que probé y por suerte sigue siendo igual: La carne es pura mantequilla, con un ligero toque de brasa y la cebolla para comer por arrobas. La espuma bonita pero prescindible.

- Pato confitado con naranja (criado en libertad, Soudaire). El plato más flojo del menú. Un bloc de confit deshuesado sobre base de puré de patata, con salsa de su jugo con excesivo sabor a naranja (probablemente utilizaron la corteza), ricas perlas de naranja y unas espinacas ahumadas de acompañamiento que no entendí qué pintaban en el plato. Pese a que la carne estaba tiernísima, la guarnición no me convenció (salvo el puré y las perlas).

- Raviolis de chocolate blanco y aceite de oliva con cerezas y rosas. Conquista absoluta con este postre: Un sorbete de rosas delicadísimo sobre un ravioli relleno de una crema nada empalagosa de chocolate blanco, con el contrapunto ácido de la sopa de frutos rojos y bayas silvestres dulces. Una maravilla.

Y para terminar, un estupendo café cortado acompañado de unos deliciosos financiers de almedra, unas gominolas caseras de mermelada de fresa y unos macarons de crema de limón, bien cobrados a 2.85€/pax.

2 puntos negativos a mejorar: El agua Mondariz (botella de cristal de 75 cl.) cobrada a unos escandalosos 5€ y los precios, que siguen sin incluir el IVA.

Nos queda pendiente probar su menú básico Gartzinea (35€+IVA) y las raciones de su bar (entre ellas una sugerente tabla de quesos). Volveremos.

El Alameda se convirtió en nuestro restaurante favorito desde nuestra primera visita por separado, allá por el 2010. Esta segunda visita, ya casados, ha confirmado nuestras sensaciones y las ha reafirmado más si cabe.

Una temperatura ideal nos ha permitido tomar el menú degustación y su correspondiente maridaje de vinos en la terraza, sitio que mira directamente a la Ermita de Guadalupe (la patrona de la ciudad), y que amplifica el placer de la comida. La espera (los días de buen tiempo escasean en Hondarribia) merece la pena.

Un servicio muy joven ha suplido su falta de experiencia con simpatía y profesionalidad, bien secundados por la jefa de sala, atenta en todo momento a nuestra comodidad a lo largo de las dos horas y media que ha durado el servicio. Bien es cierto que hemos disfrutado de él casi en exclusividad, ya que tres han sido las mesas servidas (Miércoles de mediados de Octubre, fechas difíciles, más con la que está cayendo).

Respecto al menú, hay que decir que se hace largo incluso para los estómagos con fondo como el de un servidor. De hecho, los propios camareros nos han ofrecido algún periodo de descanso entre los entrantes y los platos principales. Aconsejamos un desayuno frugal si se quiere probar la totalidad del menú (nosotros lo hemos hecho, pero sin comer nada hasta el día siguiente).

Vamos con el análisis de los vinos y los platos:

Champagne Deutz Brut Classic (Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay): Acertada opción para el aperitivo y la trucha. Magnífico champagne de burbuja suave, idóneo para los no iniciados en los espumosos como es mi caso.

Aperitivo de la casa - Crema de Calabaza con hinojo: Deliciosa, con un suave sabor a naranja y un punto dulce, acompañada del picatoste de rigor. Muy buen arranque.

Trucha de Banka ahumada, brotes, especias y queso Idiazábal: El plato más flojo del menú. La trucha asalmonada muy suave, apenas se nota el ahumado, acompañada de una espuma de Idiazábal que se asemeja a una salsa de yoghourt sin queso. Ambos combinan bien, pero los granos de pimienta roja añadidos predominan y se imponen al pescado y la salsa. Creo que la ausencia de este entrante en el menú sumaría en lugar de restar.

Generoso Cream Solera 1847 (Palomino fino, Pedro Ximénez): Grata sorpresa con los dos primeros vinos, ya que tampoco soy entusiasta de los vinos de Jerez, pero este vino dulce estaba espectacular, con un intenso sabor a café, y le iba de fábula al foie como contrapunto de sabor.

