Flojito, flojito...

Paseando por Ruzafa, entramos casualmente en este restaurante, porque  habíamos estado en alguna ocasión y teníamos un buen recuerdo. Tal vez ha cambiado de dueños... pero ya no es lo que recordábamos.
Es un local pequeño, con la cocina en barra, decorado al estilo barroco, con luz tenue y con velas y flores en las mesas.
Únicamente éramos 3 mesas, 10 personas en total, y el servicio consistía en una camarera y una cocinera que se esmeraron mucho por llegar a todo. No sé de qué forma lo tienen organizado pero hay una larga espera entre plato y plato, por lo que la cena se hace laaaarga. Las tres mesas estábamos en la misma situación y en concreto la mesa de 6 personas llevaba hasta los abrigos puestos, porque además de la espera no tenían encendida la calefacción y había una corriente fresca muy poco agradable.
Respecto a la comida, tomamos 4 tapas al centro acompañadas de unas cervezas muy bien tiradas:
- Nido de patatas con huevo poché.
- Queso de cabra con cebolla caramelizada sobre base de rúcula.
- Samosas, que son una especie de crujiente triangular relleno de verduras, parecido a un rollito primavera.
- Tosta de setas con queso.
Postre y café no tomamos, ya que tras la espera al final se te va el hambre y se te hace la hora de ir en busca de una copa.
La comida en general no estaba mal, pero nada destacable, tampoco resultó caro, eso faltaría!!
En definitiva, un restaurante muy flojito y al que por supuesto no volveremos. Es una lástima que los cambios hayan sido para peor...