Barcelona se está volviendo en un núcleo gastronómico importante pero a la vez lleno de locales cold-fashions que no se sabe a donde van, locales que pretenden dar un ambiente muy moderno pero que culinariamente están vacios, es el caso de La Viblia, está entre un local para guiris y un local dedicado al vino.
Después de ver varias críticas positivas en la página d e bcnrestaurantes, las deben de hacer ellos mismos, decidí hacer caso como tonto a esos grandes alabos y disfrutar de un sábado de sol en un buen marco.
Eramos cuatro y nos decantamos por el menú del fin de semana que era tres tapas:un pescadito que parecía sonsó, insípdio y gomoso, unas bombas correctas y una coca de sobrasada y queso de lo más normal.
Lo peor estaba por llegar, el famoso arroz que hablaban maravillas, insípido, sin sabor alguno, vamos sin nombre ni cualificativo.
El postre un brownie indústrial con poca grácia.
La carta de vinos que es lo que pretende hacer famoso a este local normal con precios correctos, algunos passados.
Los empleados pretenden dar un ambiente fashion al local,els servio és muy despistado, los cocineros se pasean todos manchados con delantales que dan manía arriva y a bajo y las tapas te las llegan a plantar encima de la mesa todas juntas, para que las angullas más rápido y le notes más el sabor.
Lo peor fué cuando llega la cuenta, en un menú empizas a sumar el Iva, el servicio del pan, que normalmente en todos los menús está includio, la bebida y los cafés y te sale una cifra que no va en acorde a lo que has comido.
Lo más positivo las vistas, estás delante del mar, pero para eso me voy a un chiringuito y me sale más barato.