Este comentario lo hago para que tengáis una referencia, más que por lo lucido del sitio, teníamos reserva en el Locum, pero por problemas ajenos a nosotros nos quedamos sin cenar en donde querríamos, así que este local estaba cerca y ya no le dimos más vueltas.
Tenían un menú a priori bastante agradable por 18,5€ bebida a parte.
Yo me decidí por una tosta de verdura a la plancha con crema de queso, pelin aceitosa la cosa y con no mucho queso, Ana ensalada Cesar, correcta y Uxue tallarines a la boloñesa de ciervo, le gustaron.
De segundos, yo salmón a la plancha con salsa de chardonay, el enunciado muy bonico, la realidad un poco mas mundana, Ana delicias de cordero, bien y Uxue secreto ibérico a la plancha con patatas, sin mas.
De postre, helado y flan.
Para beber dos cervezas de barril a tres euros cada una, bien echadas y agua.
Para salir del paso vale, pero sin ningún encanto mas allá de llenar el estomago, que no es poco.
Bien el local, mesas espaciosas y bien insonorizado, situado muy cerca de la catedral. Respecto de la carta, tomamos como entrantes un buen carpaccio de ciervo con pimientos (12e) y unos chipirones salteados con verdura y setas francamente buenos (12e). Los segundos no nos dijeron nada especial, correctos tanto el entrecot de cebón (18e) y la perdiz estofada (19e) y una ensalada del chef normalita (11e). Los postres peor, una tarta de San Justo que parecía totalmente comercial y un postre de chocolate un poco mejor.
En cuanto al vino, buena selección de vinos de la zona. Nos decantamos por un Summa Varietalis (31e), correcto de temperatura, pero muy mal las copas.
Cobran el pan (2e), iva y chupitos aparte. No está mal, si bien creo que pasado de precio. La próxima vez que vayamos por Toledo probaremos otro sitio.
Restaurante tradicional con algún toque moderno. Carnes de la tierra bien elaboradas y alguna guarnición "moderna", así como pescados de calidad y bien trabajados.
Los postres más sencillos de lo que sugiere la carta, correctos.
La decoración del local es moderna y agradable y se aparta de esa línea "rustico-románica" habitual de las trampas para turistas.
La carta de vinos contienen una buena lista de referencias de la tierra a precios realistas, así como de otras denominaciones. El servicio profesional y atento, el vino a temperatura adecuada (tomamos El Vínculo), no me fijé pero seguramente disponen de armario para vinos. La cristalería es la única estridencia, copas bonitas pero de batalla.
Buena relación calidad/precio, para repetir.
Al lado de la catedral, un agradable restaurante, amplio y con aspecto de haber sido reformado recientemente (creo que lleva funcionando desde 1973). Cocina basada en una buena materia prima, con interesantes platos de carne y pescados. Personal muy atento a pesar de estar trabajando a las cinco de la tarde por la aglomeración turística. El vino recibe un buen trato, carta relativamente amplia y precios no descontrolados (Sierra Cantabria crianza 97, 17 euros). Las copas podrían ser mejores. Por unos 30 euros por persona como muy bien. De los que apetece volver.