Restaurante Dar Moha en Marrakech
Restaurante Dar Moha
País:
Marruecos
Localidad:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
60,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
68 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.7
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
8.0
RCP CALIDAD-PRECIO
4.7
Opiniones de Dar Moha
OPINIONES
3

Tras comer en el Grand Café de la Poste, nos dimos otro atracón de actividades. Cafecito y al tajo, sin solución de continuidad: la Ville Nouvelle, Guéliz, Jardines de norecuerdoelnombre, vuelta a los zocos, visita al zoco de Los Curtidores.

… Y de ahí salimos de La Medina por una puerta, intentamos entrar por otra bordeándola y el resultado fue más de una hora de caminata, y además lloviznando. Hay que ver como se enguarra Marrakesch con dos gotas. Un auténtico barrizal.

Estábamos ya hasta el pirri de andar y mojarnos, comenzaba a cundir el desánimo, cuando una luz divina, encarnada en forma de Mustafá, nos alumbró. Mustafá es una chavalín marrakechí de 12 años que salía de su colegio cuando nosotros pasábamos por la puerta del mismo. Me llamó al hombro y me dijo que tenía la cremallera de la mochila abierta. La cerré, se lo agradecí y ya de paso le pregunté si íbamos bien por ahí hacia Jenaa el Fna. Se le hicieron los ojos chiribitas y me dijo en español: “Yo, yo, yo les llevo. Colegio ya acabar y no problema, no problema de verdad”. “Vale, vamos para allá”. “¿A cuánto estará?”. “15-20 minutos a pié” respondió. Están a la que salta. Y no veas el espíritu comercial que les corre por las venas. Porque, ya de paso, acompañado por un chaval mayor que él que se nos unió en el camino, nos paró el bribonzuelo en una tienda de especias de un familiar suyo. Anda que no saben. Cuando estábamos llegando a nuestro destino, nos dijo que le diéramos un regalo por favor, que no podía seguir más porque había mucha policía y él no podía hacer eso. Insert coin (billet más bien) un tanto sorprendidos y llegamos al riad.

Duchazo, ropa seca y… ¡a cenar! A Dar Moha. La cosa prometía.

Salimos de la plaza y joé, de verdad que es difícil orientarse en esta bendita ciudad. ¿Será porque tienen la desagradable costumbre de no poner cartelitos con los nombres de las calles mas que en una de cada 20? Había dos jóvenes con buena pinta y les preguntamos. Muy majos ellos, cogieron el plano nos indicaron pero… “derrepronto” salieron pitando sin despedirse. Marcharon calle arriba a toda leche sin girar ni un momento la cabeza. ¿? ¡Oño! ¿Qué habremos hecho? Hasta que al cruzar vimos una camioneta que ponía “Polizia”…. ¡Ah amigo! Ya sé lo que quería decir esta tarde Mustafá. Tienen un control y un cuidado con esto de los jovencillos que pa qué te ví a contá. Hacen bien, oye. Pero hay que ver el respeto (miedo diría yo) que despiertan… Ahí lo dejamos.

Al final, preguntamos a otro paisano, insert coin de nuevo y pisamos por fin Tierra Santa.

Perdonen por este ladrillo que les he soltado, pero me sirve como cuaderno de bitácora on line…

Dar Moha es un restaurante ubicado dentro de la medina pero ya casi saliendo de ella, en una zona nada comercial, propiedad del reputado chef Moha Fedal.

Se trata de un lujoso riad, en el que lo verdaderamente destacable es el patio, con las mesas dispuestas alrededor de una encantadora piscina con el fondo de mosaico con motivos árabes. Debe ser la bomba, pero… estaba lloviendo. Así que nos acomodaron en la planta alta de las dos que tiene el interior del riad, que estaba a reventar. Durante nuestra estancia en la ciudad, fue el único restaurante en el que estuvimos que colgó el cartel de “no hay entradas”.

La parroquia es de los más diverso, diferentes edades, procedencias, tendencias… Había varias familias marroquíes, con hijos pequeños.

Un par de músicos gnawa amenizan la cena con sus canciones. No sé yo si embriagan... o cansan. Para gustos, colores.

Moha Fedal, claro exponente de la “Nueva Cocina Marroquí”, pretende ir más allá que sus colegas marrakechíes. Partiendo de las creaciones básicas de la gastronomía marroquí, intenta evolucionarla, pero sin renunciar a sus raíces.

No tenía carta, había que ceñirse al Menú degustación Dar Moha. La entrada es fija, el primero a elegir entre tres, el principal entre ocho, y el postre entre cuatro. Por 58 euracos sin bebidas.

Así quedó la cosa:

Chupito de zanahoria con almendras. Atractivo agasajo, sabor muy marroquí, punto dulce, punto fresco.

Surtido de 14 pequeñas ensaladas con sabores de Marruecos. Preciosas puesta en escena de esta entrada: 14 cuenquitos con tape cónico muy árabe, que son destapados en mesa, a los que añadieron 5 veleidades de frituras, como canutillos rellenos variados.

Pastel de verduras sobre coulis de “kezbout”. Versión de la pastilla o pastela, en este caso en forma de serpentín enrollado. La textura era más china (rolito de primavera) que marroquí. Mucho mérito rellenar y enrollar ese delgado serpentín. Cilantro a tope. Fino y sabroso.

