Restaurante muy grande, situado en un valle muy bonito entre Sant Joan de les Abadesses y Camprodón. Decoración clásica, cómoda. Ibamos un grupo grande, 22 personas y comimos un menú con 3 primeros y segundos a elegir. Ensalada de peras con nueces y jamón de pato, mousse de berenjena, risotto de ceps (en realidad arroz con ceps, porque de risotto sólo tenía el nombre.
Entre los segundos entrecot (buena guarnición de patatas al horno y ceps), supremas de bacalo confitadas y lenguado.
De postres helado de turrón, crepes de frutos rojos y tarta Sacher.
El vino de la casa era un sencillo pero correcto vino del año de la D.O. Tarragona (me alegro).
Pan corriente.
Servicio muy profesional a cargo de camareros veteranos pero en número a todas luces insuficiente, no daban abasto y los tiempos entre plato y plato se alargaron, amén de que hasta que toda la mesa estaba servida costaba un mundo.
Menaje de buena calidad, copas bastante corrientes.
Tienen menú infantil a 17€.
En general bien, pero hay que poner más personal, pues hay dos comedores grandes, uno de ellos estaba a tope y en el nuestro nosotros 22 y otro grupo de 40, atendidos sólamente por dos abnegados camareros.