Restaurante El Laurel en Cocentaina
Restaurante El Laurel
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
32,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
38 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.3
Comida COMIDA
7.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.6
Opiniones de El Laurel
OPINIONES
7

El Laurel está ubicado a la entrada del casco urbano de Cocentaina si vienes desde Alcoy. Se trata de un viejo caserón rehabilitado. Tiene una sala principal y algunos espacios reservados como el de la bodega en el que estuvimos nosotros. La decoración es de estilo clásico con algunos toques rústicos para que no olvides que estás en un edificio del siglo XIX. El conjunto queda conjuntado y armónico. Las mesas bien vestidas, amplias y con una adecuada separación entre las mismas.

Ofrece una carta más que suficiente para satisfacer al comensal y también un par de menús para aquel a quien no guste elegir. El menú picaeta por 27 euros, muy al uso local, supone compartir 7 pases y rematar eligiendo un postre individual. El otro menú, el menú Laurel por 23 euros permite elegir entre tres entrantes para compartir al centro y elegir principal y postre individual.

Nuestro menú ex profeso para la ocasión:

Para el brindis de bienvenida: jamón ibérico de bellota con un fino viejuno Moriles Solera Fina 1ª Carbonell. Una combinación manida pero siempre ganadora la del Fino y la de un buen jamón ibérico excelentemente cortado como era el caso. El fino estaba bastante apañado para su edad, nariz todavía punzante, notas de hongos y de frutos secos. En boca cierta salinidad y un volumen medio.

Taco de atún escabechado con mayonesa de ajo negro y ravioli de yema de huevo. Un atún de innegable calidad, de escabechado suave y toque oriental, con vinagre de mirin, soja y jengibre. Acompañado de un ravioli frito que envolvía una untuosa yema de huevo y adornado con alga nori frita y germinados de ajo.
Acompañaba a este plato el fabuloso champagne Grand Cru Lilbert et Fils Cramant 2008 Blanc de Blancs. Con más de dos años de degüelle estaba en un momento espectacular de degustación. Amarillo dorado de burbuja bastante fina, limpio y brillante. Nariz de excelente intensidad, pera de agua, flores blancas y tenues notas de bollería. En boca presenta un ataque muy fresco. Elegante y equilibrado. Tandem disfrutable al 100%.

Coca de escalibada con perdiz y foie caramelizado. Sobre una fina base de masa quebrada se monta este plato que comprende una primera capa de una jugosa escalibada, la siguiente capa de perdiz escabechada en vinagre de vino blanco, coronando con un foie caramelizado, todo ello adornado con cebollino picado. Acompaña una reducción de vinagre Forum. Buen producto y excelente conjunción de ingredientes.
Plato que armonizamos con el champagne Huré Frères Memòire à Ludes Extra Brut solera 82, un gran champagne de corte cítrico y acidez bien afilada.

Alcachofas en tempura con salsa de chile y jamón. La salsa más bien es un consomé de caldo de ave infusionado con chile y hueso de jamón. Me encantan las alcachofas y este plato estaba tremendo con su puntito picante pero tal vez hay que comerlo demasiado rápido para que la tempura no quede humedecida por el caldo.
Acompañaron a las “difíciles” alcachofas los generosos Dos Cortados Lustau Almacenista Rosario Farfante y 25 Gaspar Florido Jerez Viejísimo. El Dos Cortados, tal vez fue uno de los más flojos de entre todos los vinos catados en esta jornada. Estando bien presentaba menos complejidad de los esperado, bebible y disfrutable pero ya pelín cansado. En cambio el 25 Gaspar Florido se mostró pletórico, con un registro en nariz bien complejo, en el que apreciar notas punzantes de flor, frutos secos, hongos, madera vieja y barniz. En boca presenta un ataque con mucho volumen, potente y sápido. Persistente y eterno. Me atrevería a decir que es un palo cortado.

