Restaurante Contigo Pan y Cebolla en Zaragoza
Restaurante Contigo Pan y Cebolla
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
13,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
De momento Domingo entero y lunes y martes cierra las noches
Nota de cata PRECIO MEDIO:
19 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.7
Comida COMIDA
7.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.6
RCP CALIDAD-PRECIO
7.6
Opiniones de Contigo Pan y Cebolla
OPINIONES
7

Quizá el encabezamiento despiste un poco, si hablamos a nivel de estrellas igual es demasiado, pero si lo hacemos con los pies en la tierra se ajusta perfectamente a la realidad.
Veamos, el local esta casi casi en el centro, muy bien ambientado, con una decoración muy bonita y agradable, que le da un punto entrañable y cercano, con capacidad para unas 60 o 70 personas.
El servicio muy correcto y extremadamente amable, muy complacientes.
Las mesas correctas sin demasiados lujos pero muy apropiadas para la oferta.
Tienen una carta de vinos fantástica, con opciones muy pensadas y variadas que complacen todos los bolsillos. cosa que se agradece por que por poco dinero tienen vinos excepcionales y si te quieres gastar más, tienen referencias muy bien valoradas.
Con respecto a la cocina que es lo que más me interesa la oferta es muy cuidada. En principio cuando fui pensé que acudía a una bocatería sin más y la verdad es que esta muy lejos de esa denominación. Efectivamente tienen bocadillos, a los que sin duda le han sabido dar un punto muy diferente y superior a cualquier local de la ciudad, nada que ver. Pan de primera, combinaciones estupendas y productos de primera calidad, con denominaciones de toda España. Lo advierten en la carta. Los tres que probamos deliciosos : Lacón asado y torta del Casar, Presa Ibérica con romescu y la hamburguesa con foie.
Nuestras parejas decidieron pedir una ensalada, mil hojas de queso fresco. Y dos platos principales revuelto de lechecillas, y chipirones con duxelle de setas y jamón ibérico. Todo muy bien elaborado y presentado, en una vajilla que como nos dijo el camarero era de cristal reciclado hecho a mano super original.
Los postres no se quedaron atrás, pedimos unos borrachos con helado de vainilla y fresas, un sorbete de fresas natural y un biscuit de caramelo con chocolate. Deliciosos. Todos careros muy cuidados.
Da gusto tropezarte con un sitio así, que cuidan la calidad y los detalles a precios muy aceptables. Es un restaurante que da un nuevo sentido al salir de cena informal, dándole al bocadillo una nueva valoración de altura.
Me encanto y lo recomiendo sobre todo a los más exigentes ya que personalmente estoy cansado de buscar en esta ciudad sitios donde comer platos diferentes y de calidad, por supuesto acompañados de una buena copa de vino y encontrarme con auténticos desastres.
En contra diré que es un poco ruidoso, están a tope al menos el sábado que fui yo. Hay que reservar.
Les felicito y les animo a seguir así, apostando por las cosas bien hechas y ademas con la innovación justa.
Tienen menú todos los días, prometo degustarlo y contarlo.

Tomó el nombre -en versión adaptada por quien suscribe- de una de ls obras teatrales de William Shakespeare (en realidad, Mucho ruido y pocas nueces) para definir lo que, en esencia, constituye el restaurante objeto de valoración.

El mismo se encuentra ubicado en un lugar relativamente céntrico, en una bocacalle de una vía principales de Zaragoza (Cesaraugusta), situada a mitad de camino de dos joyas históricas de la ciudad (Puerta del Carmen y Mercado Central). En 10/15 minutos estás en una -o más de una- buena zona de copas, así como en el Paseo de la Independencia y Plaza del Pilar. En suma, cercano a lo más turístico de la ciudad pero, a su vez, lo suficientemente apartado del agobio que ello supone.

En cuanto al entorno exterior, un tanto pobre, pues ya se ha dicho que está en una bocacalle que no presenta mayor encanto. Pero el entorno interior me gustó. Se podría decir que es un restaurante juvenil, desenfadado, moderno, pero con ciertos toques vintage.. Los cuadros, las lámparas.. No está mal. Y otra cosa que me gustó: en blanco y negro, bien combinados, con toques de madera.. aportando calidez, serenidad y una buena estética.

Mesas: unas 20 (sobre 70/80 personas de capacidad). Maderas decapada en blanco. Sillas parecidas. Cómodas. Hay algunas mesas en el exterior (conté 8), con sillas metalicas típicas de este tipo de terrazas. Manteles y servilletas de papel (pero no cutres). Aceptable separación de mesas, sin agobios.

El restaurante es limpio. Una curiosidad: apareció una pequeña hormiga antes de ponernos a comer con una pequeña miga, detalle que no es preocupante, menos en la época en que nos encontramos. Insisto en la limpieza del lugar, que se extiende a los cubiertos y demás vajilleria. La vajilla muy aceptable, salvo las copas, más de batalla.

