Comida para cinco amigos un viernes de noviembre. Nos pusieron en una mesa redonda al fondo del comedor con vistas a la terraza del restaurante y al fondo el Niemeyer en construcción, el entorno acompañaba la tertulia así que la comida se prolongó con una larga sobremesa, creo que marchamos cerca de las 7 de la tarde. Comimos a la carta, de entrantes unas navajas a la plancha y unas setas (boletus edulis) impresionantes. De segundos hubo de todo, mi elección y la de uno de mis amigos fue un rubiel a la plancha con verduritas que estaba buenísimo, otro de mis amigos optó por cochinillo, otro por un solomillo de ciervo con puré de castañas, hubo otro pescado (creo que era lubina) y por último un solomillo de ternera a la plancha. Puedo asegurar que todos quedamos satisfechos. Para terminar postres de la carta, mi elegido fue una compota de frutos de otoño (orejones de melocotón, manzana, ciruelas negras, pasas, y creo que pera) muy bueno aunque para los que estáis a dieta os advierto que está muy dulce), los demás tomaron un poco de todo (brownie al chocolate, un sorprendente pastelillo con pistachos y aceite de oliva acompañado por queso afuega el pitu rojo, todo muy bueno). Acompañamos la comida con un excelente vino de una marca no muy conocida, creo que era algo así como Primavera que luego nos comentaron se trataba de un vino de Rioja Alavesa elaborado por la familia del chef en una pequeña bodega familiar. Precio final, en torno a 40 € por persona (café y chupitos incluidos), puedo afirmar que la calidad y elaboración bien lo merecían y que en cualquier afamado restaurante no pagas menos de 60 euros. No obstante, para quien la crisis no le permita darse estos pequeños homenajes, siempre cabe elegir sus menús a precios muy asequibles y que ofrecen tanto al mediodía como a la noche, Tienen también carta de tapas (en la que ofrecen sus tapas ganadoras en las dos últimas ediciones del Concurso de tapas de Avilés). En definitiva, muy recomendable, yo ya me he hecho un cliente asiduo y cuando quiero quedar bien con los amigos no dudo en ir a este joven restaurante (tanto por el personal como por el tiempo que llevan abierto), en el que destaco además se trata de una sociedad laboral en el que todos sus empleados son socios de la empresa por lo que la motivación y el empeño en agradar al cliente siempre están presentes.

Un local acogedor, con una decoración actual y discreta; el servicio amable y con dedicación al cliente, ofrece una cocina creativa sin perder la tradición, con productos seleccionados y de calidad. Degustamos un riquísimo arroz con alcachofas y langostinos, de primer plato; de segundo una ración de rodaballo francamente espectacular... El vino, un rioja de la familia, Tierra; todo ello, hizo la cena deliciosa a un precio más que razonable.

Irregular visita a este restaurante abierto en 2008. Como entrantes pedimos ensalada de pulpo, con un rico aliño, y el teórico jamón de bellota, y digo teórico porque de bellota tendría si acaso la forma, que no la alimentación del gorrino. Y cortado a máquina.
Los platos principales: xarda al horno acompañada de patatas y cebolla caramelizada, muy rica; solomillo de buey al foie ( pedido al punto y servido sangrante ); solomillo de ternera al foie ( pedido poco hecho y servido pasado ; paletilla de lechazo , deshuesada y muy tierna; rape, que no probé. El postre que probé fue pastel fluido de avellana con sorbete de maracuyá ( ricos pero no encontré la relación ).
Nos recomendaron seis azul y garanza, para mí mejor en nariz que en boca, pero por probar estuvo bien.
El servicio amable, pero confundió los puntos de la carne y se olvidó de servir un PX pedido con el postre.
La verdad, no sé si volveré.