Extracto de la crónica "Los Gastronómadas desembarcan en Valencia (por segunda vez)"

Este restaurante en pleno barrio del Carmen iba a ser quien tuviera la responsabilidad de acoger a tan insignes comensales;-) y lo hizo con luces y sombras en mi humilde opinión.

Se trata de un pequeño local con diseño canalla y provocador que reconozco me hizo sonreir, mas he de hacer alusión a que "el comedor" que nos asignaron estaba diseñado para un grupo de al menos diez personas menos que nosotros por lo que la sensación de ir "enlatado" era más que una metáfora. El baño estaba en uno de los extremos y una vez sentados, si te había tocado en el lado de la pared o saltabas por encima de la mesa o accedías al otro lado a gatas por debajo. También tenías la opción de acceder a él por la calle saliendo del local, metiendo tripa y sin respirar, y volviendo a entrar por la puerta principal.

Ni la mantelería, ni la cubertería, ni la cristalería merecen comentario.

Hacía mucho calor a pesar de que las temperaturas extremas no habían llegado todavía a Valencia. El 98% de los asistentes se lanzaron sedientos a las jarras de cerveza pero yo sigo sin tenerle demasiado afecto a la hija de la cebada y pedí un vino blanco que resultó ser bastante razonable y que nos acompañaría más tarde: Bohigas Xarel.lo 2012.

- Comida:

Aquí es donde realmente refulgieron los rayos de luz de aquella noche:

*El aperitivo:
Milhoja de patata, mango y bacalao ahumado con tomate concassé a la albahaca: Buen contraste de sabores y buen inicio.

* El entrante:
Quinoa con tomate seco, queso feta y aceitunas de Kalamata: Perfecto en su composición visual, este plato de clara inspiración mediterránea desplegó una excelente armonía de sabores y texturas contrastadas. Uno de los grandes aciertos de la velada

* Los principales:
Lomo de atún con salsa de miso blanco, jalapeños y arroz salvaje: La genialidad se asomó por El Refugio con este plato. El pescado había sido marinado con anterioridad dándosele nada más que un toque de plancha. Parece crudo pero no lo está. La marinada le aporta un sabor en apariencia delicado pero que se revela con vocación de permanencia. Los jalapeños presentes mas sin avasallar.Tremendo. Sólo por este plato merece la pena venir a El Refugio y de hecho nuestros anfitriones nos comentaron que así ocurre.

Presa de ibérico con tamarillo, chips de plátano macho y salsa Satay: Visualmente prometía más pero estaba rico, quizás la salsa Satay destacaba demasiado cubriéndolo todo con sabor a frutos secos.

*El postre en dos pasos:

Venía servido en un mismo plato

Helado de queso Idiazábal con chutney de dátiles y tamarindo, galleta de garam masala y avellana: No apto para todos los públicos por sus guiños a la cocina india pero a mí simplemente me encantó, fabulosa fusión de sabores sin que ninguno "se comiera" a los demás. Otra de las estrellas del día.

El otro Tiramisu Baba Mambo Dry al ron con espuma de café y helado casero de Mascarpone: Otro de los grandes aciertos de la cena ¡Cómo me gustan los helados con base de queso!!!!

- Bebida:

Aquí es donde lamentablemente para mí más flojeó la velada:

* Jarras de cerveza: Nosotros tomamos Bohigas
* Tarongino: Un "no-sé-cómo-llamarlo-pero-no-es-vino" llamado Tarongino elaborado 100% con naranjas premium valencianas intentó acompañar a la milhoja. Perfectamente olvidable.
* Bohigas Blanc de Blancs Xarel.lo 2012 (Penedés): Lo tomamos con el aperitivo y nos pareció correcto. Más tarde maridaría la Quinoa y el Lomo de Atún. Fue el mejor vino de la velada pero tampoco para tirar cohetes.
*Altos del Cuco 2012 (Jumilla): Este vino fue un imprevisto porque en primera instancia nos habían dicho que servirían un rioja sin especificar. Es un coupage de monastrell, syrah y tempranillo al que le falta mucha botella todavía. Muy frutal en nariz, se desploma totalmente en boca. La Presa de Ibérico se lo desayunó con patatas. Una pena, con la cantidad de jumillas que hay con excelente RCP...

La siguiente sorpresa sería muy, muy agradable:

* Licor de Jengibre Artesano de Bodegas Cueva: Lo conocimos el año pasado en la Feria de Utiel Requena y nos conquistó con su dulzura no excesiva y el cítrico-picante del jengibre, tan presente y delicioso. ¡Es un auténtico peligro!

Para terminar con el restaurante decir que el responsable fue en todo momento muy cordial y cercano. Departimos animadamente con él antes de despedirnos y nos ¡puso otras dos copas de licor de jengibre! ;-)

Fuimos cuatro personas a comer un viernes a mediodía. Hacía basnte viento, y al estar sentados al lado de la puerta resultaba muy incómodo cada vez que alguien entraba. Además, íbamos bastante cargados, por lo que los bultos apenas cabíamos.
La carta no es que fuera corta (creo que habían tres opciones por plato) pero estaba bastante desequilibrada. De primero todos pedimos una ensalada. La presentación era buena y el sabor algo exótico, con una especie de salsa de naranja. De segundo el resto pidió una pasta japonesa con setas que me pareció algo insipida, mientras yo elegí una especie de pastel de queso y sémola. Muy original y difícil de describir, pero francamente bueno. De postre tarta y creps caseros.
El vino y el carrajillo correctos.