Restaurante Amelibia en Laguardia / Biasteri
Restaurante Amelibia
País:
España
Provincia:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
39,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
49 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.6
Comida COMIDA
7.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.3
RCP CALIDAD-PRECIO
6.8
Opiniones de Amelibia
OPINIONES
9

Aprovechando un ataque de sol nos acercamos a Laguardia, a comer bien y alegrar la vista con la Rioja Alavesa en plena vendimia. Aconsejados por las buenas referencias de esta página y tripadvisor decidimos comer en Amelibia y la experiencia no fue todo lo buena que esperábamos.

Amelibia se sitúa a la entrada de Laguardia, viniendo de Vitoria. Dispone de un pequeño parking justo detrás de la casona en la que se encuentra. El local es más bonito por fuera que por dentro. Un comedor amplio con buen espacio entre mesas y unas vistas preciosas para las mesas que se colocan junto al ventanal.

Carta corta pero bien variada, de orientación local. Fuera de carta interesantes propuestas de temporada como hongos o tartar de bonito, aunque pasado por la plancha (ESA moda rara). En cuanto al vino buena colección de riojas pero escasa presencia de otras denominaciones. Empujado por una reciente recomendación caí en Pies Negros de Artuke, resultó un buen rioja afrutado, de esos que los que saben catalogan de "modernos". El servicio del vino bien, buenas copas y temperatura adecuada. Lástima que rompieran el corcho y derramaran restos en mi copa :(

Empezamos con un detalle en forma de sopa de melón y sandía, muy rico. Pedimos una terrina de foie con liebre, en la que la liebre predominaba sobre el foie sin compasión. Completamos la entrada con un salteado de hongos, cumplidor, aunque escaso como plato para compartir en pareja.

Comimos lechazo al horno, básico, desnudo. Buen producto y bien cocinado pero sin ningún punto para el recuerdo. Sal y agua. Al otro lado de la mesa cayó el cochinillo confitado sobre manzana ácida, que contentó a mi compañera. En ambos platos echamos en falta acompañamiento. Una taza de lechuga florette sin aliñar para dos no es forma de completar estos platos para nuestro gusto.

Cerramos el asunto con chocolate amargo con sal maldon y aceite, que enamoró a mi pareja y para mí una mousse de intxaursalsa con virutas de idiazabal y membrillo, también muy rico. Los postres lo mejor de la comida.

El personal correcto, sin más. La sala estaba llena y sus atenciones se centraron en los grupos de conocidos. No renovar el pan, no cambiar una copa sucia, ni un simple "qué tal han comido". En este ámbito no salimos muy satisfechos la verdad.

En resumen, todo bien sí, cumplidor, pero no queda un recuerdo especial ni del sitio ni de su comida. Nada peor que la neutralidad cuando visitas un restaurante en mi opinión.