Ensalada de Foie a la sartén, lentejas y brotes de mostaza: Aunque los brotes dificultan el bocado, aligeran el potente sabor del foie y las lentejas, ambos en su punto perfecto de plancha y cocción respectivamente. Muy buena idea el incluir daditos de manzana ácida como contraste de textura y sabor. Impresionante

Finca Montepedroso Verdejo 2011: Muy bien en nariz (plátano, melocotón, bollería), pero en boca apenas tiene persistencia. Flojo para aguantar la embestida de las setas y la papada.

Ravioli de Vieira con setas de temporada y espárragos trigueros: Fantástico mar y montaña con el delicado ravioli de vieira y las xixas de potente sabor, los trigueros tersos en su punto, la salsa de trigueros insípida. A pesar de ello, en conjunto muy buen plato.

Butakaku Glaseado con algas, manzana asada y frutos secos: El plato estrella que por sí solo justifica una visita al restaurante. Es como comerse un plato de cocido de 2 cucharadas. Una papada de cerdo cocinada a baja temperatura con una salsa agridulce de soja y taquitos de manzana (¿reineta?) Aquí un tinto jóven (maceración carbónica p.ej) iría de fábula.

Erre Punto Blanco 2011 FB (Viura y Malvasía): Gran elección para el pescado, vino de delicado aroma, con cuerpo y persistencia que combina de vicio con el mero.

Mero asado con caldo meloso de algas y cítricos: En nuestro caso, el caldo era de gambas y una espuma de algas. Producto de extraordinaria calidad bien secundado por dos extremos sápidos: espuma fresca y caldo intenso.

Finca Valpiedra Rv. 2007 (Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Mazuelo y Graciano): Potencia controlada son las dos palabras que mejor definen a este vino, sedoso en boca pero con mucho sabor y persistencia. Otro acierto en el maridaje.

Pichón asado con tosta de sus higaditos y mole negro: Carne en su punto, paté de higaditos muy logrado, exquisita decoración y acompañamiento con avellanas troceadas. ¿El sabor? Para quien le guste la caza, muy bueno. Yo hubiese disfrutado más con el cordero, pero hay que probar nuevos sabores. Lo mejor, el mole negro de membrillo y cacao, delicioso.

Chivite Colección 125 Vendimia Tardía 2008 (Moscatel de grano menudo): A la altura de los mejores Sauternes. Impecable vino dulce.

Ensalada de frutas caramelizadas con sopa de melón y menta: Trozos de piña, fresa y frambuesa, acompañadas por un helado de nata y galleta crujiente, y refrescado el conjunto por la menta. Adictivo, si no fuera porque aquí el estómago está casi al límite.

Helado de Queso fresco, naranja amarga y cramble: Uno de los mejores helados de queso que he probado, suave y con un punto de acidez, acompañado por la galleta desmigada. Para mi gusto, sobra la naranja amarga.

Café y dulces: Por si no fuera poco lo anterior, invitación de la casa con un vasito de café y chocolate cremoso, chocolate con almendras a la naranja y un mazapán para llorar.

Nosotros disfrutamos de este festín gratis, lo cual es doblemente satisfactorio. Para el resto, 122€/pax IVA incl. Por cierto, los precios no incluyen el IVA, como exige la Ley 44/2006, algo a subsanar inmediatamente. Por lo demás, tiene justificada con creces su Estrella Michelin.

Un restaurante que debería ser visita obligada, al menos cada año.

Segunda visita a este restaurante y nos quedamos con la misma buena sensación que la anterior ocasión. El local es espacioso, con amplios ventanales, cómodo, elegante y con mesas bien vestidas, lo que unido al trato cercano que recibes nada más entrar hace que te encuentres a gusto ya desde el principio. Su carta tiene como base el producto local de calidad, que proviene del cercano Cantábrico y de los caseríos de la zona, con el que elaboran una cocina actualizada pero de honda raíz vasca. Además de la carta, disponen de tres menús de distintos precios, que oscilan entre los 35 y los 80€. Nosotros elegimos el denominado Menú Hondarribia (55€), cambiando algunos el postre, que consistió en lo siguiente:
- Crema de naranja con calabaza: servido a modo de aperitivo, se trataba de una crema con los componentes separados y que había que mezclar con la cuchara, dando lugar a un plato lleno de contrastes
- Verdel marinado: el pescado, perfectamente desespinado, de buen grosor y pleno de sabor, se presenta sobre una especie de lasaña de verduritas. El mar y el caserío juntos. Muy bueno.
- Huevo termal: se trata de un huevo a baja temperatura sobre un caldo de ave de profundo sabor, acompañado de migas de estilo pastoril, aunque más refinadas, que suponen un agradable contraste de texturas. Muy rico.
- Merluza con arroz negro: se trata de una excelente merluza a la plancha acompañada de un arroz negro de chipirones, que, aún estando bueno, resultó quizás lo más flojo.
- Cordero lechal: el cordero se presenta deshuesado y en terrina sobre un fondo de crema de patata y una concentrada salsa de carne. Simplemente gulesco.
- Torrija con helado de leche quemada de oveja: posiblemente una de las mejores torrijas que he comido hasta la fecha, que presentan sin pasar por la sartén, con lo cual no resulta nada empalagosa, y acompañada del mejor contrapunto que podamos imaginar: el helado de leche quemada de oveja lacha.

