Con motivo de la feria de vino en Toro, visita a este restaurante al que curiosamente aún no había visitado, unas veces por unos motivos y otros por otros, y al que tenía en el capítulo de pendiente, desde los tiempos de Luis Alberto Lera.
Entorno bien definido por el compañero Carlos , nos acomodamos 4 personas en una mesa amplia con buena mantelería y buen nivel de copas. Un poco juntas las mesas.
Tras un aperitivo de la casa, que consistía en cecina con buen punto, tomamos una croqueta por comensal, que ya en la carta se ofrecen al precio de 1 euro la croqueta y dos raciones de arroz a la zamorana a compartir. El arroz ,no era como el arroz a la zamorana que yo recordaba, en este caso tenía oreja y pocos despojos más y el arroz era de tipo largo, por tanto no se puede decir que estuviese mal, pero nos causó cierto desencanto.
De platos:
Pisto con boletus.
Carpaccio de ternera de Aliste.
Bacalao al ajoarriero.
Rabo al vino tinto
Bien, tanto el pisto como el carpaccio, ambos sin más, el bacalao bien de sabor y de calidad, pero con una salsa algo aceitosa para mi gusto. Capítulo aparte fue el rabo, tres gruesos trozos, con una salsa bien lograda, al intentar despegar la carne del hueso resultaba bastante difícil o casi imposible(lo afirmo yo, que de despegar huesos se algo) por lo que tras comunicárselo al responsable del local, fue cambiado por un entrecot a la plancha, sin ningún problema. El entrecot bien de punto, calidad de la carne y tamaño.
Los postres caseros y clásicos, como arroz con leche. Tomamos 3 postres que no llamaron la atención en ningún sentido. Buen pan.
En cuanto al vino, dispone de un cava amplia en un recinto adjunto, en la que el comensal escoge la botella que prefiere y se la lleva a la mesa, con un porcentaje alto de la DO Toro: Nosotros tomamos primero Románico 2011 y en segundo lugar Abdón Segovia 2008. El servicio del vino, buena temperatura, buenas copas, abrir y servir la primera vez. Precios comedidos del vino.
Con unos cafés, agua, dos cervezas de aperitivo y un orujo, la cuenta ascendió a 32 euros comensal.
El responsable de la sala y creo que también del local, muy amable. El camarero que servía la mesa todo amabilidad y voluntad, pero a falta de poner en práctica ciertos detalles de servicio en sala. Ausencia de despedida.
Quizás se merezca otra oportunidad este local.
Es una casa antigua, en semi-sotano, decorada con motivos enologicos, con aire moderno pero respetando el encanto original de la estancia. Selecta y variada carta de vinos de la zona y algunos foraneos, con buena rcp. Extensa carta donde poder elegir a gusto de cualquiera, hay de casi todo.
Tomamos dos entrantes a repartir entre tres a base de Carpaccio de ternera de Aliste, excelente presentación, corte, texturas, muy acertado. Pimientos de piquillo rellenos de espinacas, pasa y piñones con salsa de pimientos (deliciosa). De segundos tomamos un Arroz a la Zamorana más que correcto, Presa de lechazo y Carrilleras estofadas. Excelente calidad de la materia prima y trato el que le dan a las carnes en este lugar. Este ágape fue regado con un 3 Lunas 07. No tomamos postres, solo cafés y aguas, pues al acabar teniamos unas catas...!