Después de los comentarios de Josean sabía yo que aquí iba a comer bien. Le conozco un poco y si él dice que se come bien es que se come bien.
El local se encuentra en la parte exterior de la zona amurallada, por fuera no es nada del otro mundo pero su interior me ha encantado. Buenas mesas, buen espacio entre ellas, muy limpio, sensación de mucha luz, preciosa decoración muy “vinícola”.
Al llegar de los primeros nos dan mesa a elegir y después se llena totalmente e incluso algunos se han tenido que quedar con las ganas. Elegimos una que para dos es más que amplia y conste que las otras son de buen tamaño.
Nos acercan las cartas, la del comer y la del beber y además unos cuantos platos fuera de ella que por la pinta irán cambiando según temporada.
Dejo que Arantza vaya echando un vistazo al asunto del comer y mientras yo le echo un vistazo a la carta de vinos que, cosa mucho más que lógica, está bien surtida de vinos de Rioja. Me voy directo a los blancos con crianza y pido recomendación a la que por las formas y el modo de hablar puede ser una de las “jefas”. Me comenta que se venden demasiado rápido. Eso denota que algo sabe de vinos. Que si no me importa va a buscar por ahí a ver que tiene. Y al de un rato aparece con una botella de Cifras, una garnacha blanca de 2011. De la bodega Exeo del vecino pueblo de Labastida.
Al parecer este vino está criado de manera “curiosa”, la mitad en barricas de roble francés y la otra mitad sobre sus lías en huevo de hormigón. Hoy me acostaré sabiendo algo nuevo, mira tú por donde. El color me lo esperaba más dorado, es muy claro para tener su edad. En nariz no presenta demasiada fruta y en boca se nota un tanto esa madera con un final que me resulta amargo. Me ha gustado bastante pero no lo incluiré en mis favoritos.
Como aperitivo nos sacan un par de cremas de calabaza para calentar el cuerpo y prepararle para lo que viene. Un par de trozos de pan correctos, sin más. Me esperaba yo algún pan blanco de picos, de esos tan típicos de la zona y que tanto me gustan.
Para compartir y que además nos presentan en platos individuales, Aran ha pedido un pulpo a la brasa con ñoquis de parmesado. Simple y llanamente impresionante sabor y excelente calidad y textura. Recomiendo este plato. Para nosotros ha sido sobresaliente. Curioso el toque de los ñoquis pero quedan en segundo plano.
Yo venía con la intención marcada de probar sus famosas manitas de cerdo con foie fresco y reducción de PX. Pues dicho y hecho. No me arrepiento. Esto no tiene mucho que ver con mis manitas favoritas, las preparadas sin deshuesar y con esa salsa bizkaina que tanto me apasiona. Pero están de película. Se nota que el animalito del que provienen no es “un cerdo normal y corriente”. Tienen una “grasa” que me hace olvidar mis modales. Cojo unos buenos trozos de pan y cual si se tratase de un trozo de tocino del de las alubias de siempre, a dos manos y a dos carriles, me termino de untar el plato. Divinas.
Mi compañera se decide por una merluza con hongos. Al ver la ración casi le da algo. Estupenda ración de un estupendo pescado. Calidad superior. Suelto, jugoso, sabroso. Otro plato de nota sobresaliente y esos hongos que lo convierten en un “tierra-mar” muy bien conseguido. Como una campeona deja casi limpio el plato. Buena señal.
Yo hubiese comido otro postre, la recomendación de Josean iba por ahí pero como no queríamos pedir más que uno para compartir, al final han ganado la batalla los Canutillos rellenos de crema pastelera al ron con chocolate caliente. De todos modos así tengo excusa para volver a por el otro. Ciertamente sus postres tienen fama pero desde luego que este la tiene bien merecida. Están golosos, están para chuparse los dedos. Están muy, pero que muy ricos.
Hoy me permito el lujo de pedirme un vinito para el postre y cosa curiosa, me ofrece un PX pero “a granel”. En botella sin etiqueta pero cuyo interior denota su calidad. Grueso, cual jarabe de pasas. No me parece que muchos de los “famosos” le hagan sombra en exceso.
Un cafecito y una infusión dan por finalizada la velada. Salimos contentos. Destacar el servicio y atención, simpatía y amabilidad a raudales. No conozco mucho la zona pero lo recomiendo al cien por cien. Gracias, Josean.
Para ver las fotos: http://gastiondo.blogspot.com.es/2015/03/restaurante-amelibia-laguardia-lo-sabia.html

Desde hace unos años en materia restaurantil cada vez me gusta menos arriesgar. De salir a la que saltaba, presentándome en los sitios sin reserva ni conocimientos sobre lo que allí podía encontrarme, he pasado con el tiempo a elegir con cuidado los locales donde llenar el estómago y no voy si no tengo mesa asegurada. Para bien o para mal me he vuelto un conservador en esta asignatura o, como diría un futbolero, juego a amarrar el resultado. Es por ello que cuando encuentro un restaurante que me gusta repito una y otra vez, y éste de hoy es uno de ellos.

De camino a Laguardia, como íbamos sobrados de tiempo, nos hemos desviado de nuestra ruta para llegar al pueblo de Briones, uno de los más interesantes de la comarca de la Rioja Alta. Además de por una arquitectura civil y religiosa digna de admiración, merece la pena visitar esta localidad para dar un paseo por el camino que circunda el exterior del núcleo urbano, que permite contemplar un paisaje de gran belleza que se extiende desde el Ebro, a nuestros pies, hasta la Sierra de Cantabria, al fondo. En medio el dominio del viñedo es abrumador y sólo se ve roto por la presencia de algunas pequeñas poblaciones llenas de encanto, como San Vicente de la Sonsierra o Labastida.

