Fuimos a cenar 4 personas el sábado 9 de julio. Lo primero que nos sorprendió fue que al pedir información sobre los pescados que tenían nos dijeron que no había (?), que todo lo habían consumido al mediodía. Tras esta sorpresa, pedimos un plato principal de carne, y una de las referencias de vino tinto. Cual es nuestro sobresalto cuando nos traen un reserva metido en una champanera con cubitos de hielo: el vino estaba hirviendo. Ante mi cabreo creciente, el camarero llama a Ruben Sánchez (se identifica como el dueño) y este se disculpa, y como por arte de magia se ofrece a traernos pescado (¿Pero si no había?) y un vino tinto a la temperatura adecuada (¿Pero si tambpoco había?)
Otros detalles: copas sucias, iluminación escasa en la terraza, una tabla de ibéricos (quiero decir una pizarra con 12 rodajas )por 18 euros, una ensalada valenciana (mejor dicho un bol) por 14 euros, y suma y sigue.
No nos marchamos porque no sabíamos si podríamos encontrar otro lugar para cenar a las 22:30 de la noche. Así que decidimos tomarnoslo todo con humor. Al menos se olvidaron de cobrarnos las cervezas y uno de los chuletones. Nos invitaron a una botella de cava. 125 euros en total.