Podría considerar a este honesto restaurante italiano, potenciado por una buena brasa, como mi "restaurante de cabecera". Partiendo de esta premisa, generada tras muchísimas visitas desde mi más tierna infancia hasta la actualidad, intentaré ser lo más objetivo posible y describir las bondades y defectos del lugar.
Ubicado en la zona central del Paseo Neptuno (junto a la conocida Ducal), dispone de fácil aparcamiento en las inmediaciones, así como de parking de pago con entrada justo debajo del restaurante, que puede resultar una opción interesante en los momentos de afluencia masiva, como son los fines de semana entre Semana Santa y finales de septiembre, época en la que es casi obligatorio reservar para los viernes y los sábados por la noche, so pena de cenar pasadas las 12 de la noche (suelen doblar y triplicar servicios).
La decoración e iluminación del local es cálida y funcional, lo cual le dota de un acertado halo acogedor y romántico por la noche, mientras que en horario diurno los amplios ventanales permiten el paso de la luz natural. Dispone de una terraza bastante grande y bien aprovechada, donde el buen tiempo puede redondear el ágape.
Y hablando de esto último, que es lo importante, la carta es bastante amplia y dispone de multitud de opciones frías, tibias y calientes en entrantes y ensaladas, pizzas (que son sin duda la especialidad de la casa y motivo de peregrinaje de la clientela; de masa más esponjosa que fina, muy saciantes y divididas en "clásicas", "blancas" -con salsa de queso, bechamel, nata o similares-, "dulces"...) y carnes a la brasa (con elaboraciones típicamente italianas o sencillamente al punto que elija cada cual). No quisiera extenderme demasiado pues prácticamente he probado la totalidad de los platos ofertados. Si acaso, comentar que dada la ascendencia del propietario, se ven y saborean ciertas preparaciones con influencias argentinas (asado de tira, chorizo criollo). Son de obligada demanda el pulpo a la brasa, el panaglio, la ensalada césar, la pizza bianca, la rústica, la manya, el solomillo de ternera a la brasa, la pechuga milanesa o a la brasa con pimentón, etc. El apartado de postres lo tengo menos atendido, por lo que no lo valoraré. En cualquier caso, café Lavazza. Sobran las palabras.
Al finalizar cada comida o cena la casa invita a una pequeña botella de mistela con rosegons, aunque es posible pedir un chupito de limoncello, grappa, etc. También suelen incluir pan y aperitivo de grisines y tapenade, que -cosas de la vida- unas veces cobran y otras no.
En cuanto a los vinos, el restaurante no arriesga y prefiere jugar a lo seguro. La carta no es muy extensa, pero suficiente para el tipo de comida ofertada y el público que lo frecuenta. Tintos de gama media/baja, entre los que se encuentran referencias interesantes -o al menos, infalibles- de Valencia (Mestizaje, Les Alcusses, Ceremonia, Mala Vida, Pasión de Bobal, etc.), Alicante (Beryna), Jumilla (Juan Gil), Ribera del Duero (Vizcarra), Rioja (Luis Cañas), etc. En fin, vinos "apañaos" y a precios que rara vez superan la franja de los 10 - 18 euros. En cuestión de blancos y rosados las referencias se reducen considerablemente y, en mi opinión, la carta carece de interés. Se intuye una inquietud por parte del restaurante, que cada cierto tiempo introduce un nuevo vino en carta, pero en líneas generales responde a lo hasta ahora descrito. El servicio se limita a presentar la botella, descorcharla y servir la primera copa, sin más. Dado el volumen de mesas que ocupan y el rango de precios que maneja, no pido más.
Lo verdaderamente interesante es el menú que ofrecen para mediodía y noche, excepto sábados por la noche y vísperas de festivos. Por 15 € ofrecen un primero a elegir de entre varias opciones (ensaladas, berengena parmiggiana, panaglio, minestrone), un segundo que incluye cualquier pizza de la carta (que ya van a 9 o 9'5 € cada una) o carne, y postre o café, más pan y una bebida. Lo paradójico de esta fórmula es que hay días en los que tienes menos apetito y eliges a la carta (por ejemplo, una ensalada, dos pizzas y un par de copas de vino) y la comida/cena te sale igual o más cara que si pides de menú toda esa comida. Por tanto, avisados quedáis.
En cuanto al servicio, se caracteriza por la eficiencia y el continuo movimiento, lo cual permite solicitar lo que se necesite sin necesidad de esfuerzo. Sí es cierto que en los citados días de afluencia puede llegar a ralentizarse el ritmo de salida de los platos, por lo que es mejor evitarlos, si se puede. El verano en Gandía, como en muchas otras localidades, no es el mejor momento para salir a cenar en según qué días u horas. Por tanto, otro aviso que dejo a quien pueda interesarle.
En resumen, La Pizzería es un singular referente de la cocina italiana en Gandía, ofreciendo un plus de elaboración, entorno y honestidad a lo que comúnmente puede encontrarse en la zona. Sin duda merece la pena probar sus pizzas y propuestas y, por lo que a mi respecta, seguiré acudiendo asiduamente mientras la vida me lo permita.
Situado en las proximidades del paseo Marítimo de Neptuno, se trata de un restaurante, que oferta una buena y amplia terraza y un local decorado de forma alegre y desenfadada.
Prepara una comida franca y natural.
Muy buenas pastas y pizzas, así como carnes de correcta ejecución, corte y calidad (su propietario tiene ascendencia uruguaya).
Suficiente bodega para, lo que es, la filosofía del restaurante.
Servicio atento.
El precio es sin vinos.
Buena RPC. Permite encargar comida para llevar (take away).
Muy recomendable.