Al llegar a Laguardia pensábamos tomar algo antes de comer, pero de repente se ha puesto a llover y nos ha parecido mejor idea entrar al restaurante. Tras los saludos de bienvenida, nos han colocado en una de las mesas situadas junto a los ventanales, con lo cual hemos podido seguir disfrutando del paisaje riojano también durante la comida. La mitad de las mesas estaban ya ocupadas y al poco el local prácticamente se ha llenado. Llamaba la atención el alto porcentaje de público extranjero sentado a comer, que según nos contó la dueña del establecimiento visita cada vez en mayor número la comarca atraído por la oferta de enoturismo.

Desde nuestra última visita apenas ha habido cambios en la carta, por lo que cada vez es más difícil probar cosas nuevas. No obstante, siempre cuentan fuera de carta con varios platos de temporada. En esta ocasión hemos pedido para compartir dos personas un par de entrantes, que nos han servido tras un refrescante Gazpacho de sandía, tomate y melón a modo de aperitivo.
- Terrina de foie y liebre con vinagreta de frutos secos, naranja confitada y puré de manzana (15€): emplatado individualmente, se trata de un plato lleno de contrastes, pero en el que nada sobra, si acaso un pequeño montoncito de lechugas variadas que no aportaban nada y que volvieron a la cocina. A pesar de ello nos gustó.
- Escalibada con cochinillo en fiambre y langostinos (16€): original plato de estilo mar y montaña que no termino de convencerme.

De segundos pedimos cada uno un plato, pero acabamos compartiéndolos:
- Txipirones en su tinta (16€): elaborados al estilo tradicional, superaban con creces el aprobado.
- Civet de liebre (19€): he pedido este plato de caza ya unas cuantas veces y en todas me ha encantado. En este caso el guiso, estando bueno, no llegaba al nivel de otras veces debido a que la carne aún no había incorporado del todo el potente sabor de la salsa, quizás por falta de reposo tras la elaboración.

En el apartado de los postres Patxi Amelibia es un artista. Todos los que hemos comido en su restaurante siempre han sido memorables y esta vez no podía ser menos:
- Mouse de intxaursaltsa con virutas de idiazabal y dulce de membrillo (7€): rico postre de sabores opuestos pero bien conjuntados. A un amigo de Llodio le habría encantado.
- Hojaldre con manzana caramelizada y salsa de jengibre (7€): gulesco postre, tan gozoso como el anterior.

El apartado del vino está muy bien llevado, contando con una carta que mejoran día a día y con precios realmente buenos. La sección dedicada a Rioja abarca las ¾ partes de la oferta, siendo muchos de los vinos de productores locales. Las copas son de calidad (Spielegau) y cuentan con una amplia cava de conservación. En esta ocasión tomamos un Laderas del Portillo 2008 (28€), potente tinto de la bodega Ostatu, que maridó perfectamente con la liebre, pero como era de esperar vapuleó sin compasión a los dos entrantes. Terminamos la comida con un par de excelentes cafés solos invitación de la casa y dejando para otra ocasión en la que no hubiese que conducir los destilados a los que también nos convidaban.

Antes de poner rumbo a casa nos dimos un paseo por este pueblo amurallado, que atesora una belleza difícil de igualar.

Buen restaurante, bonito enclave, bonitas vistas desde las ventanas. local espacioso , mesas bien separadas. Comimos varios entrantes y estuvieron muy buenos, sin mas pretensiones. Los segundos me gustaron dentro de ser una cocina tendente a lovcasero, mis manitas estaban riquisimas. La carta de vinos muy volcada en riojas pero algunos bastante desconocidos y novedosos lo cual me parece bien estando en el corazon de la Rioja o en un lugar tan emblematico. Se echa en falta algunos Rioja de bodegas pretigiosas. Bebimos un Dominio de Berzal, Abel Mendoza Seleccion Personal y Victorino