La carta de vinos, sin ser amplia, es interesante, con precios correctos para tratarse de hostelería. Tomamos un Dr. Bürklin-Wolf Ruppertsberger Riesling 2009 (24€) y un Viña Coqueta 2006 (39€), perfectamente presentados y servidos en buenas copas. Los excelentes cafés estuvieron acompañados de unos petit fours de nivel.

... y quizá del mundo?
Sábado noche, cena para cuatro personas en este restaurante distinguido con una estrella Michelin. Local agradable, nos sorprendió que solo estuvieran ocupadas algo mas de la mitad de las mesas.
Mesa redonda amplia pero incomoda. Las sillas eran bajas o la mesa alta pero teníamos una sensación de niños sentados en mesa de mayores.
Vista la carta nos atrajo el menú: Gartzinea. Preguntamos si podíamos sustituir el plato de pescado o carne por el “arroz cremoso con chipirones”, habíamos leído muy buenas críticas de él. La persona que tomaba nota, tras manifestar algunos inconvenientes, consultó en la cocina y nos lo permitió.
El menú consistió en” huevo termal”, el citado arroz, “merluza con arrope de barrica “ o “taco de vaca glaseado a 70º”(según hubiese elegido cada uno) y “torrija caramelizada”. Bien elaborado el plato de huevo, muy buena la merluza, correcto el solomillo. Fue el arroz lo que menos nos gustó, en nuestra opinión “molto dente”.
Para beber pedimos una botella de Clío 2007 y una jarra de agua. El vino llegó a la mesa con retraso, cuando ya habíamos comenzado la comida. El retraso fue mayor cuando pedimos la segunda botella, que fue servida cuando estábamos casi acabando el último plato. No tenían mas botellas de 2007 y aceptamos 2008. Bueno…, hicimos una minicata vertical.
Lo que estaba siendo una cena agradable dejó de serlo tras los cafés al recibir la cuenta.
La gran sorpresa, que se iría convirtiendo en enfado e indignación, se produjo al revisar la factura. Aparecía el concepto “jarra de agua” 5 euros x2 = 10 euros (el IVA se añadía después).
Pedimos a la persona que nos había tomado nota que nos explicara como podían cobrar, y a ese precio, el agua del grifo. Nos dio varias y variadas razones: ellos tenían que cobrarlo por estar dando un servicio, a ellos se les podían romper las jarras y los clientes deben asumir el coste, el agua del grifo también cuesta dinero y ellos tienen que pagarlo todos los meses, ellos pueden podían cobrar lo que quisieran,……
A ello replicamos que el servicio del agua se había limitado a dejar la jarra en la mesa, que el agua del abastecimiento público de Hondarribia no podía ser tan cara como el agua mineral y que, si querían cobrarla, deberían advertirlo o debería figurar en la carta el precio de tan valioso liquido.
Nuestros argumentos solo sirvieron para que acudiera uno de los dueños. Se reafirmó en las mismas justificaciones que su empleada aunque nos dijo que quizás habían cobrado demasiado. Se llevó la factura y volvió con una nueva. Tres euros por cada jarra de agua, total 6 euros +IVA.
Rellenamos una hoja de reclamaciones, pagamos la cuenta y nos marchamos profundamente indignados y sin hallar explicación a lo sucedido.
También debo decir que no nos cobraron nada al devolvernos las chaquetas. Asumieron el coste del servicio de guardarropa y los riesgos de rotura de las perchas. Todo un detalle.

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