Comenzaré diciendo que si lo comido en el menú del día del pasado viernes 14 hubiera sido pedido a la carta habríamos pagado 31€, con la fórmula menú del día 14,95.
Local nuevo de la mano de Sergi Arola y su mujer Sara, en la sala. Aunque creo que Arola no está normalmente en el local. Resuelto estéticamente con gracia, pero no afinado un equipo de sala con demasiados defectos, y unas cocineras trabajando cara al público que deberían de mantener sus lindos pensamientos para ellas solitas, con comentarios desafortunados que fueron oídos mientras esprábamos en la barra nuestra mesa para 4.
El menú resultó correcto. Un tartar de vieiras con lima, y unas hojitas de cogollos para que siervieran de base a los supuestos rollitos que deberíamos hacernos con ellos. Una buena coca de atún, con el único problema técnico de que es impensable e innecesario parar el atún por el horno, ya que queda seco y astilloso. Y una crema de requsón con unas notbles frutas rojas naturales.
La carta de vinos está muy bien seleccionada, aunque los precios de los vinos, o de los cavas, se han multiplicado, en algunos casos por tres (¿les nits, ese estupendo cava rosé a 27€?.
Buen detalle el que sirvan jarras de agua, si se piden.
Presten atención a no pedir la cuenta y querer luego un café, la gestualidad de la camarera puede llevarles a sentir temor por tamaña aberración.
Hay veces que un mal servicio puede convertir una velada agradable y ligera en una experiencia demasiado peculiar. Seguro que en breve se depuraran esos fallos y VICOOL estará en boca de muchos.