LLegamos tarde y nos quedamos sn probar algunos platos atractivos, aún así y sin excesos, la sensación general fue buena. Local amplio y luminoso si consigues una mesa creca de la ventana. Amabilidad y profesionalidad en el trato. Carta de vinos con bastantes referencias de Rioja( y no tanto del resto) a precios moderados y con servicio correcto del vino. Entrantes clásicos( migas, croquetas..carpaccios..) con buena ejecución, incluso las migas rozando el sobresaliente. Segundos pantagruélicos con posibilidad de solicitar guisos ( como las manitas en salsa, liebre al civet) y asados( también agún pescado). Postres golosos, ricos,abundantes. Un buen sitio para comer tras visitar alguna bodega, pero sin esperar grandes impresiones

Nueva visita a este restaurante, que nos sirve para confirmar que las buenas sensaciones de la primera vez no fueron fruto de la casualidad. Local casi lleno, sin que se notara para nada en el servicio. Alejandra atiende el comedor con gran profesionalidad, con palabras amables y siempre con una sonrisa en su boca. Con relación a la vez anterior notamos algunos cambios en la carta, en parte reflejo de su adaptación a los productos de temporada. Pedimos para compartir entre tres personas lo siguiente:
- Carpaccio de cecina con lascas de idiazabal, piñones y pistachos
- Ensalada de terrina de liebre escabechada con foie y frutas de temporada
- Alcachofas con txipirones y morro frito
Los tres muy agradables, incluso este último, que habiamos probado la vez anterior y no nos había convencido
De segundo cada uno eligió una cosa, pero pude probar todos ellos.
- Mero con verduras a la plancha: excelente
- Kokotxas de merluza al pil-pil: perfectas
- Cochinillo confitado sobre manzana ácida: nivel inferior a todo lo demás. No me convenció.
Como postres pedimos también una ración por persona.
- Torrija sobre crema inglesa y helado de canela: gulesco
- Chocolate amargo con sal Maldon y aceite de oliva: original y sorprendente. Muy bueno.
- Sorbete de limón con cava: no lo probé, pero según la opinión de quién si lo hizo estaba muy bueno.
Para beber elegimos de su interesante carta, que se centra en los riojas y no menciona las añadas, un excelente Artuke K4 2009. Cuentan con buenas copas, el vino se presenta correctamente, sus precios son bastante ajustados y disponen de cava de conservación.
En total pagamos 164€, de los cuales el vino eran 32€, por lo que sin bebida serían 44€/persona, precio que consideramos interesante teniendo en cuenta lo recibido a cambio. Volveremos sin duda.

Animado por los comentarios anteriores, reservamos mesa en este restaurante de la "capital" de Rioja Alavesa. El local es muy agradable, amplio, con buen espacio entre mesas, cómodo y con mucha luz, que entra a raudales por sus ventanas con vistas a los viñedos y con la sierra de cantabria como telón de fondo. Ofrecen una culinaria basada en la cocina local actualizada y con toques de autor. Probamos lo siguiente:
- Carpaccio de bacalao con salsa fina de alioli: original y muy rico
- Ensalada de txangurro con vinagreta de frutos rojos: agradable y colorida ensalada en la que el txangurro queda en segundo plano
- Txipirones en su tinta con alcachofas y morro de cerdo a la brasa: el morro estaba muy bueno, pero no aporta nada al plato. Los txipirones estaban ricos, pero con exceso de cocción. Las alcachofas, en cambio, perfectas. Sería un plato más interesante ajustando mejor el punto de estofado del calamar y retirando el cerdo.
- Civet de liebre: excelente
- Torrija flambeada al ron con crema inglesa y helado de canela: la sola presencia de este plato ya justifica una visita a este restaurante.
- Canutillos rellenos de crema pastelera con chocolate caliente: buenos.
Respecto al vino, tienen una carta en la que dominan los caldos de Rioja Alavesa, apareciendo muchas marcas de pequeños productores apenas conocidas y en la que no faltan algunos de los "grandes" del panorama local. Tomamos un excelente Gloria de Ostatu 2005 por 36€, lo que deja bien claro que los precios en este apartado, al igual que en los demás, son bastante ajustados. El local es atendido de manera eficaz por la agradable Alejandra, jefa de sala, que hace que te sientas a gusto nada más entrar en el mismo.