Frente a ello -y de ahí parte del título- un ruido muy elevado (excesivo), lo cual no entendí, pues la altura de los techos es muy similar a la de otros restaurantes en los que no he apreciado este defecto. Creo que es un problema nuestro: hablamos demasiado alto (a diferencia de lo que ocurre en otros países). Si a ello se une -como nos sucedió- una cena de amigotes (10) con ganas de jarana y una despedida de solteras (8, todas de negro, menos novia de rojo), pues quizá aquí radique la explicación del problema. O el motivo del despendole, hasta ese momento sólo auditivo.

La carta de comida -va la otra parte del título-: Muy bien. Nada de cocina de autor, pero muy variada y en general, con muy buena pinta. Unos 16 bocadillos, algunos de ellos muy originales (presa ibérica o el de madejas), otras tantas especialidades (desde el tartar de atún, hasta el carpaccio de pulpo, pasando por el chuletón), completado todo ello con una serie de ensaladas y una pequeña representación de 6 postres.

Mi señora -en su línea veraniega- optó por una ensalada original -rúcula, lechuga, anchoas, cherrys, helado de aceitunas (muy rico), queso de cabra ...), que al final compartimos y que estaba buena y, sobre todo, muy bien aliñada. Y quien suscribe por la hamburguesa pan y cebolla, con una carne muy aceptable y con cebolla caramelizada, provolone, mostaza de hierbas, pasas..., etc, acompañada de un pan un tanto grueso pero de muy buena textura.

No tomamos postres, pues hacía calor y había que visitar los helados tortosa (calle D. Jaime, cerca Plaza del Pilar -los tiene hasta de donuts-) previos a los GT. Pero los postres no tenían mala pinta, más bien al contrario.

Bebidas: Como se ha comentado en anteriores críticas, una carta sorprendente (y original) para el lugar que es. 60 referencias, predominantemente tintos, 10 o 12 denominaciones origen. Y con unos precios increiblemente ajustados (p.e. Clio, 35 euros). Pocos vinos dulces, pero ciertamente representativos (Ochoa), alguno de renombre (Tokaji, 6 puttonyos) y servidos por copas.

Servicio de vinos: No tomamos vino -bebimos cerveza, buena, bien tirada-, pero creo que ví lo suficiente para pronunciarme. Las copas, como se ha dicho, son normales, pero el servicio de vino me pareció bueno -en todas las mesas que se bebía blanco había cubiteras, algunas muy elegantes-.

El servicio del restaurante es muy bueno. Te atienden rápido y son muy amables. Muy buena rotación de mesas; de hecho, hay dos turnos para cenar -9 y 10,30-. Sin un problema. La bebida la traen rápido y la comida también. Con la cuenta -26 euretes el total- tardaron un poco más, pero bueno, más vale esperar para esto.

En definitiva, un buen sitio para cenar ligero (o más contundente, si así se quiere) de los que gusta encontrar -incluso se echa en falta- cuando se está fuera de casa y no se quiere tapear ni inflarse a comer.

"Te presentamos nuestra carta, elaborada con productos de primera calidad, muchos de denominación de origen, cuidamos nuestros productos para tu satisfacción, elaboramos nosotros mismos nuestras salsas y guisos de forma tradicional.
Nuestras ensaladas, bocadillos y especialidades se preparan en el momento, por eso mismo te rogamos disculpes y entiendas que podamos tardar en servirte. Gracias por elegirnos. ¡Que aproveche!"

Esto reza la carta nada más abrirla, buena señal. En mi opinión una idea original para acercarse al cliente.

De entrante, la ensalada "Jamón de pato y Mousse de foie", que nada tiene que ver con el plato, pero le da ese toque singular a no saber lo que vas a comer (aunque estaba descrito debajo). Concretamente lechugas variadas, cherrys, naranja, nueces y vinagreta balsámica de naranja. Podía parecer demasiada naranja y demasiado cítrico, pero no, en su justa medida. Las nueces, bien acompañadas con la vinagreta.

Para cenar, el bocadillo "Pan y Cebolla", el de la casa. Con ternera de primera calidad, con provolone, rúcula, pepinillo, mostaza de hierbas y aceite de trufa. El interior muy bueno, aunque quizá un poco recargado, quitaría los pepinillos, muy agrio con el queso. El pan ligeramente blando, pero aceptable. La presentación un poco floja.

De postre, el llamativo "Bizcocho borracho", con almíbar de ron sobre mantequilla caramelizada.

El vino, uno de la zona, un Viña del Vero Gewürztraminer.

Y es que ni una semana, pero es que el revuelto de lechecillas necesitaba probarlo ya. XDD.