Huevo poche, migas de pastor, patata trufada, crema de setas y chistorra tamizada. Para darle cierta ligereza al plato, la panceta que llevan las migas de pastor está deshidratada quedando una sensación menos grasa de lo que cabría esperar. Combinación clásica de productos y sabores quedando esta versión actualizada más elegante que la tradicional. Buena culinaria y buena armonía.
Otra vez recurrimos a los generosos para maridar este plato: a los amontillados Del Duque de González Byass (embotellado viejuno de los años 80) y al Old & Plus de Sánchez Romate. En esta tanda dieron la talla los dos vinos. Del Duque presentó una nariz punzante de buena intensidad a frutos secos, madera de balsa y notas de barniz. En boca se mostró potente, sabroso y salino, de notable recorrido y longitud. Un Vinazo que no falla. Old & Plus de Sánchez Romate con algo menos de potencia pero con mucha elegancia. Registros aromáticos muy nítidos, definidos y equilibrados. Tremendamente disfrutable, especialmente en boca.

Pan Bao con pato Pekin y Ketchup de Tamarillo. El pato pekin cocido en una salsa de ostra y de soja ya por si solo se presentaba jugoso. El kétchup que acompañaba muy original, elaborado con comino, eneldo, guindilla, soja, miel, jengibre y por supuesto tamarillos. Una versión muy disfrutable del clásico callejero de la cocina taiwanesa, ¡muy umami!
Le acompañó acertadamente a este difícil plato el Auslese Weingut Anton Siephen 1969er Reinhessen de color ámbar claro. Nariz de buena intensidad a fruta escarchada, flores marchitas, notas amieladas y sutiles hidrocarburos. En boca mantiene la frescura con notas dulces-acidas. Sorprendente con casi 48 años.

Merluza con falso risotto de verdura y costrón de frutos secos. El risotto no es tal sino una mezcla de verdura variada y está cocida con una suave crema de queso y caldo de pescado. La capa de frutos secos que corona el plato, una mezcla de almendra, avellana, nuez de macadamia y kikos. Mi intolerancia al queso hizo que sustituyeran el risotto por una cama de pimientos rojos. De todas formas la evidente calidad de la merluza casi casi eclipsaba todo acompañamiento.
El vino que maridó la merluza fue el riojano Phincas Thousand Mils 2010. Un fermentado en barrica de viura, garnacha blanca, palomino y moscatel del productor David Sampedro Gil. Aromas de buena intensidad a fruta de hueso, notas avainilladas, suaves tostados y un final balsámico mentolado. En boca presenta volumen pero compensado gracias a su estupenda acidez. Complejo y versátil. Me gustó este blanco fermentado en barrica “digerible”.

Pluma ibérica a la brasa con manzana asada. La pluma excelentemente cocinada quedando jugosa y tierna, con ese delicioso toque ahumado de las brasas. La manzana que acompaña rellena de torta del casar a excepción de la mía, claro, que se acompañó de un salteado de verduras al dente.

El único pase de carne no pudo ir más y mejor acompañado. Tres tintos riojanos fabulosos a cada cual mejor:
Barón de Chirel Reserva 1994 De capa alta, presenta una nariz bien intensa de fruta madura, café natural, caja de puros, cacaos y un fondo balsámico. En boca se presenta sabroso, de cierta potencia, taninos domados y acidez ajustada. Mejor en nariz que en boca y desde su apertura fue de menos a más. Muy buen vino.
Campo Viejo Gran Reserva 1970 Rojo picota de capa media-baja. Buena intensidad aromática a fruta roja, tenues especiados, flores marchitas, caja de puros, trufa, monte bajo y un fondo balsámico. En boca se presenta sedoso, amable, de taninos integradísimos pero apreciables y una acidez notable que lo hace muy fresco. Complejo, fino y elegante, lo tiene todo. Mi vino preferido de la experiencia.
Campo Viejo Gran Reserva 1964 Capa más baja que el anterior. Nariz algo cerrada, no tan intensa como la del 1970. Poco a poco se va abriendo y muestra aromas de frutas rojas, flores marchitas, recuerdos herbáceos, cueros, tabaco de pipa y un fondo balsámico. En boca presenta un ataque fresco y muy buena acidez. Un vino que a medida que pasaba el tiempo abierto mejoró ostensiblemente. Vinazo con mayúsculas, aunque disfruté más a su hermano del 1970.
 
