Restaurante El Chalet en Zaragoza
Restaurante El Chalet
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
38,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
52 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.7
Comida COMIDA
7.3
Precio medio entorno ENTORNO
8.0
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Opiniones de El Chalet
OPINIONES
6

No voy a describir el local porque el amigo Joaquin lo hizo en su momento a la perfección y no ha cambiado nada, ni debe cambiar nada. En la esquina de un cruce y rodeado de fincas, es un auténtico oasis en la ciudad.

La carta de vinos mantiene muchas referencias interesantes y clásicas y en el apartado de comida hay muchas opciones interesantes.
Una carta a precio cerrado que, aperitivos aparte, tiene 6 entrantes a elegir (includo arroz) y pescados/carnes con 4 de cada para elegir, asi como 4 postres más sorbetes y helados caseros; incluye agua y vino a 36€.
Otro menú llamado Paisajes del chalet con terrina de foie, muselina de erizos, steak y postre con vino incluido por 30€.
La carta de temporada contiene 7 entrantes, 4 pescados y 5 carnes más 5 postres y sorbetes y helados; muy interesantes los vinos dulces para postres y los, cada vez más frecuentes, cafés gourmet a alto precio por el licor añadido y las infusiones.
De la notable carta de vinos, elegimos un Chateauneuf du Pape: Guigal-Chateau d´Ampuis 2001 (48€).

Cuatro para comer en mesa redonda y en la parte alta del comedor con un servicio en sala impecable, buenas recomendaciones.
Menaje, copas, mantelería... muy cuidados.

Empezamos con alguna cerveza y agua con gas, iniciando:
Aperitivos:
. crema de borajas y jamón. Servido a modo de chupito, sabroso y entona el estómago.
. cuchara de setas. A modo de dado, un paté de setas
. madalenas de zanahoria y crema de queso. La madalena no es dulce

Entrantes:
. muselina de erizos de mar al azafrán del Jiloca. Servido en el propio capazón de un erizo grande. Muy correcta.
. carpaccio de bacalao, verduras asadas y tomate seco. Buena presentación que lo hace incómoida de comer salvo desmontado previo. Bien de sabor.
. ¿? no recuerdo cual fue el otro entrante.

Principales:
. steak (media ración) al aroma de calvados y tostas Melba
. steak ración completa (27€) bien preparado in situ, buena calidad, buen corte y bien especiada. Buena ración.
. chuletón de 500 grs con sal gorda, patatas y pimientos. Carne sabrosa, potente, bien de punto.
. solomillo (media ración) de buey parrilla y terrina de patats bravas (24€)

Postre:
. rocas de chocolate, menta y café helado (7€)
. fruta cortada y bien presentada

Panes interesantes sobre todo el de olivas negras, también de pasas, integral... tambien agua sin gas 1881, de nueva etiqueta. Servioio de vino sin apretar. En el postre añadimos una copa de vino de hielo (9.50€) de la zona del Niagara: Jackson-Triggs 2006 de uva vidal cuya botella se abrió delante de nosotros.

Cafés y petitis fours todos de buen nivel.
Las sensaciones son de sitio elegante, buen servicio, buena materia prima y buenas presentaciones. Recomendable lugar.

Prólogo: En mi caso, la visita al restaurante objeto del comentario fue cena. Y seguramente en estos supuestos apetece menos tomar una cosa previa. Pero si se va a comer no puede dejar de visitarse, con carácter previo, el famoso Vinos Rubio -al inicio de la misma calle Santa Teresa- y tomarse un pequeño vermu con una maravillosa salmuera. Les despertará el hambre, se lo aseguro.

Centrándonos en el restaurante, el mismo se encuentra situado en una zona principal -aunque no excesivamente céntrica- de Zaragoza. Relativamente cercana al campo de fútbol, auditorio, universidad y parque grande, siendo un buen sitio para comer si se acude de propio a alguno de los anteriores lugares. En todo caso, el único tranvía existente en Zaragoza te deja allí con rapidez (parada Plaza S. Francisco).

Entorno: Agradabílisimo. Situado en un antiguo chalet reconvertido en restaurante. Impoluto. Sin llegar a lujoso, es un sitio donde uno se encuentra totalmente a gusto, relajado, cómodo. En este aspecto, poco hay que discutir.

El restaurante tiene dos ambientes: interno y externo.

El interno: constituido por el chalet en sí mismo. Dos alturas o pisos. Capacidad muy amplia (de hecho, es frecuente que se realicen en el mismo algunas celebraciones familiares y pequeños eventos). Capacidad -meramente aproximada- 100 personas. El piso superior tiene un par o tres de ventanas abalconadas que dan a la calle, lo que evita tener que salir a la misma si es necesario echar un cigarrito.

