Visita totalmente imprevista. Lo que simplemente era una tarde en una terraza veraniega de un viernes, por culpa de una tormenta se acabó convirtiendo en una cena bastante maja a base de raciones.

Como digo no nos llevábamos intención de cenar, pero al tener que refugiarnos en su interior, y ver que el producto y resultado que se trajinaba en el restaurante no tenía mala pinta en absoluto, nos animamos a pedir un pequeño picoteo a base de surtido de pescaitos (posiblemente los mejores que he probado en la ciudad, aunque tampoco sea demasiado decir), calamares, berberechos, ración de gambas, y sepia, todo realmente bueno, fritos sin excesos de rebozados, con buen material, y sin aceites requemados, a precios bastante asumibles, salvo .... las gambas. De acuerdo que era buen material (sin pasarnos, pero bueno), pero 27€ de una decenita de gambas de en tamaño más bien pequeño, casi que me parecieron excesivos. Ojeando la carta del restaurante propiamente dicha, lo cierto es que no es un lugar barato, y todos los precios por grs.

Servicio ni tan mal, correcto sin acercarse a la cordialidad, eficiente y rápido. Local trasnochado, montajes de batalla, carta de vinos escasita, a precios razonables eso sí, quizás tampoco haga falta más para ir de raciones , pero revisando posteriormente la nota, cobraron 1,5 € por cada botella de Viñas del Vero Chardonnay, que ya de por sí estaba a 12€. Alrededor de 110€ de 4 personas, con cofés, 2 botellas de vino y una de agua, y 4 trufas de chocolate como postre a compartir.

Resumiendo, pues ni sí ni no, sino todo lo contrario, RCP tirando a baja, local que necesita una renovación, ubicación no muy atractiva, aunque comer, se come bien, si no se le da importancia nada más, incluida la cartera.