Y llego la parte dulce, el postre, bueno uno no, tres. Un refrescante sorbete de manzana verde, un buñuelo que en su interior albergaba chocolate líquido y una coca de manzana acompañada de helado de canela. Postre cumplidor pero tal vez fue lo más flojo de este estupendo menú.

Armonizamos con tres dulces también.
Haut Sauternes Grand Vin Blanc Bordeaux 1947 de un bonito color oro viejo. Nariz de muy buena intensidad, con notas amieladas, leves recuerdos de naranja escarchada, café torrefacto y un fondo de desván. Boca sabrosa, con cierto volumen, dulce comedido e increíblemente todavía presenta muy buena acidez.
Château Guiraud 1er Cru 2003 Ámbar de nariz muy intensa, pera en almibar, orejones, fruta escarchada, caramelos de limón y notas amieladas. En boca es sabroso, graso y una dulzura compensada por la alta acidez que presenta. Largo y persistente.
Frankovka Rosé Raritní Ledové 2014 Una rareza de la Republica Checa, de producción muy limitada, tan sólo 299 botellas. Nariz cítrica de buena intensidad, recuerdos de flores blancas y un fondo balsámico. En boca es fresco, delicado y de dulce comedido.

Agradezco a Juanjo Santos su esfuerzo al tomar nota de las impresiones de cata y compartirlas con todos nosotros.

El Laurel es un restaurante muy recomendable, un valor seguro en la comarca, en el que disfrutar de una excelente cocina de mercado en un entorno muy agradable y a un precio ajustado.

El precio corresponde a lo pagado por el menú, los vinos fueron de aportación propia.

Post completo ilustrado con fotos en:http://www.vinowine.es/restaurantes/rte-el-laurel-la-mejor-oferta-de-mercado.html

Restaurante con servicio de sala muy adecuado, mesas vestidas con mantelería de tela, cubertería y cristalería de cristal fino de calidad, decoración cuidada rústica de casa valenciana…

Ubicado en un viejo caserón restaurado, cuenta con una sala amplia que diferencia un par de espacios reservados y un saloncito privado, además de una agradable terraza para cuando el tiempo lo permite.

No se puede obviar “lo de siempre” En las comarcas del Comtat y Alcoià, es difícil que el comensal se deje llevar. Aquí la gente quiere “lo de siempre”, platos típicos para “picar”, para compartir probando de todo un poco: pericana, tostons (maíz frito), magro con hígado, ensaladilla, sangre, croquetas de bacalao o de aladroc (boquerón), etc. Por ello creo que Nacho basa su carta en el producto y en los platos típicos, en un escalón de elaboración superior pero sin olvidar lo que el público demanda.Éste es el caso de la pericana.

Ahora bien, si tiene cancha, si ve que la ocasión lo permite, va subiendo el nivel de “riesgo” llevando ese buen producto a un terreno más innovador, más actualizado y acorde con los tiempos de gastronomía creativa que por suerte nos toca vivir. Me permito pensar que esto último es lo que ha pasado en la comida de hoy: le hemos dejado hacer y hemos quedado muy satisfechos.

Como ejemplo un tartar de atún como guiño a la cocina oriental tan de moda o ese bocadito de patata, pulpo y alioli, además de un delicioso ravioli de bogavante y la lubina en un suave escabeche de vino.

Dos menús y carta

En la línea de la oferta actual, cuenta con un par de menús, Picaeta por 27 € (7 platos a compartir y postre) y el Menú El Laurel con 3 entrantes para compartir y un principal, más un postre por 23€. Muy buena relación calidad precio. Además una carta que es realmente la base de los dos menús anteriores. Puedes encontrar arroces pero no te puedo decir, porque yo siempre he optado por picar, para probar los más platos posibles.