El ambiente es excelente. Limpieza por los cuatro costados. Muy bonita decoración. Elegante. Ambiente cálido y formal. Mesas amplias y sillas de corte isabelino muy, muy cómodas. Buena separación entre mesas. No se aprecia excesivo ruido cuando está lleno. Manteles y servilletas de hilo, bonitos. Copas de buena calidad, sin excesos. Buena cubertería. Vajilla en tonos blancos, de diseño variado. Bonita. Y de fondo musical.. los grandes éxitos de Sinatra.

Un pequeño pero: la entrada al restaurante tiene tres o cuatro escaleras. No hay rampa, lo que puede dificultar el acceso a las personas con movilidad reducida (como puede comprobar in situ). En todo caso, ha de advertirse que los camareros del restaurante estuvieron muy serviciales a la hora de ayudar a una persona con problemas de movilidad que accedió con una silla de ruedas.

Ambiente externo: Un precioso jardincillo con fuente de decoración y bastantes plantas. Capacidad -esto sí que lo conté- para 44 comensales. Excelente sitio para una cena veraniega. Delicioso. Piso como de terrazo, sillas de forja con cojín. Buenas mesas y separación. El resto, idéntico a lo anterior, incluidas 4 nuevas escaleras para acceder al jardín (tampoco hay rampa).

Servicio: En general, muy amables. Te reciben de inmediato en recepción y te acompañan a tu mesa, dejándote las respectivas cartas con rapidez y buena atención. De hecho, prácticamente a la par que nos traían la carta de comidas, el somelier trajo la botella de vino que habia llevado ex profeso al tratarse de una celebración "especial".

El servicio entre plato y plato fue correcto, sin excesivos lapsos de tiempo entre uno y otro. Trato esmerado y correcto.

En lo que respecta, ya más en concreto, al servicio del vino, ya he indicado que llevé mi propia botella.. una auténtica bestia que responde al nombre de Único del 89 y sobre el que ya me he pronunciado (https://www.verema.com/vinos/12107-vega-sicilia-unico-1989) sin que haya mucho más que decir. Pero sí quiero destacar el hecho -notable- de que te dejen llevar el vino, cobrándote una mínima cantidad (6 euros) por su descorche y decantación. Excelente.

Un pero hay que poner: el somelier hizo el protocolo correcto en el descorche. Botella inmóvil, inclinación adecuada, pero ... rompiendo el corcho (que, por cierto, estaba perfecto). El problema lo solucionó -sin duda- con solvencia ¿Pero se imaginan la que se pudo armar si, con una botella así (o con otra) los restos de corcho caen dentro?. En todo caso, buena solución al problema y perfecta decantación, pero lo anterior baja la nota final.

Una última indicación: muy buena carta de vinos y muy bien presentada. Mayoría de Nacionales (15/20 denominaciones). Cavas (14), Champagnes (los más habituales). Blancos (50). Rosados (sobre 15). Tintos patrios (sobre 130 referencias, algunas muy destacables). Algunas concesiones a vinos extranjeros, si bien no excesivamente destacable, aunque alguno curioso (australia, california, chile).

La comida: Existen diferentes tipos de menú. A destacar, el menú de temporada -45 euros, 4 platos y postres-, suficientes para comer bien. Menú cambiante en función de la época del año. No obstante, fuimos a la carta, la cual presenta también una cierta variedad que oscila en función de la estación/temporada concreta en que nos encontremos.

8 entrantes variados (desde raviolis, hasta arroz caldoso, pasando por mi-cuit o gambas, hasta llegar a ensaladas de escablechados o alcachofas). 5 tipos de pescados y 6 tipos de carne. A destacar: se pueden pedir medias raciones, lo que siempre permite una mayor diversidad a la hora de pedir.

Por nuestra parte pedimos 4 platos, a compartir entre los dos, si bien hubo un pequeño aperitivo a cuenta de la casa (tomate cherry con paté de aceitunas -rico-, esferificación de yogur con miel -perfecta- y migas con huevo -en plan deconstrucción, no lo entendí; que me saquen las de siempre-).

1) Raviolis de hongos, setas, cigalas y parmesano. Buenos de sabor, pero con dos defectos notables: escasos de sal (sosos) y, lo que es más grave -pues carece de solución- pasados de cocción: puede que mis (afortunadamente) frecuentes viajes a Italia me hayan convertido en un maniático de la pasta al dente, pero lo que resulta inadmisible es que una pasta te la saquen, en no pocas ocasiones, con la consistencia del fideo de una sopa (5 pelao).

