O incluso me atrevería a decir que buen menú, sobre todo si tenemos en cuenta como digo, donde estamos. De hecho invita a probar la carta, y no descartaría que se pudiera comer decentemente.

Su situación es inmejorable, en plena Plaza Mayor de Trujillo, espectacular por otro lado, lástima que sirva a su vez, de parking masivo. Muy poca fachada, casi pasa desapercibido entr ela cantidad de restaurantes que monopolizan dos de los laterales de la plaza. Posee terraza, aunque no soy muy amigo de éstas para comer, o por lo menos en sitios tan concurridos. El local es pequeño pero confortable, paredes de piedra, ambientación tirando a moderna, de discreta elegancia, y mesa vestida correctamente. Servicio agradable, se interesa por el resultado de todos los platos.

Tampoco perdí demasiado tiempo en ojear ni la carta de vinos (pero típica, medio centenar de referencias en total, con algún vino de la tierra, predominio de riberas, compleatado con riojas y vinos catalanes, precio normal), ni la del restaurante (creo intuir tradicional, con algún guiño más moderno), pues tenía cierta prisa. Opté por el menú tradicional (19,50 €, IVA incluído), de primero unas migas, con chorizo, pimiento rojo asado y panceta de ibérico. Eché de menos el huevo frito, fundamental en mi casa. Bien en cualquier caso. De segundo, caldereta de cordero a la extremeña con pasta brick, ligermente reseco, pero se dejaba comer, con una salsa de pimiento y pimentón, y manchada la pasta brick con otra de arándanos o grosellas, acompañaba bien, aceptable para un menú. De postre tarta de queso correcta. El menú incluye una copa de vino de pitarra, no pasaría nada si incluyese más vino de este pelaje, que tampoco va a ser tanto el gasto.

Como digo, bastante aceptable, para tratarse de un sitio tan turístico, total 23 € con un café con hielo y una segunda copa de vino (1,8 €)