Cous cous de foie gras con aceite de Argán y sal Guerande. No era visualmente sino un cous cous, con la sémola de trigo de lecho sobre el cual habían colocado generosas porciones de foie fresco braseado. Seguimos con la finura, la delicadeza, el refinamiento. Pero le faltaba rock & roll. No encontré yo ese puntazo que dicen del aceite de Argán, reconocido por muchos como el mejor aceite del mundo, por encima del de oliva.

Sorbete de naranja con frutas y especias. Versión “sabores de Marruecos” en un sorbete mediterráneo.

Decía en la introducción del menú que el chef intentaba ir más allá. Lo consigue, va más allá, pero no rompe nada. Yo creo que se queda un poco en tierra de nadie. Me hubiera gustado que en lugar de un paso más allá, hubiese dado dos. Tiene su nicho de mercado, es cierto, y quizás ese pasito que da, resulte transgresor en esa cultura. Para la nuestra, no.

Pero sería injusto decir que cenamos mal, que va, todo lo contrario. Cenamos bien, quizás fue cuestión de falsas expectativas. Lo que sí que es cierto es que consigue “refinar” esta cocina étnica, consigue depurarla y dotarla de livianidad añadiendo algún ingrediente y técnica foráneos.

Ligereza, ligereza. Quedas satisfecho pero no ahíto. Y se digiere bien.

En cuanto al apartado de bebidas, comenzamos con unas cervezas, Flag Spécial, y continuamos con un vino gris, el elegido fue la versión gris de un rosé que habíamos catado y nis había encantado: Guerrouane Gris 2012. Todas las cartas de vinos que vi, incluida la de Dar Moha, clasifican los vinos en tintos, blancos, rosados, grises y espumosos. Nos decidimos a probarlo, y me da a mí que se trata de lo que nosotros llamamos clarete, un rosado de baja extracción, muy suave, fresco y ligero. Este estaba bien, pero le falta punch. Mejor los rosados que probé, mucho mejores.

Servicio que pretendía ser elegante pero no lo conseguía, y un poco atolondrado. Costaba hacerse entender, joé, y chapurreamos inglés y francés. ¿¿??. Te entendías mejor con cualquier paisano del zoco. No le llegaba al servicio de La Sultana ni a suela de los zapatos.

Bueno, pues una experiencia gastronómica muy interesante. Aunque esperábamos más, después de tanta tradición nos sentó muy bien esta inmersión en la Nouvelle Cuisine Marocaine.

Recordaba con gusto un cous-cous de langosta que comimos en este restaurante hace ya unos años y volvimos con aquel recuerdo, fallo.

Menú cerrado en el que elijes entre unos primeros, unos segundos y postres. Como entrantes la variedad de ensaladas marroquíes y unos fritos.

Solo se salvan el cous-cous de foie, los fritos de los entrantes y el tagine de cordero, el resto mejor olvidarlo. El peor cous-cous (el de siete vegetales que definen como tradicional, y que de tradicional no tiene nada) que he probado en mi vida, y van unos cuantos. Lo mismo que las ensaladas de los entrantes, cuando has probado las ensaladas en otros restaurantes de la ciudad, estas que te ponen aquí se van de la mesa sin tocarlas.

De los postres, el de melón con cous.cous, ni se os ocurra pedirlo, mazacote de postre.

Pedimos vino, otro fallo, la botella que nos trajeron estaría a unos 30º, literal. Pedimos cerveza mientras intentaban enfriarla, un desastre.

Los salones interiores, bien decorados, y con mesas bien vestidas, en el patio exterior se está mejor, pero el problema es que de los árboles están cayendo continuamente no se que frutos que te pueden poner tibio si el que te cae encima esta bien madurito.

El remate es la pareja de músicos machacones, que estas rezando porque no se levante el del gorrito con la borla, intente colocarte el gorrito para que muevas la borlita, y lo curioso es que va de cabeza en cabeza, todas sudorosas, y le ríen la gracia.

Restaurante para turistas en un entorno francamente bonito pero el jardín exterior no es el más apropiado para un restaurante.

Hacia tiempo que no lo pasaba tan mal en una cena.

"Actualizada de altos vuelos" orientada a extranjeros.
Riad que fuera del modisto P. Balmain, con un encantandor patio con piscina (aconsejable reservar en éste) en el que las cenas las amenizan con un par de actuaciones musicales (tal vez un poco abigarrado de mesas, lo que dificulta un poco el servicio).
Utilizan la fórmula de menú a precio cerrado (530,- dirhams = unos 50 €/pack sin bebidas) que para la cena consistía en unos 12/14 "platillos" de aperitivos locales (desde un "pisto" marroquí a cremas de pepino, pimiento rojo, ensalada de tomate especiada, taquitos de pechuga adobados, etc.), tres platos "fuertes" (pastilla, tagine y couscous vegetal, con varias opciones de cada uno de ellos) y postres (también 3 o 4 para elegir).
Remarcables la pastilla de pichón (tal vez excedida de azucar glasée para nuestro gusto), el tagine de cordero (con un toque de corteza de limón que lo desengrasaba) y el couscous de foie (lo cambié por el tagine con un pequeño suplemento). Los sorbetes de postre que elegimos eran en realidad Helado cremoso pero me resultó muy interesante el de queso especiado con canela.
Buena carta de vino con precios adecuados (incluso con 3 o 4 españoles "básicos") y especialmente interesante por la oferta de marroquíes (tomamos agua, cerveza y una botella de blanco Le Medaillon que estaba rico).
recomendable entorno "exótico-romántico"

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