2) Muselina de erizos de mar al azafrán. Original. Ricos de sabor, pero la textura quizá un tanto terrosa. Pero buenos y magníficmente presentada dentro de la cáscara del propio erizo sobre una base de escamas de sal (7).

3) Corvina al grill con changurro y gamba plancha: excelente la corvina, un poco peor el changurro (pelín soso de nuevo, y soy poco amigo de la sal) y una gamba roja de auténtica exposición, vuelta y vuelta, casi cruda, monumental sabor (¿porque no harían así los raviolis). Muy buena presentación (8).

4)Steak tartare: preparado in situ por el maitre. Preguntando como te gusta y contando una a una las gotas de tabasco para cumplir el deseo. Perfecto en su ejecución -sólo lo supera otro sitio en Zaragoza-., pero, con un pequeño defecto facilmente subsanable: hay que hacer mejor las tostadas (9).

Un adicional: 8 tipos de pan para elegir (cebolla, pipas, pasas, quesos, chapata, integral....). Lo cobran, pero, desde luego, yo lo prefiero a la chusca rebanada de pan gratis.

Acabamos reventados; buenas raciones. Casi más, lo pedido para comer que para cenar. Menos mal que el VS Unico acompañó -nunca mejor dicho- el trago. Por eso no hubo postres, aunque de esto también hay variadad (para los golosos, aconsejo probar el babá borracho).

Todo por 100 euros, sin vino, obvio. Y sí, amigo Gastiola, se paga después de comer ;-) (véase comentario anterior).

Se disfrutó, pero hay que mejorar esos pequeños detalles antes mencionados. Con eso, y el servicio, se puede llegar un poco más lejos.

Epílogo: y, cómo no, hay que cerrar -sea comida o cena- con un buen GT. Si es verano, la Plaza S. Francisco y sus terrazas están a un minuto a pie. Y si es invierno, o se busca algo cerrado, quizá el Hemisferio (en la propia Plaza), y su gran variedad en este punto, sea el sitio adecuado. Ha perdido, quizá, esa nota canalla que en su día tuvo.. pero bueno, como casi todos.

Bueno, como casi todos, no.

Un sitio recomendable para veladas, comidas de empresa y comidas familiares. Tiene todo bien en general tampoco es nada especial salvo otros platos o especialidades que ahí no podemos opinar. Resumiendo te dan lo que pagas por lo que cumple las espectativas.

El Chalet sigue siendo,para mi gusto,uno de los mejores restaurantes de Zaragoza por diversos motivos.Buena ubicación, edificio singular (antiguo chalet residencial reconvertido en restaurante, cocina creativa pero con raciones adecuadas y una terraza-cenador de verano privada que es un auténtico lujo. Si has tardado unos meses en ir siempre te sorprenden con algún plato nuevo.El viernes 19 me encontré que habían cambiado el menú de degustación anterior(50 por persona más IVA y bodega aparte) y que tenían un picoteo de 3 platos por 21 por persona.Decidimos probar ambas cosas.Nos obsequiaron con un aperitivo de crema de calabaza templada en vaso y una cucharada de lámina de salmón ahumado con vinagreta de pistachos y almendras picadas (9),los dos muy buenos. Me gustaron especialmente: la vieira plancha con dados de panceta y berenjena (8,75); el bonito marinado con verduras al wok y emulsión de soja (8)y el tataki de solomillo de ternera con tomate kumato y cebolla confitados(9): unas láminas de solomillo hechas al punto que se fundían en la boca y combinaban muy bien con la cebolla y el tomate (que parecía patata confitada.Todo muy bien presentado.Servicio cordial pero muy profesional.Regamos la cena con un Auctor 2003 de Bodegas Ballabriga a 21 euros la botella.Un coupage de cabernet y Merlot seleccionado de los viñedos de la finca Rosellas.Un vino de crianza con pimienta y canela en nariz pero que libera fruta madura.Muy goloso y agradable de beber y con un final largo.El postre consistía en un combinado de sorbete de limón, tocino de cielo y crema de yogur(8), destacando el tocino de cielo casero que casaba muy bien con la crema de yogur natural.Indudablemente, la calidad tiene un precio, pero realmente se disfruta de la gastronomía.

Restaurante agradable, sobre todo en el jardín,calidad en la cocina, platos bien elaborados, aunque tienen una carta muy estática, el vino, nada a destacar.

Buen restaurante de notable cocina creativa, dentro de la austeridad y franqueza de la gastronomía aragonesa.
Si tienes suerte y hace buen tiempo resulta muy agradable cenar en el jardín-cenador que posee, valga la redundancia.
Servicio muy bueno.
RCP: dicreta.

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