La carta de vinos mantiene un discreto recargo en los precios y es una selección no muy amplia pero suficiente. El servicio de vino es adecuado.

Regularidad y evolución
Bueno, para acabar defiendo este restaurante, me valgo de la acepción nº 2 con que la RAE define “regularidad”: “uniforme, sin cambios grandes ni bruscos”, lo que da garantía de calidad sin sopresas pero mantenida en el tiempo, aunque con pizcas de discreta evolución.

Seguiremos acudiendo…

Post completo ilustrado con fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/el-laurel-oferta-destacada-en-cocentina.html

Camino de Valencia, en un día de calor sofocante, paramos a comer en Cocentaina, guiados por los comentarios de Verema.
Local en una casa típica restaurada, con aire acondicionado, que se agradecía muchísimo, dados los 40º C en el exterior.
Pedimos el Menú El Laurel.
Los tres entrantes fueron:

* Bacalao ahumado y espuma de pimiento (muy delicada la espuma).
* Croquetón con cabrales (croqueta de puchero melosa).
* Pericana de capellá (una de las mejores pericanas que he probado, ¡sublime!).

De plato fuerte:

* Arroz caldoso de conejo (pese al calor deseaba probar un plato tan tradicional de la zona: Para repetir).

De postre: Couland de chocolate (recién elaborado).

Cervezas y agua (por eso de tener que conducir).

Al café, tomando un chupito de herbero, nos atendió el chef, el joven y prometedor Natxo Sellés, departiendo unos minutos con él.

En resumen, buena materia prima, perfecta elaboración, con toda una carrera por delante y una buena relación calidad/precio.

Tal y como explica el comentario anterior, grata mejora.
De hecho, se puede decir desde mi punto de vista que se convierte en una de las pocas alternativas en el segmento medio de la zona.
Optamos por el menú que incluye 3 entrantes, plato principal y postre por 23€pp.
Pedimos, ensalada de Chaca (muy muy rica), alcachofas con jamón (q a pesar q no es lo más adecuado para beber vino, estaban muy tiernas...), coca de longaniza y setas (mas q correcta) y de platos principales, merluza y bacalao a la plancha con verduras (riquisimos y con muy buena presentación)
De postre, tarta de manzana y sopa de turrón. Como infusion timonet amb mel.
Para el vino, seleccionamos un Emilio Moro 2008, q les quedaba de la carta anterior ya q la van renovando con relativa frecuencia, por 15€. Pero en general, el vino tiene una muy buena rcp. Pej. El Santa Rosa por 26€.
El servicio, exquisito, y creo q prueba de todo ello, es q estaba lleno.
Continuaremos probando platos.

Nueva experiencia en este restaurante, en esta ocasión para cenar. Reservamos mesa en la terraza, bien integrada y ambientada, dotada de buen mobiliario, propio de interior. Las mesas muy bien vestidas y espaciosas y las sillas cómodas. Muy aconsejable en esta época del año, con estos calores.

La carta ofrece una veintena de entrantes (entre fríos y calientes) los cuales es posible degustar tanto en formato de ración, como de media ración, incluso algunos por unidades, también ofrecen cuatro ensaladas distintas. Al mediodía una docena de arroces distintos y algún que otro plato de cuchara “contundente”. En el apartado de carnes cuatro son las opciones distintas y otras tantas elaboraciones de pescado. Aproximadamente media docena de postres cierran la carta. También ofrecen dos menús; uno de siete tapas y un postre a elegir por 25 euros y el otro menú que consiste en elegir tres entrantes a compartir entre varias opciones, un principal y un postre por 23 euros (más iva). Vajilla y cubertería correctas. El la sala ejerce Nacho (propietario) con simpatía, profesionalidad y vocación de servicio, también así el resto del personal.

La carta de vinos de aproximadamente 70 referencias, está organizada por tipos y D.O.’s, multiplica de media por 1,5 el precio de tienda y en algunas referencias como por ejemplo el Santa Rosa, tan sólo un 25% de recargo respecto al precio de tienda (26 euros), por tanto un moderado recargo en el precio del vino. El servicio sigue la liturgia del mismo: presentación, prueba y relleno. La cristalería buena y es cambiada oportunamente con el cambio de referencia. El vino se sirve a temperatura adecuada.

