Comida de mediodía a base de raciones.
Al tratarse del restaurante de la plaza de toros, el local está plagado de carteles taurinos, fotos de toreros y personajes diversos pertenecientes a este mundo. Ante tal panorama, nos acomodamos fuera, en una mesa en el agradabilísimo jardín de la alameda.
Pedimos unos jalapeños, muy buenos; una ración de chopitos, muy bien fritos y en su punto, carentes de aceite fritanguero; otra de rabo de toro, bien guisado y de sabor exquisito. Raciones generosas.
De beber, una cerveza y unas cuantas manzanillas (4 ó 5), excelente maridaje para la cocina andaluza (y no andaluza también). Cafés mediocres.
Servicio ligeramente lento y un tanto desganado. El camarero tenía que cruzar la calle cada vez para atender a los que estábamos en la terraza. Siendo domingo y pasadas las 16 horas, daba la impresión de que todo esto pesaba en el ánimo. Aún así, ningún pero.
En definitiva, platos tradicionales bien ejecutados, recomendable sin duda.