De camino para Valencia, decidimos acercarnos a probar el arroz que nos había recomendado encarecidamente un familiar. Este fue el resultado.

Pedimos, también por recomendaciones de locales, un arroz en caldero que, tal como nos dijo el camarero al solicitar información sobre su contenido, resultó ser arroz con arroz muy rico, eso sí, y
separadamente (como "a banda") una dorada cortada transversalmente que resultó estar seca e insípida. Unos 100 gramos de arroz, en un caldero muy chulo y dos trocitos de dorada, al módico precio de 12 euros por cuchara (el más barato de la carta) por lo que, naturalmente, lo que se paga es estar en una terraza muy agradable en primera línea y con vistas a la entrada del canal y, sobre todo, estar en un pueblo turístico que, en este país, entiende que por ello puede cobrar lo que le parezca. Hasta aquí, tolerable.

De entrada, nos recomendó y aceptamos una ración de gamba roja para compartir (según peso y según mercado) y nos llegó un plato con unos 100 gramos aproximadamente (de tamaño mediano/pequeño), estaban buenas pero a... 34 euros el plato (340 euros el kilo) ya está bien: lección aprendida... ¡otra vez!: preguntar el precio del kilo y exigir que nos traigan la pesada o presenciarla.

No pedimos vino pues los precios de la carta no acompasaban con las calidades ofertadas así que nos conformamos con agua y refrescos. En total 98 euros poco justificados.

Saludos.