Situado en el mismo mercado de abastos de la ciudad de Jumilla. Local amplio, de estancia única, con mobiliario sencillo. Esta muy mal insonorizado, cuando se llena el local, como fue el caso, es imposible escuchar a quien tienes al lado.
Ofrece comida de producto, honesta, sin florituras, pero muy bien cocinada.
Reservamos en este restaurante para comer, básicamente gazpacho jumillano, gracias a las buenas recomendaciones que le hicieron sus familiares oriundos a nuestra amiga. Y bien cierto que es, los gazpachos estaban soberbios, elaborados en esta ocasión, con perdiz, conejo y una infusión de romero. Además te los sirven en un caldero y puedes repetir varias veces hasta hartarte. Previamente tomamos el también típico queso de cabra frito, acompañado con mermelada de tomate y también calamar a la plancha, que resultó muy fresco y muy bueno.
La carta de vinos es exclusiva de vinos cercanos, básicamente de la D.O. Jumilla, a buenos precios. Las copas sencillas y mejorables. El servicio del vino inexistente, circunscrito a la apertura de la botella. En nuestro caso tomamos dos botellas de Juan Gil crianza con los gazpachos y un Casa de la Ermita blanco dulce viognier en los postres.
En el apartado de postres, conviven los de elaboración casera, con otros de tipo industrial.
La factura final ascendió a 193.25 euros para los siete que éramos, incluidas las cervezas y refrescos del aperitivo y los cafés e infusiones de la sobremesa.
Si quieres comerte unos buenos y auténticos gazpachos jumillanos sin que te importe demasiado el entorno del local, este es tu restaurante.
Recomendable restaurante por su excelente ¡Gazpacho Jumillano!
Plan completo de un fin de semana en Jumilla: http://www.vinowine.es/por-vino-vine/1803.html
Local espacioso, sin pretensiones, aspecto de "casa de comidas" que es lo que representa. Cocina de calidad, con platos típicos de la zona (Queso frito con mermelada de tomate, gazpacho jumillano, tarta de queso -deliciosa-). ¿Y entonces?. Entonces estás en Jumilla, y tiene representación de todos los vinos locales, servidos apropiadamente.
La pena, que sólo pudimos tomar una botella de Clio (y Monastrel dulce Casa de la Hermita), pues veniamos de Bodegas Pacheco (y ya algo contentos)