Restaurante Narizotas en Segovia
Restaurante Narizotas
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
24,95 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
29 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
3.5
Comida COMIDA
4.0
Precio medio entorno ENTORNO
6.0
RCP CALIDAD-PRECIO
4.5
Opiniones de Narizotas
OPINIONES
3

Años hacía que no iba a comer a este restaurante, un clásico segoviano que lleva desde 1969 ubicado en una casona de su más bella plaza. Nunca alcanzó la fama ni el reconocimiento de otros, pero siempre ha sido un valor seguro a la hora de apostar por una comida típica sin grandes complicaciones.

La ocasión para volver fue una comida familiar, así que íbamos con un menú concertado (el del Galés) para 10 personas. Nos ubicaron en un comedor de la segunda planta, con buenas vistas aunque no el más apropiado para que accediera la persona de 84 años que venía, como les indicamos cuando hicimos la reserva. Mesas correctamente vestidas y para el vino copas simples, pero aceptables.

Después de un ratito de espera, empezamos con los entrantes: Un plato de un buen jamón de recebo cortado a cuchillo y unas apetitosas croquetas de ternera, york y queso. Lo sorprendente es que no nos pusieron platos para este primer acto, así que cada uno tuvo que tirar de mano o sostener con el tenedor las croquetas. No es que sea nada realmente importante, pero tampoco les había costado nada y se come más cómodo.

Como segundo elegí el cochinillo, bien asado, con la piel crujiente y en su punto. También probé el bacalao a la vizcaína, un buen lomo en su punto de sal y correctamente ejecutado.

Para que llegara el postre también hubo que esperar otro buen rato. El creppe de mandarina con nata y chocolate me pareció bastante monótono: Una enorme creppe con una montaña de nata y en medio una bola de helado de mandarina, que era lo único que tenía un poco de gracia del asunto. Un correcto café cerró la pitanza.

En cuanto al vino, con el menú nos sirvieron un Fuentespina roble 7, del que diré que no es mi estilo. No hubo servicio como tal, se limitaron a dejar las botellas en la mesa.

En resumen, la comida en sí estuvo bien salvo el postre, que me dejó bastante frío. Es una lástima, porque entre las cosas positivas que recordaba de este restaurante estaban precisamente los dulces. El servicio fue poco eficiente y tampoco estuvo bien el detalle de alojarnos en la segunda planta a pesar de haber avisado. A pesar de ello, creo que merece la pena volver a darle una oportunidad, los detalles que comento son subsanables, quizás sólo fue un mal día en ese aspecto.

Cena el sábado 21. Reserva y llegamos justo cuando entra un grupo de unas 20 personas. Malo. Nos sientan en la sala de arriba donde había unas 2 o 3 mesas ocupadas. La carta incluye una opción llamada las Manos. Si pides la mano derecha eliges una especie de menú degustación y si eliges la mano izquierda eliges que sean ellos los que te sorprendan, con unos entrantes, una carne, pescado y postre. Esta elección debe ser a mesa completa. Elegimos la mano izquierda. Se compuso de:
Queso con aceite y almendras. Queso con mucho aceite y almendras laminadas.
Pastel de Berenjena. Pues eso, una especie de pudding de berenjena. Sabroso
Gambas. Pequeñas. 3 para cada uno.
Morcilla en tempura de cerveza. Trozos grandes, pero con una salsa rosa por encima.
El pescado una lubina con bilbaína, que estaba llena, llena, llena de espinas.
La carne era un mini solomillo de buey y una lasca de pato. La verdad es que escaso.
De postre, una crep con nata y helado de naranja, creo que era.
El vino que incluye es un Hesvera Ribera del Duero. Muy normalito. Botella de agua y cafés no incluidos.
Positivo. El pastel de berenjena y la morcilla en tempura.
En contra: El vino muy, muy, muy peleón. Había entre carne y pescado un sorbete que nunca llegó y un chupito al final que nunca llegó. El servicio atento al principio hasta que llegaron a la mesa de al lado unos amigos del camarero que se llevaron el mejor servicio de todas las mesas. Una cosa es que les conozcas y les trates bien y otra es que estés 10 minutos hablando con ellos mientras los demás esperamos nuestros platos. Si estáis quedando para salir de farra, hacedlo más disimuladamente.
Precio por cada una de las manos es de 34 euros. Fuimos invitados, así que no me dolió, aunque a ellos seguro que sí.

Antes de nada decir que el curioso nombre del establecimiento, es un homenaje a un galés llamado Edgerton Driscol quien debía tener un buen apendice nasal y quien siglos atrás creó en este mismo sitio una taberna de comidas.
Fuimos 4 comensales y pedimos de primero: Un Revuelto de Hongos y Gambas, que estaba demasiado seco y no sobresalía por la calidad de sus ingredientes; Verduras a la Plancha (Espárragos verdes, Tomate, Berenjena..) aderezadas con aceite de oliva y Sal, en un tono aceptable pero sin epatar en absoluto y Croquetas de Bacalao y Gambas en als que detectamos un sabor poco agradable. Se lo comentamos al camarero quien las retiró y efectivamente nos manifestó que no estaban en buen estado. No nos las cobraron como es lógico pero es un fallo importante no controlar la calidad de la comida que se sirve al cliente.
De 2º Unas carrilleras que yo no probé pero quienes si lo hicieron salieron satisfechos de su bondad y un plato al que denominan Gran Toro Sentado porque es carne de Nebraska. La sacan en un plato muy caliente para que se vaya haciendo ahí al estilo de las chuletas en el País Vasco pero sin llegar a su calidad. No obstante, no se puede decir que estuviera mal dado que tenía buen sabor.
Dado que fue un cena y las raciones son generosas, no pedimos postres.
Para regar toda esta comida tomamos un Blanco Nieva Verdejo que nos satisfizo, pero que nos dejaron encima de la mesa, cuando lo correcto hubiera sido conservarlo en una cubitera para mantener el frescor del inicio.
El local es agradable y está bien situado al lado de la Iglesia de San Martín siendo uno de sus fuertes la terraza del exterior para noches cálidas.
En resumen, algunos platos flojean y la sensación que queda es de ni fu ni fa.

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