Poco que añadir sobre la valoración anterior, rico el susodicho revuelto -9,90€-, aunque habían usado un queso -¿torta del casar?-, que se comía demasiado el suave sabor de la casquería, resultonamente acompañado de nachos. además, probamos el tartar de atún -12,50€-, bueno tamién, aunque no lo terminé de ver su presentación con arroz, de nuevo, dejaba el elemento principal del plato en un segundo plano, más que potenciar, lo ocultaba en exceso, en todo caso bien. Y como bocadillo, uno de solomillo ibérico, con jamón, pimiento verde y mojo picón, excelenet bocadillo - 6,60€-.

Para pasar la comida, un Beryna a un buen precio 13 €, aunqeu no sea de los mejores que podemos encontrar.

Sumando los extras (una caña, el pan y una infusión y un carajillo), 49,25€ de dos personas. Muy pagables.

El próximo día a por las madejas...

Y es que la compañía no me dejó pedirme dos de los platos que me estaban llamando a gritos, de hecho, creo que aun los oigo de fondo, el revuelto de lechecillas, y la madeja con chips de yuca ...

De entada su situación es buena, en pleno centro a un paso de las zonas de mayor atracción turística y comercial de la ciudad. Para los que no lo sepan, emplazado en las instalaciones que anteriormente tenía el Ficatum. Muy estiloso, entremezclando un aire vintage -que le dan el tapizado/empapelado de las paredes y las lámparas de piedra- , con el más desenfadado de las fotos que visten las paredes, francamente agradable y muy logrado para ser una bocatería, con cierta proyección, pero bocatería al fin y al cabo. Conviene reservar, pues está hasta los topes un sábado por la noche. EL trato muy cordial y cercano, francamente agradable. Y eficaz pese al bullicio reinante. Montaje de mesa acorde a lo que es.

Vinos bien, contextualizando, muy bien, con algún pero en el servicio del mismo -visto que la casa se interesa por el tema, hay que mirarlo como una crítica constructiva , ya que no son mas que detalles-, por un lado la ausencia de alguna referencia – como Alonso del Yerro -a un precio absolutamente increíble, 19€-, la forma de abrir la botella, la colocación de las copas, decentes por otro lado, en la mesa –aunque esto puede ser algo personal, ya que no me gusta nada el encontrármelas boca abajo- y mejorar un poco la oferta de vinos por copas, bastante vulgar en comparación con la carta, pero como digo, son más bien detalles, viendo el entusiasmo que se les ve. Nosotos pedimos un Transhumantes a 12€, y una copa suelta de un rioja genérico a 1,85€.

En la carta puedes encontrar una página de ensaladas, otra de bocadillos una de platos variados, y postres para terminar. Nosotros repetimos, como acabo de percatarme, los bocadillos de Pablo, uno de presa ibérica, romescu y tortilla de nueces (el mejor), uno de solomillo de avestruz y rúcula (bien), y uno de jamón ibérico calamares y alioli negro (todos entre 6 y 6,60 €) -curioso, y no por ello malo, aunque el sabor del jamón quedaba muy amortiguado y en segundo plano- precedidos por un par de platos al centro, uno a base de carpaccio de pulpo con parmentier y helado de remolacha (11,50€). Sensacional, y un rissoto de foie y trufa (12,90€), más que correcto. Postre no tomamos, aunque quizás empieza a ser preocupante el precio que están empezando a darles a los mismos por ahí, pero eso quizás daría para un hilo en sí.
Total 60,95 € de tres personas, lo ya citado, además de 1,80 € de la ración de pan, y 1,50 de una caña en barra. Como digo, merece la pena y mucho, no descarto acercarme de nuevo este viernes, si hay sitio…

Agradable y familiar entorno que combina la sencillez con imaginacion, encanto y buen gusto. Trato familiar, como en casa, bocatas o platos, lo que quieras, todo rico, a buen precio, rodeado de un bonito wallpaper y fotos personales realizadas por la dueña.
La carta de vinos elegante y pensada. Nos gustó, nos encantó, y además con un gran extra. Gracias a Bilbis, Pablo Iñigo y el Torito por su presencia.

Nuevo restaurante-bar de bocadillos con un ambiente distendido y joven. Puedes tomar ensaladas, bocadillos, raciones etc.
Sirven Menú del día al mediodia.
Por la tarde y noche bocadillos creativos. No exentos de toques de cocina creativa sin entrar en cocina de sofisticación.
Desde bocadillos de presa ibérica, avestruz, a un arriesgado calamar con jamon y alioli negro para amantes de lo extremo.
Ambiente acogedor, decoración agradable. Sencillo
Destaca su carta de vinos, puedes tomar Clio, Almirez, Embruix, Beryna, Alonso del Yerro, etc, todos ellos a precio muy muy ajustado. Copas no de marca pero muy decentes
Resumiendo, un sitio acogedor donde ir a comer desenfadadamente un bocadillo y una ensalada acompañado de unos vinos que se sirven en pocos sitios en Zaragoza, todo ello a un precio más que ajustado. Sin duda están empezando y el lugar hará la evolución que marque el tiempo
El precio que marco corresponde a una ensalada, dos bocadillos, una botella de Embruix y dos cafes
En otra visita hago fotos

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