Restaurante siempre en plena ebullición. Frecuentado por los residentes "mediterráneos" de Londres. Nada más entrar, en medio del bullicio oyes lenguas que te recuerdan a las que oyes en tu entorno: italiano, español, portugués y hasta griego.
Cocina italiana elaborada con gran destreza; casi maestría. Productos frescos y a la vez nobles, especialmente los gangrejos y bogavantes con los que preparan una pasta fresca, casi sublime. Buenos salume y segundos platos más que aceptables. El apartado de "dolce" bien, sin más, aunque te permite acabar la comida/cena con fruta fresca, no siempre ofertada en la capital británica.
Mesas excesivamente juntas (al fin y al cabo los latinos somos gregarios) pero la simpatía y buen hacer del servicio compensa esa sensación de apretura.
Un soplo de aire fresco en una ciudad dominada por otras técnicas culinarias.
Buena RCP si pensamos que estamos en Londres.
Totalmente recomendable.