Céntrico restaurante de Madrid. Buena acogida, mesas algo pequeñas pero lo suficientemente cómodas. Ambiente y decoración clásicos.
Menú de 18.50 (precio sin iva) un domingo para comer:
1. Pisto con huevos escalfados. Muy bueno.
2. Solomillo al PX, justa cantidad, sin excesos pero con buen sabor. Se acompañaba con puré de patatas. Bien.
3. Cremoso de chocolate blanco, rico y no excesivamente dulce aunque para mi gusto mejor así.
Un bebida también incluida.
Otras comidas que sirvieron: crema de calabacín y pudding de merluza (destacable este último). La tarta de queso mejor que el cremoso emho.
Pedimos una botella de Viña Salceda Crianza 2008 a 18 euros.
Servicio atentos con los niños en todo momento y muy amables en general.
Tomamos un café y nos prolongamos un poco en la sobremesa, sin prisas ni presiones por el personal.
Salimos contentos.

Muy buena propuesta para visitar el centro de Madrid. Localizado cerca de la plaza Mayor. De primeras sorprende una decoración realizada con gusto cuidando los detalles. En la zona donde estuvimos nosotros es muy luminosa.

A mediodía trabajan además de la carta con un menú por 18 euros que consta de primero, segundo y postre. Yo probé de plato principal un roast beef muy acertado, mi novia tomó una brocheta de solomillo ibérico que a nuestro parecer le faltaba un poco de chispa pero aceptable.

Para beber un rueda joven verdejo que nos vino fenomenal para el calor que hacía. Cerramos con varios pacharanes que terminaron de regar una buena sobremesa, siempre sin prisa y con cuidados con gusto.

La nota subió a 55 euros entre los dos. Increible RCP. Para repetir.

El restaurante es bonito, con una decoración en la que predomina el blanco y con un par de mesas al fondo estupendas, con ventanales a la otra calle (Bonetillo). Tomamos el menú de mediodía, que incluía bebida, postre y café. Los rollitos con hummus estaban muy ricos, sobre todo la crema de garbanzos. El gazpacho refrescante y no muy fuerte. Tambien tenían degustación de gazpachos, que son dos vasitos, uno de la modalidad andaluza, la de toda la vida, y otro de remolacha. Tambien trajeron de aperitivo una crema de queso con crudites. De los segundos muy bueno el risotto de frutos de mar y jugoso el salmón marinado al jengibre. De los postres, destacar la tarta de manzana, crujiente y fina, y los helados artesanos. Siento no recordar el vino porque por una vez yo me di a la cerveza y al agua, ya que tenía que currar y conducir nada más terminar de comer. Creo que volveré a cenar de carta, a ver que tal, pero de momento me ha agradado la visita. Las raciones tal vez un poco cortas, pero bueno, por ese precio tampoco es cuestión de pedir mucho mas.