Es raro encontrar en Valencia un sitio que trabajen el carbon.
Por eso, aunque los comentarios eran malos, decidí ir.
Cena de sabado. Solo el matrimonio. En el restaurante, dos o tres mesas mas.
Pedimos parrillada de verduras y carpacio de bacalao de primero a compartir y de segundo un salmon y un entrecot.
Para beber, un protos crianza.
Para acabar, cafes y un whisky.
De extra nos sacan un botellon de mistela, para tantos chupitos como queramos.
El sitio es agradable.
El servicio, con buena voluntad.
En conjunto, sin ser un referente imprescindible, que no lo es, tampoco merece el castigo que hemos leido en criticas anteriores.
Sitio correcto, con la peculiaridad (a apreciar) que trabajan con brasas (y te las enseñan).