Nuestra experiencia fue para cenar y nos decantamos por el menú de 23 euros que he comentado anteriormente. Nos ofrecieron un aperitivo de bienvenida, consistente en un bocadito de bacon, relleno de berenjena asada y rebozado con queso azul. Como entrantes elegimos:
• Variado de croquetas: de cocido, de jamón, de queso y de aladroc (boquerones), todas de buen tamaño, bien elaboradas y muy sabrosas.
• Revuelto de bolets (setas de chopo) con longaniza. Muy buena materia prima.
• Una correcta ensalada de queso de cabra.

Como principal elegí una bien cocinada pluma ibérica estofada con salsa de mostaza, acompañada de verdura variada al dente en juliana. Muy sabrosa.

De postre: sopa de turrón con hojadre y helado de caramelo.

Para beber tras unas siempre especiales cervezas A.K. Damm, bebimos un Valtosca 2007 y un Santa Rosa 2006, ambos en un buen momento de consumo. Cafés en la sobremesa. Nos ofrecieron algún vino dulce o chupito de licor, que declinamos ya que teníamos algo de prisa.

Desde mi critica anterior, lo he visitado en varias ocasiones, tanto al mediodía, como para cenar y solo puedo constatar que han mejorado ostensiblemente, destacando en el aspecto de la profesionalización de la sala.

Hoy por hoy, muy recomendable.

Hemos estado hoy sabado dia 8 de Octubre. Dos matrimonios. Pericana, croquetas de aladroc, arroz marinera, Gin Tonic. Vino Arzuaga. La pericana y las croquetas de aladroc, muy buenas. El arroz, correcto, pero mejorable con algo mas de sabor. Servicio atento. Mesas separadas que permiten una charla placentera. Bien en general. Valoracion global 6-7

Situado a la entrada del casco urbano de Cocentaina (viniendo desde Alcoi). Se trata de una antigüa casa rehabilitada, de estilo mezcla entre rústico y clásico. Dispone de varios comedores. Las mesas ámplias y con buena separación entre ellas.

En las mesas, un díptico reza “Mini Carta” organizada en diez entrantes, dos elaboraciones de carne, otras dos de pescado y dos postres, no sé si es la que ofrecen todo el año, o era especial con motivo de las fiestas de Moros y Cristianos que ese día se celebraban en la localidad, en cualquier caso una oferta un tanto reducida. Se trata, básicamente, de cocina de mercado, con algún guiño al recetario local (pericana, croquetas de aladroc, bolets, etc.). La vajilla y cubertería funcionales. El servicio es atento y dispuesto pero no todo profesional, repito que eran fiestas, el restaurante lleno y supongo que habría personal “extra”.

La carta de vinos no es muy amplia, con algunas buenas referencias y esta organizada por tipos y a su vez por procedencias geográficas. Los precios aproximadamente multiplicados por 1.75 de los de tienda. Algunos vinos descansan en armarios climatizados. La cristalería es correcta en cuanto a forma y grosor, sin ser de marca constatable. El servicio del vino se circunscribe a la prueba en el mejor de los casos.

Nuestra experiencia fue para el almuerzo compartiendo varios entrantes: jamón ibérico de bellota y queso manchego, ensaladilla rusa con langostinos, pericana, croquetas y de aladroc y ensalada de queso de cabra con mermelada de tomate y pipas de calabaza y posteriormente cada uno solicitó un segundo decantándose la gran mayoría por la carne: solomillo a la plancha con verduritas a la inglesa o carrillera de ternera con patata mango. En el apartado de postres elegimos las dos opciones disponibles: surtido de dulce y surtido de fruta. De beber, inicialmente cervezas, también agua mineral, riesling de Poveda y varios Santa Rosa de Enrique Mendoza. Tambien tomamos unos gins de Citadelle.

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