Restaurante bien definido en cuanto a ubicacion y a la definicion de sala en la valoracion anterior, asi que vamos a centrarnos en la comida.
Dos comensales a la mesa para la cena de sabado noche, a la postre seriamos los unicos.
Unos aperitivos de queso de untar con pistacho.
Para compartir nos decidimos por micuit de foie con peras al vino y panecillos de sesamo 14€, bastante rico, aunque la mezcla con peras no me convencio (a mi mujer si).
De segundos, centro de chuleta a la brasa 18€, bien de punto y de sabor y manitas de cerdo deshuesadas con foie a la plancha 14.50€, sin duda las mejores que he probado.
A los postres teniamos el dia dulce y pedimos tres, cuajada de oveja casera 4€, buena, torrija flambeada con ron 6€, tambien buena y chocolate amargo acompañado de aceite de oliva y sal Maldon 6€, sorprendente mezcla que me gusto.
En el apartado de vinos, carta centrada en Riojas pero con referencias bastante desconocidas para mi, despues de pedir dos botellas y no tenerlas en carta, me deje aconsejar y nos ofrecieron Laukote Vendimia Seleccionada 07 14€, buen vino.
Buen restaurante si se quiere salir un poco de lo tradicional en Laguardia.

Es sorprendente que una web dedicada principalmente al vino, y dentro de una población no demasiado grande, no exista referencia alguna a este restaurante. Digo esto porque dentro del buen sabor de boca general que deja el local, el trato del vino en él es excelente. Que nadie espere por este comentario numerosas referencias, denominaciones...no, prácticamente solo vinos de la zona, pero con un perfecto conocimiento de ellos y un precio absolutamente ajustado, que haría sonrojar a más de uno. Para muestra un botón, el Trasnocho sobre 60€, hablo de memoria. Merece la pena conocer este restaurante, quizás especulo, a la sombra de otros de más nombre, pero pudiendo ser una alternativa notable a éstos.
El local se encuentra a continuación del más conocido Marixa, o sea siguiendo la calle de entrada, sin penetrar dentro del recinto amurallado.
Un pequeño hall enlaza la calle con la sala, la cara opuesta de la pared de separación es la "bodega", se trata de una pequeña estancia climatizada con un amplio ventanal que permite ver los vinos expuestos en una estanteria metalica tipo panal.
El comedor es amplio y acogedor, con mesas bien vestidas y buena separación entre ellas.
El servicio es magnifico. Una chica atiende la sala con una sonrisa permanente, cálida y amable. Entiende lo que tiene entre manos tanto en el comer como en el beber. Ella nos recomendó la comida y el vino, en este apartado nos quito la idea de vinos más caros para en su opinión tomar otro de mejor RCP. Al final Dominio de Berzal Selección, me gustó.
Tomamos para compartir; un carpaccio de bacalao sobre salsa fina de alioli, ya nos lo había recomendado quien nos instó a ir al restaurante, excelente, me gustó mucho, con el alioli bien integrado en el plato; y escalibada, también riquisima.
Segundos. Cocochas de merluza, muy buenas, con una salsa muy lograda. Cochinillo confitado al horno, carne en su punto, piel tostadita y crujiente, delicioso.
Postres. Hojaldre de manzana y chocolate amargo, para terminar el vino. Ambos muy buenos, en la linea de lo demás. Dos cafés.
Dejo el final para hacer un comentario. Comentaba en un hilo del foro que no soy usuario habitual de "restaurantes con vistas" y que en una semana había visitado un montón de ellos. El Amelibia también destaca en ese apartado, el comedor dispone de amplios ventanales desde los que se tiene una panorámica espectacular del amplio valle a los pies de Laguardia y de fondo la Sierra de Cantabria. Magnifico colofón a una gran comida.
Me pareció una gran idea poner los precios sin vino, ya que aquí cada uno gasta lo que quiera y se puede inflar el precio fina. Así que a partir de ahora así lo haré.
Precio sin vino.

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