Después de comer en este restaurante muchas veces cada verano, durante los últimos años, puedo afirmarme en la regularidad de su cocina, sus carnes de cordero están maravillosas.
Es indispensable dejarse aconsejar por Juan Antonio Antón, el propietario.
El precio es correcto.
En cuanto al vino, no tiene carta, pero te canta siempre unos cuantos Riojas y Riberas, de poco renombre, a viva voz.
Mejor pedirle copas especiales para el vino, las pone sin pestañear y algo para enfriar las botellas.
Muy bonito el pueblo y el entorno natural que lo rodea, no dejar de visitar las ruinas de la necrópolis
que hay en EL CASTILLO.