Nos decidimos por un menú con tapas y plato principal. La calidad del producto no es muy alta. Se exceden con incluir una salsa agridulce tipo restaurante chino en varios entrantes.
Calamares a la romana, wan ton frito, rollitos de jamón york o pavo rellenos de algo y flotando en queso( que si lleva tanto queso seria recomendable indicarlo en la carta). Una sartén de patatas, huevo y jamón con las patatas mal cocinadas. El plato principal no es tal. Sirven trinchado un solomillo para compartir cada 3.
La atención del camarero correcta. Ni buena ni mala. No creo que volvamos.
Reservamos en una web de restaurantes con descuento atraídos por su localización y decoración. Pedimos el menú Noche por 16,50 €, bebida aparte (pedimos dos Heinekens) La recepción es amable y pedimos subir al altillo. Estamos solos y la decoración es presuntuosamente elitista, pero con sillas de plástico y mantel y servilleta de papel. El menú incluye 3 entrantes a compartir y un plato. El menú que se anuncia en la web era diferente al que nos ofrecen. Nos dicen que podemos cambiarlo pero suelo pedir el menú porque entiendo que se hace a conveniencia de la cocina. Ensalada "Lolitas & Sibaritas" unas hojas de lechuga roble, queso rallado, chorreón de balsámico, medio tomate insulso (estando en plena temporada de tomate valenciano que se puede comprar a 2€/K) y una salsa de color amarillento que no podemos identificar. Una miríada de trocitos de pimiento verde y rojo que lo impregna todo (aborrezco el pimiento).
Segundo entrante: Cous-Cous de Cordero: un corte de falda de cordero que es todo grasa y ternilla con una salsa marrón que tampoco podemos identificar. El Cous-Cous está apelmazado y extraigo quirúrgicamente un "bolo" de sémola de 3 cm de diámetro. Está sembrado de trocitos de pimiento verde y rojo.
Estoy lanzando plegarias para que el tercer entrante no contenga el ingrediente estrella. Es un revuelto de morcilla y me advierten que lleva puerros. Obviamente no lleva puerros, que son de temporada invernal y raramente se ven por estas latitudes, lleva ajos tiernos. Pasable, aunque la combinación está poco lograda.
La camarera que retira los platos a medio comer se apiada de mí y me trae una tapa de calamar en tempura. Quiero aclarar que un calamar congelado con un rebozado XXL no es lo que esperaba. Extraigo la anilla de su cobertura y lo encuentro correoso y sin sabor.
Amablemente le pido a la camarera que mi plato principal NO contenga pimiento. Mis lágrimas de pollo al curry vienen con puré de patata. Es un pollo reseco, refrito, con un rebozado con ajo y perejil y que no ha visto el curry ni de lejos. El puré tiene grumos.
Mi acompañante pide un bacalao gratinado. Es un filete con piel sobre una inestable base de verduras de aspecto poco atractivo y cubierto por una costra de mayonesa tostada. Deprimente, pero se la come.
Aunque tenemos incluidos dos postres, pedimos un Tiramisú para compartir. Es un bizcocho borracho untoso, de los peores que he probado. No somos capaces de acabarlo.
Me levanto de la mesa porque ya estoy nervioso y deseo salir cuanto antes. Pago en barra y la camarera pone cara de circunstancias porque sabe que no estamos satisfechos, pero no dice nada. En la puerta, la camarera que atiende la terraza nos pregunta. No puedo mentir y me cabeceando le suelto "Un desastre, ha sido un desastre"
Estas personas ni cuidan la materia prima, ni saben cocinar. Pueden engatusar a las hordas de guiris que abarrotan Valencia, pero los comensales con un mínimo criterio saldrán huyendo como yo lo he hecho.