Circunstancialmente nos hemos quedado mi hijo mayor y yo solos, y pese a tener un buen pollo de corral en el horno, teníamos que aprovechar la coyuntura.
Ahora sólo quedaba ceder ante su petición de italiano, y como es un tipo de cocina que también me gusta y encima el restaurante lo elegía yo, pues un "lo que a ti te apetezca" de falsa resignación con mueca de contratiempo incluida.
De repente me he acordado de este sitio que tenía ubicado y del que había leído y escuchado cosas muy positivas, como sus pizzas a leña y su pasta casera. Corroboro ambas.
Es un local fresco y desenfadado que se podría prestar perfectamente a copas. De hecho por su imagen y nombre, pegaría sin lugar a dudas en la zona marítima. Predominan los malva y violeta, el mobiliario es blanco... Su estructura es escalonada formándose espacios.
Teníamos pactado de antemano una pizza para compartir y un plato de pasta individual, por lo que nos sumergimos en su carta bien presentada y nutrida de platos. Platos que ves caros de inicio por asociar la pasta a algo barato sin tener en cuenta que puede haber detrás elaboración y producto también, claro que si.
Aún con todo y con eso, la mejor opción de lunes a viernes parece que es su menú de 13 €. ya que puedes pedir cualquier pizza de la carta como segundo, siempre tienes un plato de pasta, ensalada o antipastos. Luego ves las raciones y si encima le sumas que entra el postre y la bebida pues aún te convence más. Comes muy bien y por la mitad. Lo comprobaremos.
Antes de meterme ya con lo comido, pienso que cuando alguien se te sale del menú habitual laborable y te pide a la carta, se ha de tener un detalle que lo distinga. Esto lo digo constructivamente y pensando en lo que yo haría, claro está. Yo que sé... un platito de lascas de parmesano, un surtido de aceitunas con hierbas... algo.
La pizza elegida ha sido la Tirolo, que llevaba el fiambre italiano Speck y una mezcla de quesos como la clásica mozzarella, gorgonzola y alguno más. Hecha a leña, perfecta masa, gustoso tomate de base... muy buena.
Respecto a la pasta, unos ravioli de carne (Ossobuco) con queso y albahaca fresca para el chaval que lo ha flipado, y unos ravioli negros para mi que me han demostrado que un plato de pasta puede ser también de pescado.
El punto de cocción de la pasta perfecta y el relleno espectacular. Me comentaba él que sentía los trocitos de la carne, y en mi caso, para muestra un botón (relleno de vieira).
Para beber, una Coca-cola y una copa de vino rosado que rápidamente he querido saber cual era, sí, lo han traído a la mesa servido, porque me ha resultado familiar y de gran calidad. No podía ser otro que el Inurrieta Mediodía de la añada ya 2014. En buena copa, por cierto, y generosidad en el llenado, como debe ser cuando se pide vino por copas.
El postre ha terminado de confirmar lo bien que trabajan. Un par de Tiramisú. Ligero, suave pero con sabor, como el impregnado bizcocho de licor.
Hasta el limoncello del chupito invitación me ha gustado. Por cierto, que el café sólo no lo he visto reflejado en la cuenta. Quizá se han reservado el detalle para el final ;-)
Un buen italiano, la verdad.
Tiramisú
Raviolis negros
Ravioli negro relleno de vieira
Cayó por la noche, no te preocupes ;-)
Otro para ti.
Pues me alegro entonces por esa continuidad. A partir de ahora siempre lo tendré presente como opción. Volveré a no más tardar para comprobar ese menú que tienen.
Saludos.
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