Como se ha señalado en el comentario anterior, local clásico y británico a todas luces, es el restaurante del hotel Savoy y eso se nota. Acompañado de alguien que lo conocía fuimos con la idea de probar su famoso Roast Beaf, aunque, evidentemente saben hacer bien muchas otras cosas.
Las mesas quedan algo juntas para nuestra costumbre por aquí, sobre todo si son para dos personas, las copas algo pesadas y sin marca a la vista, adecuada cubertería y vistosa mantelería. También buen pan y café.
De primero tomamos salmón, simplemente correcto, esperaba más por lo leído.., no quisimos más entrantes ya que la ración de Roast Beaf es generosa y pueden repetirse salsas y otros ingredientes, pan de hojaldre, verduras y patatas asadas, la verdad es que la carne estaba perfecta de punto y sabor y servida a buena temperatura.
De postre una tarta de chocolate para compartir de buen comer y copa de grapa.
La carta de vinos tan extensa como intocable con los precios, es una pena ir a un buen restaurante y tener que beber vinos sencillos por copas para que resulte asequible, pero bueno, así es Londres y hay que asumirlo.
En resumen, un lugar típico que hay que visitar si se va a Londres pero teniendo muy claro a lo que se va, a comer Roast Beaf y yo no soy muy de carne....
Entre el Covent Garden y Waterloo Bridge nos encontramos con este restaurante que lleva más de 150 años dando de comer a gente tan dispar como Winston Churchill o Mick Jagger. Se emplaza en los bajos de un majestuoso edificio, en un diáfano espacio vestido con maderas nobles, enormes ventanales, chimenea y altos techos con casetones. La comida es británica de verdad, sin prácticamente concesiones a la modernidad. Para empezar recomiendo el salmón ahumado, que proviene de Escocia, el brioche de champiñones o cualquiera de las sopas con ingredientes de temporada que nos sugiera el chef. De segundo y con total seguridad, habrá que optar entre dos platos, ambos trinchados, preparados y servidos por unos complacientes pinches: el roast beef, algo más caliente de como se come en España, y el cordero asado, de mucho mejor paladar que el que a veces se nos ofrece dentro de nuestra geografía. Me gustan sobre todo por su excelente materia prima, pero también por las patatas, primero cocidas y luego fritas, por la salsa de rábano tan picante, por el pastel de carne o por la col a medio cocinar. Cuando nos estemos deleitando con alguno de los platos, no debemos confundir timidez con educación, y habrá que repetir de cualquiera de los ingredientes que sirven como guarnición, e ir pidiendo que pongan más salsa, para que nada se reseque ni se enfríe. El postre sorprende, ya que es la elaboración más actual del restaurante, la última vez que hemos ido optamos por una tarta de chocolate y otra de limón, ambas de gran sabor.
Vajilla, cubertería y mantelería de gran calidad, sin embargo no podemos decir lo mismo de la cristalería, que no llega ni al aprobado. Extensa carta de vinos con precios disparatados, aspecto desgraciado pero relativamente usual en esta ciudad.
Aconsejo empezar con una "London Pride", que beberemos como se hacía antiguamente en los pubs, en tazas de metal.
Un restaurante altamente recomendable, aunque sea una vez en la vida, para desechar el tópico de que los ingleses sólo saben comer sándwiches de pepino y fish and chips.